Terrorismo

Una fotografía para resolver un asesinato

La Fiscalía quiere pedir antes de verano que se procese a Mikel Carrera como autor de la muerte de Giménez Abad

De izquierda a dcha., retrato robot del asesino realizado por la Policía en 2001, dos fotografías de «Ata» en 1998, una de 2000 reconocida por el hijo de Giménez Abad y la última, del pasado marzo
De izquierda a dcha., retrato robot del asesino realizado por la Policía en 2001, dos fotografías de «Ata» en 1998, una de 2000 reconocida por el hijo de Giménez Abad y la última, del pasado marzolarazon

«Varón, 25 años de edad, de 1’80 de estatura aproximadamente, moreno, con el pelo negro y algo largo, cubriéndose la cabeza con una gorra de la cual sobresalía por la parte de atrás el pelo largo y rizado». Así describió Borja Giménez Abad a la Policía los rasgos del asesino de su padre, ese desconocido que descerrajó tres disparos por la espalda al entonces presidente del PP de Aragón cuando se dirigía junto a su hijo al estadio de la Romareda a ver un partido de fútbol. Los reconocimientos fotográficos realizados tras el asesinato resultaron infructuosos y el atentado mortal del político jacetano sigue impune. Pero quince años después, la familia de Manuel Giménez Abad está más cerca que nunca de ver sentado en el banquillo al supuesto autor de los disparos.

Tras la reapertura del caso el pasado agosto a instancias del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, el tribunal está a la espera de que Francia autorice la entrega temporal del etarra Mikel Carrera Sarobe, «Ata» –a quien un informe de la Guardia Civil del 5 de mayo del pasado año señala como el autor material del asesinato–, para practicar una diligencia clave. El ex dirigente de la banda terrorista deberá someterse a una rueda de reconocimiento para ver si el hijo de Giménez Abad le reconoce como el asesino de su padre, algo que ya hizo el 18 de octubre de 2014, cuando los agentes le mostraron 18 fotografías entre las que señaló a Carrera Sarobe como el autor de los disparos.

Carrera Sarobe ya estuvo en España el pasado marzo, pero en esa ocasión Francia –donde cumple cadena perpetua por dos asesinatos– sólo había autorizado su entrega a España para declarar ante el juez Fernando Andreu en relación a otro atentado de ETA, el perpetrado en julio de 2009 contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos, en el que casi medio centenar de personas resultaron heridas. Fuentes de la Audiencia Nacional esperan que regrese de nuevo en las próximas semanas, en este caso en respuesta a la Orden Europea de Detención y Entrega cursada el pasado verano, a petición del fiscal Jesús Alonso, en relación a esta causa.

Rueda de identificación

Si Borja Giménez Abad identifica de nuevo a «Ata» en esa rueda de reconocimiento judicial, la Fiscalía tiene previsto pedir al juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz –instructor del procedimiento– el procesamiento del etarra «muy pronto» como autor material del asesinato, confirmaron fuentes fiscales. Con esas premisas, según esas mismas fuentes, el juicio por el asesinato de Giménez Abad podría celebrarse incluso antes de verano, quince años después del atentado que le costó la vida, siempre y cuando el magistrado aprecie indicios suficientes para abrir juicio oral contra Carrera Sarobe.

Pero llegar a identificar al supuesto autor material de los disparos no ha sido fácil. La Guardia Civil ha investigado durante años el asesinato, un cúmulo de pesquisas plasmadas en el informe 17/2015 de 11 de mayo de 2015 –al que ha tenido acceso LA RAZÓN– en el que el Servicio de Información de la Guardia Civil desgrana los indicios que apuntan a «Ata».

Los agentes se dedicaron a recopilar perfiles de miembros de ETA similares al retrato robot del asesino de Giménez Abad (ver imagen de arriba), «y cuya integración en dicha organización fuese desconocida» en el momento del atentado, por lo que su fotografías no se mostraron a los testigos del asesinato. En uno de ellos apreciaron «una gran concordancia con el perfil buscado». Era Mikel Carrera Sarobe, a quien en 2001 no se vinculaba con ETA.

El 18 de octubre de 2014, Borja Giménez Abad acudió a las dependencias de la Jefatura de Información de la Guardia Civil en Madrid para realizar un nuevo reconocimiento fotográfico. Entre las 18 instantáneas que le mostraron los agentes, distribuidas en dos folios, el hijo del dirigente del PP señaló la de «Ata». Esa foto «no había sido difundida con anterioridad en medios de comunicación», pues tras su detención en Bayona el 21 de mayo de 2010 sólo se difundieron imágenes suyas «con la cabeza rapada», razón por la cual –según la Guardia Civil– ningún testigo pudo identificarlo. Las características físicas de «Ata», concluye la Guardia Civil en su informe, «concuerdan con las mencionadas por los testigos presenciales del asesinato».

Los agentes también han llegado a la conclusión de que Carrera Sarobe no sólo pertenecía a ETA en el momento de la comisión del atentado, sino que formaba parte del «aparato militar» como integrante de uno de sus «comandos».

Tras la detención del jefe «militar» de ETA Javier García Gaztelu, «Txapote», en febrero de 2011 en Anglet (Francia), los agentes galos le intervinieron una agenda del año 2001 en la que tenía anotadas diversas reuniones con integrantes de los «comandos», entre ellos el propio «Ata» (el 5 de enero y el 15 de marzo de ese año). Según la Guardia Civil, esas anotaciones demuestran que, al menos desde enero de 2001 –ocho meses después del atentado–, Carrera Sarobe ya formaba parte del «aparato militar» de ETA, «y muy probablemente como integrante de un comando armado».

Críticas a la cúpula etarra

Una detención muy anterior, la de Mikel «Anza» en octubre de 2004, ya dio pistas sobre su condición de pistolero de la banda terrorista en la fecha del atentado. Un archivo informático intervenido al dirigente etarra contenía las medidas que proponía la dirección de ETA contra una serie de militantes críticos, entre ellos el propio «Ata», a quien se reprochaba que no hubiera cumplido «la línea de la iniciativa del 98». Según los agentes, ésa sería la fecha de su incorporación a la banda criminal, cuando la cúpula etarra la habría transmitido «la estrategia que iba a seguir».

Esas críticas, afirma la Guardia Civil, son impropias de un miembro de ETA «sin ningún tipo de experiencia en acciones armadas». De hecho, los agentes sostienen que como pistolero de la banda «habría podido cometer atentados mortales, adquiriendo con ello “peso específico”» dentro de la organización, en la que a partir de 2004 asumió funciones en el «aparato organizativo».