El desafío independentista

Una solución para lo de Cataluña

La Razón
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Sí, claro que el problema catalán tiene solución. Lo que no la tiene, en cambio, es el nacionalismo. Azaña quiso creer que sería capaz de integrar el nacionalismo catalán en la gobernación de su nuevo y revolucionario Estado español. Ortega pensó que era una empresa imposible y decretó que España tendría que resignarse a conllevar el catalanismo. Los dos se equivocaban, como ha demostrado la muy peculiar solución de síntesis aplicada en estos años de democracia.

Y es que se ha producido un doble fracaso: el de la nacionalización de Cataluña y el de la externalización del gobierno de Cataluña, como si los únicos que tuvieran algo que decir allí fueran los nacionalistas.

Lo que todavía no se ha ensayado es la presencia en Cataluña del Estado y la participación en la vida política (y social, y cultural) catalana de organizaciones nacionales, no nacionalistas.

España no puede estar en Cataluña por defecto, siendo así que después de más de tres décadas de nacionalización consentida desde el Estado más de la mitad de la población quiere seguir siendo española. Esto requiere una estrategia política propia en Cataluña y una política nacional, con el establecimiento de grandes consensos, en el conjunto de España. El nacionalismo es una ideología venenosa y no va a desaparecer, pero en estas condiciones se restringirá su ámbito de influencia y se restaurará la ley, la tolerancia y la convivencia cívica que siempre ha reinado en Cataluña. Volverá a convertirse en una parte importante de España y la Unión Europea y no la rémora en que se ha transformado en los últimos tiempos.