Terrorismo
Un sector de ETA apuesta por atentar para activar el «proceso»
Las relaciones entre la banda terrorista y su entramado están en su peor momento. Contrasta la reacción de Sortu por la muerte de «Thierry» y la sordina al juicio de Capbreton
ETA se encuentra en un callejón sin salida, en un «atolladero», como dijo en su último comunicado. Los pistoleros, según expertos antiterroristas, consultados por LA RAZÓN, saben que el tiempo juega en su contra, porque han fracasado las dos vías que habían previsto para forzar a los gobierno de España y Francia a una negociación.
ETA se encuentra en un callejón sin salida, en un «atolladero», como dijo en su último comunicado. Los pistoleros, según expertos antiterroristas, consultados por LA RAZÓN, saben que el tiempo juega en su contra, porque han fracasado las dos vías que habían previsto para forzar a los gobierno de España y Francia a una negociación: la «internacionalización del conflicto» (a través de «mediadores», «verificadores», etcétera) y las movilizaciones populares. Por ello, un sector de la banda propone que se cometan atentados o una acción de fuerza, a corto o medio plazo. A esta situación, ya de por sí preocupante, se une el hecho de que las relaciones entre ETA y Sortu, su brazo político, (que ya carece de influencia en las decisiones de la banda), se encuentran bajo mínimos. Uno de los motivos de estas desavenencias vendría condicionado por la decisión de ese sector de la banda de volver al terrorismo.
En su último comunicado, con motivo del «Aberri Eguna» («Día de la Patria Vasca»), la organización criminal hablaba de «atolladero» y peligro de ruptura del llamado «proceso», que se gestó durante la anterior legislatura gracias a las negociaciones de socialistas y nacionalistas con la banda y su entrado. Sortu (la nueva versión de Batasuna, que, con el tiempo, absorverá a Bildu y Amaiur) ha tratado de restar importancia a los últimos comunicados de ETA, ofreciendo versiones en castellano que distaban mucho de su contenido real. Se ha tratado de una maniobra mal calculada y las consecuencias no se han hecho esperar.
Sortu y el resto de las organizaciones de su entramado están echando el resto para lanzar movilizaciones tras el fallecimiento del que fuera jefe del «aparato político», de ETA, Francisco Javier López Peña, «Thierry». Incluso, una de sus dirigentes más destacadas, Mariví Ugarteburu, se ha desplazado a París para apoyar a los familiares del terrorista.
Al tercer día
Frente a ello, los presos de la banda y los clandestinos, que se manifiestan a través de comunicados, habían «pasado olímpicamente», al menos hasta ahora, de este fallecimiento (Ibon Gogeascoechea hizo ayer, en el tercer día del juicio de Capbretón una referencia). Garikoitz Aspiazu, «Txeroki»; y Miguel Carrera, «Ata», que también se sientan en el banquillo, se han presentado en la sala del Tribunal con camisetas que hacían referencia a otros etarras fallecidos. De «Thierry», con el que mantuvieron serios enfrentamientos entre 2007 y 2008, ni una palabra, lo que choca con lo que ha sido habitual en ETA cuando un preso muere en la cárcel. Por cierto, que Mariví Ugarteburu no ha tenido tiempo para pasarse por el Palacio de Justicia de la capital francesa.
Por si este dato no era suficiente, en el ejemplar que del diario «Gara» que se podía leer el martes en su pagina web, el juicio no merecía nada más que dos párrafos y no figuraba entre los temas destacados, espacio que se reservaba para la muerte de «Thierry». En el de ayer, ni una línea.
Uno de sus comentaristas habituales, insertaba el martes un artículo en el que defendía ardorosamente a «Thierry» (de «Txeroki» y «Ata», ni una palabra) y señalaba algo que debe ser leido con detenimiento. Se refería a la ruptura de las negociaciones que, durante 2006-2007, mantuvieron el Gobierno socialista y ETA: «la izquierda abertzale, primero, y ETA, después, llegaron a la conclusión de que el modelo negociador estaba agotado, pues la amenaza de reanudar la actividad armada ante los incumplimientos gubernamentales llevaba inexorablemente a la ruptura». ¿Estará ocurriendo ahora lo mismo, pero en este caso entre Sortu y ETA?. El tiempo dará la respuesta. El comentarista concluía que «los halcones están donde siempre, incrustados en los aparatos del Estado y las estructuras de gobierno, vivitos y coceando».
En su página web, Sortu ha incluido una nota sobre la muerte de «Thierry» y la decisión del Ministerio de Interior de remitir a la Fiscalía las declaraciones efectuadas por Pernando Barrena en relación con ese fallecimiento: «las amenazas del Ministerio de Interior español no son más que una maniobra de distracción: el PP quiere desviar la atención de los numerosos interrogantes que deja la muerte de Xabier López Peña. Del mismo modo, el PP, a golpe de amenaza de imputación, pretende rehuir de su responsabilidad directa en las consecuencias de la inhumana y criminal política penitenciaria que los gobiernos español y francés aplican a los presos políticos vascos».
Las fuentes consultadas subrayan que parece haberse abierto una crisis entre Sortu y las organizaciones del entramado, por un lado; y ETA y el colectivo de presos( el EPPK), por el otro. Una situación que no dudan de calificar de peligrosa ya que se puede deber a la información que tengan los primeros de que un sector de la banda pretende dar un «golpe de fuerza» ante la falta de avances en el «proceso». Resulta muy duro para los que están en la cárcel y los que viven en la clandestinidad la aparente comodidad, con disponibilidad de medios y, sobre todo, con total libertad (gracias a las resoluciones del Tribunal Constitucional) de la que disfrutan Sortu, Amaiur y Bildu, por más que convoquen manifestaciones, hagan declaraciones y den notas.
El pasado 11 de marzo, en el anterior juicio en el que fue condenado «Txeroki», el fiscal francés Jean Ricard subrayó que el terrorista había actuado como un auténtico disidente (de la línea oficial de la llamada «izquierda abertzale») al haberse limitado a lamentar el daño causado a las víctimas «colaterales» (robo de coches para atentados, por ejemplo), pero no las directas. Entonces, los dirigentes del entramado se afanaron en desmentir tal disidencia, pero, por lo ocurrido en estas semanas, parece que el representante del Ministerio Público acertó plenamente. Se pregunto que, si querían la paz, ¿dónde estaban las armas y los explosivos?
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