Actividad intensa en 2023

Yihadismo: preocupa la creciente radicalización de los menores

La actividad fue «muy intensa» en 2023, sobre todo al final por la guerra en Gaza, en un año que acabó con 78 detenidos

Tras los atentados del 11 de marzo de 2004, el año 2023 deja una cifra récord de presuntos yihadistas detenidos, un total de 78, la mayoría arrestados por agentes de la Comisaría General de Información de la Policía en un año de actividad «muy intensa», sobre todo en su recta final por la guerra en Gaza y por la preocupación ante la radicalización de menores.

Responsables de la lucha contra el yihadismo en esta comisaría general hacen balance con EFE de un 2023 en el que sus efectivos han repetido diariamente la receta de la «anticipación», una línea muy delgada pero que defienden como la mejor forma de neutralizar la amenaza. «¿Quién se arriesga a no detener a alguien que puede pasar de un día a otro a querer matar a alguien?», manifiestan.

Y aunque no es infalible, su apuesta les sitúa en niveles altísimos de eficacia en la lucha policial contra el terrorismo, en un año en el que suman 66 detenidos, en el que no ha habido ni una sola sentencia absolutoria, en el que tengan abiertas «posiblemente más investigaciones que nunca» y en el que se ha procedido a la expulsión de España de 35 personas por seguridad nacional.

«Se está trabajando muy bien con fiscales y jueces», resume el mando policial, que subraya la cooperación con los servicios antiterritoristas europeos y con países como Marruecos o Arabia Saudí.

Junto con la Guardia Civil la lucha contra el yihadismo se salda en 2023 con 87 detenciones, solo superadas en estas dos últimas décadas por los 131 arrestos tras el mayor atentado islamista en Europa con 192 asesinados en Madrid por las bombas colocadas en varios trenes el 11 de marzo de 2004, y los 92 arrestos de 2005, según los datos del Ministerio del Interior.

Para los efectivos de Información, el elevado número de detenidos este año recién terminado viene condicionado por la escalada de tensión en Gaza desde el verano y la guerra abierta tras los ataques de Hamás a Israel el 7 de octubre, un escenario que motivó al Ministerio de Interior a reforzar el nivel 4 de alerta, el penúltimo escalón previsto y en el que España se sitúa desde hace ocho años. De hecho, desde ese momento la Policía Nacional detuvo a 43 personas, tal solo una menos que todos sus arrestados en 2022.

Las fuentes consultadas aseguran, no obstante, que la situación en Oriente Medio no ha provocado un «boom» de nuevos individuos radicalizados. «Esperábamos que se pudieran producir nuevos focos, pero no ha sido así», resalta el investigador, que explica que la mayoría de los detenidos estaban ya «en la órbita policial» y que a raíz del conflicto han incrementado su actividad e, incluso, su deseo de pasar a la acción.

Por ejemplo, uno de los arrestos más relevantes de estos últimos meses ha sido el de Mustafá Maya Amaya, que fue considerado en 2014 como «el mayor reclutador yihadista de Europa» y que, tras obtener la libertad hace un año y medio, había vuelto a las andadas y retomado contacto con personas afines a la yihad para atacar.

En el radar de los servicios de Información también figuraba desde hace más de un año un individuo residente en Terrasa (Barcelona). Sus mensajes en redes iban teniendo cada vez más repercusión, llegando a tener cerca de 400.000 seguidores.

A principios de noviembre fue detenido. Los agentes no esperaron tras comprobar que en días anteriores había acelerado búsquedas de armas blancas y chalecos antibalas.

Para la Comisaría General de Información es difícil resaltar operaciones concretas porque en 2023 las ha habido «de todo tipo», en la mayoría procedentes de investigaciones que estaban abiertas contra el proselitismo en redes sociales, la radicalización yihadista, la captación o, incluso, la financiación.

«Ha habido operativos muy variados y muy complejos», sin olvidar el arrestado en Algeciras que en nombre de Alá entró en varias iglesias y mató en febrero a un sacristán e hirió a un sacerdote, las dos españolas esposas de yihadistas repatriadas desde Siria –están en prisión– junto a trece menores o los 14 detenidos vinculados al partido radical paquistaní Tehreek–e–Labbaik.

A juicio de los servicios de Información, estos individuos son un importante problema «a nivel europeo», porque sin estar adscritos a ninguna organización terrorista, sus postulados tan radicales suponen también una amenaza, ya que tienen una interpretación de la religión muy intransigente que anima a la violencia contra el blasfemo.

Pero si hay un colectivo que desde hace meses genera más preocupación entre los efectivos policiales es el de los menores, el de chavales de unos 15 años que se están radicalizando con mucha facilidad por la «permeabilidad» de su edad y con pleno desconocimiento de sus padres.

Hace tan solo dos semanas, la Policía detuvo a tres chicos –dos de 16 años y uno de 15– en Madrid y Barcelona. Tenían descargados manuales de fabricación de explosivos, más allá de estar muy radicalizados y de mostrar su intención de llevar a cabo una acción terrorista.

Desde este cuartel general de la lucha contra el yihadismo llevan meses detectando esta tendencia impulsada por el cada vez mayor consumo de contenidos en redes sociales y chats de mensajería entre los adolescentes.

«Sigue habiendo adoctrinamiento presencial pero, sobre todo, hay un importante incremento de la autorradicalización virtual entre estos chicos, en su mayoría musulmanes, pero también hay conversos», advierte el investigador, que apunta la peligrosidad del consumo de contenidos e imágenes entre este sector de la población, pues se muestra «muy permeable» a estos estímulos y, peor aún, «muy impredecible» en su respuesta.