Crítica de cine

Estás cansado, John McClane

Lla jungla. un buen día para morir». Director: John Moore. Guión: Roderick Thorp y Skip Woods Intérpretes:Bruce Willis, Jai Courtney, Sebastian Koch, Cole Hauser. EE UU, 2013. Duración: 97 minutos. «Thriller».

Estás cansado, John McClane
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El actor chulito. Así conocen a Bruce Willis en plan castizo. La mueca socarrona de su minúscula boca, el gesto de quien se las sabe todas, la mirada de los que han visto más de lo que debieran y, sin embargo, se divierten con la cosa. Quien tuvo, retuvo, pero tampoco es menos cierto el dicho de que los años pasan, que la vida pesa un montón y, a veces, en Hollywood una estrella de aquella forma acaba convertido en un actor de verdad, o sea. Tras una carrera de éxitos taquilleros venturosos y varias interpretaciones buenas, serias (que no quiere decir aburridas), Willis se acaba de plantar en la quinta entrega de «La jungla de cristal» otra vez dentro de la piel de John McClane con más arrugas, los mismos pelos que en la anterior, menos cinismo (aunque a veces, por fortuna, alguna frase se le escapa) y un hijo demasiado soso y crecidito para su edad. Ahora, ambos alían fuerzas y cargan contra los pérfidos rusos, que, por lo que vemos, todavía tienen mucha guerra que dar en la pantalla.

Los primeros compases del filme prometen algo que luego se evapora pronto: la tristeza de un padre demasiado ausente, los remordimientos cuando llegas a una edad y te das cuenta de que, en el fondo, todo lo que creías importante no era nada, el convencimiento de que la evidente barriguita no supone el verdadero lastre, sino las pocas ganas ya. Por desgracia, decíamos, rápidamente la película enseña sus auténticas armas y la nostalgia y los errores y lo que viniera después se van al garete en favor de tiros, explosiones, choques de vehículos a troche y moche, la acción desenfrenada de siempre. Al final, pues, ni héroe cómico de antaño ni antihéroe harto de correrías. Da la sospechosa impresión de que el otrora carismático John McClane, que interpreta Willis con una extraña mezcla de lejanía y un poco de compasión por el personaje, parece no importarle ni al director, ni a los guionistas, ni a nadie. Qué pena, y qué lejos queda ya aquel tipo encantador un poco absurdo y en camiseta.