El desafío independentista

Un Govern (casi) imposible

El sondeo dibuja un escenario de muy difícil gobernabilidad donde serían necesarios acuerdos contra natura para no repetir elecciones

La Razón
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El sondeo dibuja un escenario de muy difícil gobernabilidad donde serían necesarios acuerdos contra natura para no repetir elecciones.

Los partidos catalanes van a tener que cerrar muchas heridas de golpe si quieren ofrecer a los ciudadanos un escenario político estable después de las elecciones del 21 de diciembre. La encuesta dada a conocer ayer por el CIS pronostica una enorme fragmentación del Parlament, donde sólo convivirían formaciones medianas y pequeñas, ya que las grandes quedarían borradas del mapa. Pero esta circunstancia no es la más delicada, ya que el verdadero problema es que no se perfilan mayorías absolutas ni por parte la independentista ni por la parte constitucionalista. Así las cosas, el futuro Govern quedaría en manos de un trabajoso pacto contra natura difícil de imaginar.

La llave de la mayoría de pactos pasaría por Catalunya en Comú, la formación de Ada Colau y del cabeza de cartel, Xavier Domènech. Pese a obtener unos magros 9 diputados, los «comunes» tendrían la capacidad de condicionar la orientación del próximo Govern. Una de sus opciones sería permitir gobernar a los independentistas e imponer sus condiciones para frenar la vía unilateral hacia la República. No obstante, este pacto presenta enormes incomodidades para los de Colau, ya que no desean ir de la mano de la camuflada Convergència (ahora PDeCAT-Junts per Catalunya), a quien acusan de haber cometido severos recortes en las políticas sociales. Un pacto de tipo constitucionalista también es difícilmente viable, ya que en este caso deberían alcanzar algún tipo de acuerdo Cs, PP y «comunes», una fórmula casi inconcebible.

La decisión de los «comunes», en todo caso, pasará por las manos de sus bases, que ya tuvieron que pronunciarse hace pocas semanas para dinamitar el acuerdo de gobierno que la alcaldesa Colau mantenía con el PSC de Jaume Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona.

El gran interrogante, por tanto, es si en un escenario como el que dibuja el CIS sería posible poder formar Govern. Al fragmentado Parlament hay que añadirle las exigencias de Junts per Catalunya, que, según asegura, sólo se prestará a hacer president a Carles Puigdemont con el argumento de que es el titular «legítimo» de la Generalitat. Este elemento acabará de enredar la Cataluña postelectoral.

Cabe recordar que tras las elecciones de septiembre de 2015, Junts pel Sí y la CUP consiguieron un pacto para investir a Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat sobre la bocina. El plazo para una convocatoria electoral se agotaba y Artur Mas optó por tirar la toalla y ceder al testigo a Puigdemont para que su partido no se viera privado de la presidencia.

el fantasma de 2015

Las cosas podrían ser incluso más complicadas que por entonces y nadie se atreve a descartar que sea necesaria una repetición de las elecciones, tal y como ocurrió en España tras el bloqueo subsiguiente a la convocatoria de diciembre de 2015.

Antes de llegar a una repitición electoral, sin embargo, podrían explorarse otras opciones, más remotas si cabe que las mencionadas. Podría estudiarse, por ejemplo, la posibilidad de un cuatripartito de izquierdas que incluyera a ERC, PSC, Catalunya en Comú y CUP, pero se trataría de un auténtico gobierno «Frankenstein».

Hoy por hoy, la estabilidad sólo parece imaginable a través de un gobierno en minoría que logre abstenciones para poder impulsar su obra legislativa. Sería tanto como enterrar más de medio cuerpo del «procés», cuyos intentos de avanzar de forma unilateral quedarían invalidados definitivamente. Ese tipo de gobernabilidad tendría una fecha de caducidad más pronto que tarde, puesto que son condiciones muy complicadas para cuatro años de legislatura.