La garantía de la Corona

«Triste y preocupada» por el daño a la Casa Real

Doña Cristina se ha mantenido en un segundo plano y siempre ha intentado que la Institución no se viera perjudicada

La Infanta Cristina, ayer, abandona conduciendo y con una sonrisa su casa de Pedralbes en compañía de una amiga
La Infanta Cristina, ayer, abandona conduciendo y con una sonrisa su casa de Pedralbes en compañía de una amigalarazon

Es la primera lección que aprenden: lo primero, la Institución. Mensaje que, si en momentos ordinarios puede ser difícil de compatibilizar con la vida personal.

Es la primera lección que aprenden: lo primero, la Institución. Mensaje que, si en momentos ordinarios puede ser difícil de compatibilizar con la vida personal, más lo es aún cuando un yerno, y sobre todo una hija, se encuentran inmersos en un proceso judicial. Desde que subiera el «caso Nóos» a la palestra de la opinión pública, cualquier movimiento por parte de la Familia Real ha sido examinado con lupa, por lo que ésta se ha visto en la tesitura de enfocar su relación con la Infanta Cristina como hija del Rey, pero sin olvidar que es la hija de un Rey. Y por tanto se debe a la Corona. Por otro lado, ¿qué sentido tendría «deportar» a la Infanta a priori si aún no se ha demostrado su culpabilidad? Para Zarzuela significaría asumirl esa culpabilidad de antemano.

Doña Cristina siempre se ha mantenido en un discreto segundo plano, con la intención de pasar lo más desapercibida posible. Fuentes cercanas a la Institución aseguran que la Infanta está muy «triste y preocupada», y que ante todo predomina en el ambiente familiar el espíritu de que lo fundamental es la Monarquía española. Algo que la hija menor del Rey ha comprendido desde un primer momento, por lo que se ha prestado a actuar de modo que la Institución se vea lo menos perjudicada posible.

La Casa Real no apartó oficialmente a Doña Cristina de los actos oficiales. Pero desde el día de la Fiesta Nacional, el 12 de octubre de 2011, no ha realizado ninguna actividad institucional. Los duques de Palma, en un movimiento consensuado con Zarzuela, se distanciaron de la Familia miles de kilómetros, yéndose a vivir a Washington en 2009, de donde volvieron el año pasado. En ese periodo de tiempo, la Reina se desplazó a estar con su hija, lo que desde algunos sectores se criticó. Y es aquí donde, desde Zarzuela, siempre se ha insistido en separar «campos». Fue la visita de una madre, no de una Reina. Igual que tras la segunda operación de cadera del Jefe de Estado, cuando la presencia del yerno del Rey dejó boquiabierta a la sociedad española. La Casa no dudó en explicar la presencia de Urdangarín como una visita de un yerno a su suegro enfermo.

Así, los duques de Palma sí han tenido cuidado de no figurar en momentos que pudieran tener una repercusión pública. Este año no estuvieron en el tradicional posado que pone fin a la presencia de la Familia Real en Palma, en la misa de resurrección. Tampoco estuvieron en Marivent el pasado verano. Y estas Navidades sí las pasaron con la Familia, pero todo quedó dentro del Palacio, en el ámbito de la intimidad familiar. Y Zarzuela no informó.

«Ya veremos», fue la contestación de Rafael Spottorno, jefe de la Casa Real, a la pregunta de los periodistas respecto al trato que recibiría Doña Cristina después de que su marido fuera apartado de la agenda oficial por su comportamiento «poco ejemplar» sin haber sido imputado todavía. Estas dos palabras resumen la política que está manteniendo Zarzuela en sus equilibrios entre la situación familiar e institucional de Doña Cristina.