Elecciones autonómicas

El vuelco sociológico en Extremadura y Andalucía y la anomalía del nuevo ciclo electoral

Desde que Sánchez es presidente en España, dos feudos históricos del PSOE se han ido a la derecha. Los dos factores: el discurso territorial y un fenómeno global

-FOTODELDIA- LOBÓN (BADAJOZ) 16/11/2025.- El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo junto a María Guardiola durante un acto público en la localidad pacense de Lobón este domingo. EFE/ Jero Morales
Feijóo articipa junto a María Guardiola en un acto en Lobón (Badajoz)Jero MoralesAgencia EFE

En el comienzo de su «Manual de convivencia», editado por Espasa, Juanma Moreno se recrea en lo que, hasta hace no tanto tiempo, parecía un auténtico imposible para su formación política, el Partido Popular: conseguir la presidencia de la Junta de Andalucía. Hasta sus más allegados, recuerda, le decían poco menos que ni lo intentara. Que no había nada que hacer. Si no se consiguió ni en 2012, en pleno estallido del «caso ERE» y tras la mayoría absoluta de Mariano Rajoy, que fue una derrota histórica del PSOE; si Javier Arenas, entonces, se quedó a las puertas de la gloria con una victoria pírrica, era poco menos que un absurdo fantasear con un cambio de cromos en la comunidad más poblada de España.

Pero, en 2018, obró el milagro. De la manera menos pensada. Y para sorpresa de todos. Un grupo llamado Vox, del que apenas nadie había oído hablar, de pronto, cosechó 395.978 votos y... «match point». Por primera vez en toda la democracia, el Parlamento del que fue siempre el tradicional granero de votos de la izquierda, cambió su mayoría en favor del centroderecha. Por primera vez, había una suma alternativa. PP, Ciudadanos y Vox.

Las mareas de manifestantes contra la gestión de una deteriorada Sanidad pública, los líos orgánicos en la familia socialista, el desgaste por la corrupción. Apenas unos meses después de la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, el PSOE sufrió un revés emocional del que, todavía hoy, no se ha recuperado. Perdió uno de sus bienes más preciados: el Palacio de San Telmo.

Fue el principio del fin de una hegemonía. Y supuso un punto de inflexión en el devenir de España. El sur, en el imaginario colectivo tierra de caciques y obreros, preludió en aquel momento lo que estaba por venir. En tan solo cuatro años, el total de grupos de izquierdas menguó de 1.593.283 apoyos a 1.172.547. Entretanto, las derechas, incrementaron su respaldo de 1.768.884 a 2.197.214. Una cifra récord que llevó al PP a la mayoría absoluta y a Vox a una subida de dos escaños.

Entre medias, en el año 2023, ocurrió algo parecido en otra tierra que, siempre, siempre, había sido «socialista». Extremadura. De hecho, cuando el PP ganó y gobernó José Antonio Monago lo hizo gracias a un pacto contra natura, con Izquierda Unida. Pero, en las autonómicas del 28M, también se producía un vuelco electoral en favor del centroderecha. De los 330.571 respaldos obtenidos cuatro años antes, la izquierda se quedó con 279.038. La derecha pasó de 265.570 a 279.038.

Andalucía y Extremadura, Extremadura y Andalucía, dos caras de una misma moneda. Una metamorfosis que, en realidad, representa una gran anomalía política. Consolidada ya en el nuevo ciclo electoral. Las dos regiones celebrarán elecciones próximamente. Primero irá Extremadura, en cuestión de semanas, el próximo 21 de diciembre. Después, Andalucía. Y lo más llamativo de todo es que, hoy por hoy, el debate público no gira en torno a una posible recuperación de la izquierda. Todo lo contrario.

Ante la doble cita electoral, lo único que está en boga es cuanto más o menos dependerá el PP de Vox. Si Moreno pierde la absoluta o si María Guardiola la consigue. Desde que Sánchez llegó a la Moncloa hasta la actualidad, los dos territorios arraigo tenía el PSOE se han derechizado hasta cotas nunca vistas. Todos los sondeos pronostican un crecimiento de la derecha, holgadamente por encima del 50% de los apoyos, y un desplome de la izquierda.

En Andalucía, la candidata socialista, María Jesús Montero, que además es la número dos del partido y del Gobierno, fía su suerte a la de Vox. El único éxito en términos de relato para Sánchez, sería una subida del partido verde que obligue al PP a lidiar con él. Porque no hay un solo estudio de opinión que vaticine alguna opción para la oposición en Andalucía. Tampoco en Extremadura.

Políticos en activo, retirados y sociólogos como Narciso Michavila, presidente y fundador de GAD3, apuntan a varios factores de la nueva realidad política en las tierras del sur de España.

Según destaca a LA RAZÓN un miembro del equipo de Alberto Núñez Feijóo, se ha «normalizado» que ni «en Extremadura ni en Andalucía» esté en duda «un vuelco político». El mundo al revés. «¿En qué momento nos hemos acostumbrado a que en dos territorios que siempre fueron del PSOE ahora esté la derecha en auge?». Sin querer entrar en detalles, incide en un hecho: el vuelco se ha producido desde que Sánchez llegó al poder.

El PSOE, tercero en discordia

A juicio de quien ocupó en el pasado puestos de la más alta responsabilidad con el PSOE, el horizonte pinta peor que mal para los suyos en los que fueron sus feudos, durante décadas inexpugnables. «Nosotros ahora somos el tercero en discordia». De liderar las dos regiones, a ser meros espectadores. La contienda, reconoce, se libra en la derecha. «Ahora todo lo que hay que ver es cómo se las arregla el PP con Vox». Coincide esta persona con el análisis que tranzan desde Génova. El germen de todo es Sánchez. «Se ha convertido en una máquina de crear votantes de ultraderecha».

La subida de Vox en los sondeos, no obstante, esconde otras realidades. Para Narciso Michavila, el fenómeno ni siquiera es patrio. Viene de más allá. «Pedro Sánchez lo que hace es acelerar una tendencia global de largo recorrido». Y pone un ejemplo: «Texas era demócrata y ahora es republicana». Texas como epítome de un Estado clave del sur en la primera democracia occidental del mundo que cruza de una orilla a otra.

Pero tampoco hace falta irse tan lejos, ni siquiera hay que cruzar el charco. En Europa, el conocido como «corazón rojo industrial» de Alemania ahora está bajo el dominio de la CDU. Y lo que ocurre allí, asegura «no es muy distinto» de lo que ocurre aquí. En el caso concreto de Andalucía, una suerte de California hispana, «la izquierda ha ido abandonando a los obreros», con una agenda ideológica centrada en cuestiones identitarias y alejada de los discursos que quieren escuchar las clases rurales. Una desconexión que provoca un trasvase hacia fuerzas más antisistema. Otro ejemplo: el Frente Nacional de Le Pen en Francia.

En Andalucía y en Extremadura, el campo sigue siendo un vector decisivo del voto. Por mucho que hayan ganado peso otros sectores productivos como los servicios. Lo que explica, también, el impulso que ha cogido el PP.

Aunque hay un elemento que no se puede soslayar. Si el PSOE ha perdido todo rastro de una mayoría en Andalucía y en Extremadura, también se debe a la política territorial aplicada por Sánchez. Toda vez que sus pactos para mantenerse en el poder se basan en los privilegios a las regiones que siempre se han denominado como «las más ricas», caso de País Vasco y Cataluña, hay una contrarreacción, indica Michavila, «del Ebro para abajo». Y la presente legislatura tiene su hito fundacional en una amnistía a los responsables del procés. Episodio que el Gobierno da por amortizado, pero que permanece en el recuerdo de los electores.

En la antesala de un nuevo ciclo electoral, el mapa territorial irá recolocando las piezas del puzle. Según el presidente de GAD3, la primera meta volante, las extremeñas, serán una suerte de pequeño ensayo de lo que está por venir en el resto del país. La primera meta volante. «Los extremeños van a responder a muchas de las incertidumbres electorales que tienen los españoles».

Con un candidato del PSOE procesado, el PP de Guardiola se ha puesto como principal objetivo alcanzar una «mayoría suficiente», es decir, que la suma de diputados de su partido supere a toda la izquierda junta. Este primer examen, condicionará la moral de las siguientes elecciones: en Castilla y León, feudo de la derecha.