Elecciones Generales 2016

Un escaño más para sobrevivir al 26-J

Sánchez no prevé dimitir aunque baje de 90 diputados. Necesita superar a Unidos Podemos para liderar las negociaciones de gobierno y frenar las presiones para que abandone Ferraz

El candidato del PSOE a la presidencia del gobierno, Pedro Sánchez, durante el acto de precampaña que los socialistas celebraron en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, el pasado día 2
El candidato del PSOE a la presidencia del gobierno, Pedro Sánchez, durante el acto de precampaña que los socialistas celebraron en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, el pasado día 2larazon

Sánchez no prevé dimitir aunque baje de 90 diputados. Necesita superar a Unidos Podemos para liderar las negociaciones de gobierno y frenar las presiones para que abandone Ferraz

«En muchas ocasiones se dice del PSOE y de mí: ‘‘Ésta es la última bala de Pedro Sánchez’’. Bueno, no sé cuántos cargadores llevo ya». Con esta frase en tono irónico, el líder socialista resumía –en una entrevista en Telecinco– lo que ha sido una constante durante los algo menos de dos años que lleva al frente del partido: el cuestionamiento de su liderazgo. Ese examen al que se ha visto sometido en cada contienda electoral a la que se enfrentaba su formación tendrá su fase final el 26 de junio. Los resultados que el partido coseche en las urnas supondrán el punto de inflexión del futuro político del líder socialista que, en cualquier caso, no prevé desalojar la sede federal de manera traumática esa noche. Así lo aseguran fuentes cercanas a Sánchez, que no aprecian que éste esté dispuesto a renunciar si empeora notablemente los resultados de diciembre.

Si el convencimiento entre sus partidarios es tal, también cala entre sus detractores que, aunque en secreto arguyen con premeditación las maniobras que llevarán a cabo en la noche electoral para forzar su salida si pierde la hegemonía de la izquierda, son conscientes de que no tendrán ningún efecto en la práctica. Sánchez no abandonará si baja de 90 diputados y sus esfuerzos se centran ahora en sacar un escaño más que Unidos Podemos y ser capaz de pilotar un nuevo proceso de negociaciones para formar gobierno, que le mantengan en el centro del tablero político y mediático, impidiendo a sus críticos removerle de la dirección federal. «Pedro Sánchez está preparando el terreno para intentar repetir el golpe de mano que dio en la noche electoral de diciembre. A no ser que el resultado sea catastrófico, intentará dar la impresión de poder gobernar para ganar tiempo en clave interna», pronostica un alto cargo de la Junta de Andalucía.

Mantener los 90 diputados que supusieron el peor resultado histórico de la formación es una bicoca si se atiende a las últimas encuestas, que los sitúan por debajo de ese umbral. No obstante, fuentes de Ferraz se muestran escépticas al respecto y han encargado estudios propios, que también se han afanado en filtrar a los medios, para rebatir la «sobrevaloración» que –a su juicio– se hace de Unidos Podemos. Estas mismas fuentes aseguran que el partido «sólo puede ir para arriba» porque los «restos» –votos que no llegaron a traducirse en escaños en diciembre– les benefician de cara a la nueva convocatoria electoral.

No obstante, un mal resultado para el PSOE puede suponer un arma de doble filo para los detractores de Sánchez, ya que si el partido empeora los registros de diciembre será consecuencia de que flaquea en la federación más numerosa de los socialistas: Andalucía. La estrategia de Unidos Podemos se centra en debilitar el feudo principal del PSOE para materializar el «sorpasso». La consecuencia de esto sería que Susana Díaz cedería al PP la victoria en su territorio, lo que le impediría presentarse en Madrid como el perfil ganador del partido que ha abanderado hasta ahora. Además, su salto a la arena nacional genera ciertas reticencias en sectores del PSOE que no ven con buenos ojos que quien tome las riendas de la dirección no sea diputada en el Congreso, con lo que no podría dar la réplica al presidente del Gobierno en las sesiones de control, y tendría que ser senadora de designación autonómica para poder intervenir en el Debate sobre el Estado de la Nación.

Si Díaz logra salvar estas reticencias, Sánchez todavía tiene un as en la manga para desarticular sus opciones de asumir el liderazgo del partido. La principal razón por la que el actual secretario general no quiere abandonar la sede federal es para ser él y no una gestora quien convoque y pilote el proceso hacia el 39º Congreso del partido, en el que el nuevo liderazgo se elegirá por primarias. Este sistema de elección interna aterra a Díaz, que busca que su salto a Madrid se produzca por «aclamación» tras la enésima debacle electoral de Sánchez. Para este último, sin embargo, las primarias son su ecosistema natural: se ha sometido a tres elecciones de las que ha salido victorioso. El favor de las bases es el que hace creer a Sánchez que hay vida más allá de un 26-J en el que los dirigentes de su partido vuelvan a darle la espalda.