Educación

La libertad de elección en la educación de los hijos es incuestionable

Opinión

Derecho a decidir la educación de tus hijos
Derecho a decidir la educación de tus hijoslarazon

Leo en twitter lo siguiente escrito por mi colega la periodista Cristina Fallarás: “La libre elección de colegio no es un derecho. Es más, atenta contra la igualdad educativa. Y contra la igualdad en general. La educación debe ser pública y gratuita para todo el alumnado. Ah, y se podría ir empezando por hacer desaparecer cualquier apoyo/concierto a la Iglesia”. Esto de defender una cosa y la contraria a mí me encanta, qué quieren que les diga, soy amante de este tipo de galimatías.

Vamos a ver cómo me las ingenio para poder explicar de la manera menos farragosa posible esto que para mí es, a todas luces, un despropósito. La frase “La libre elección de colegio no es un derecho” es, para empezar, un oxímoron. La libertad en una sociedad democrática es un derecho adquirido que ha costado siglos conseguirla. No se puede defender de un lado la libertad de una mujer para, por ejemplo abortar (que defiendo) y, por el otro, no defender la libertad de esa misma madre para elegir qué educación le da a sus hijos. Es totalmente incompatible una idea con su contraria (normal).

Creo que Fallarás mezcla, además, dos conceptos. De un lado tenemos que hablar de la libertad para elegir escuela pública que ya es pública y gratuita para todos, todas y todes (que no se me olvide nadie por Dios) y de otro, cuando hablemos de la concertada y la privada, también.

Para el caso de la pública: no creo descubrir la rueda si digo que no todos los colegios públicos son iguales aunque se rijan por el mismo criterio educativo (bueno, en el caso de España tenemos que hablar, para más inri, de 17 sistemas educativos. Ahí es nada. Los colegios los forman personas y cada persona es un mundo por lo que es imposible encontrar un colegio idéntico a otro. Es humano y absolutamente natural que cada uno tenga sus preferencias y lo ideal sería poder elegir aunque la mayoría de las personas suelen escoger el colegio que quede lo más cercano al domicilio de los que haya disponibles por distrito.

Pero creo que mi colega no quiere referirse a eso sino a la sempiterna cruzada que cierta izquierda tiene contra los creyentes y su deseo y derecho a elegir la educación católica para sus hijos. Pues mire, oiga, lo normal. No espere que un vegano lleve a su hijo al Mac Donald´s.

Pero vayamos por partes. El derecho de los padres a elegir una educación es algo natural y que, además, recoge nuestra carta magna en el artículo 27. Derecho a la educación y libertad educativa son dos caras de la misma moneda. Ambos términos aparecen juntos en el artículo 27.1 de la Constitución, porque sin libertad de educación, no se puede ejercer el derecho a la educación.

El Estado debe facilitar la estructura educativa necesaria para dar cumplimiento a ese derecho de las familias. La Declaración de los Derechos Humanos y la Constitución reconocen que los poderes públicos están obligados a garantizar la libertad educativa de las familias y el derecho de los padres “a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.

De la misma manera que los ateos tienen todo el derecho del mundo a que sus hijos no escuchen hablar de Dios los creyentes también tenemos derecho a elegir una educación católica o presbiteriana. Ya me entienden. Yo soy católica, siempre lo digo, bueno más bien lo confieso porque el ser católico ahora es como ser gay en los años cincuenta y, siendo católica (además de las que creen en la confesión, comunión y demás sacramentos), he elegido para mis hijos una educación laica, concretamente la francesa que no puede ser más laica. Y he elegido esa educación por muchísimas razonas pero la primera es porque me ha dado la real gana y las siguientes no vienen al caso en este artículo.

Vayamos ahora a otro tema espinoso: la educación diferenciada. A mí me parece bien por un lado (la madurez en las niñas es más temprana en líneas generales) y, por otro me parece menos bien porque la sociedad es mixta y cuanto antes lo sepan y lo vivan, mejor. También quiero decir que yo fui a un colegio laico, privado y femenino y hasta donde yo sé mi relación con el sexo masculino carece de trauma alguno y es lo esperable en una persona perfectamente normal.

Si unos padres quieren que sus hijas vayan a colegio de chicas por las razones que sean es legítimo. Como es legítimo que unos padres elijan un colegio en catalán en todas sus materias, ¿verdad, Cristina? Es más, ya que me saco yo misma el temita de marras, si nos ponemos así que me expliquen el motivo por el cual algunos padres en Cataluña tienen más derechos que otros porque a mí que me cuente Fallarás o quién quiera el razonamiento para explicarme semejante desaguisado. Porque así, a bote pronto, a mí todo esto me parece de una jeta inexplicable y como diría mi colega y amiga Rebeca Argudo “y yo de este burro no me bajo”.

Resumiendo, que aquí esto viene siendo como la libertad de expresión. No se puede defenderla solo para los que piensan como nosotros porque de lo contrario estaríamos entrando en el farragoso terreno de la censura. Esto sí, esto no que me ofende. Si una musulmana tiene derecho a que sus hijos no coman cerdo en el colegio público, una creyente o mediopensionista tiene derecho a elegir la educación de sus hijos. Como si elige llevarla a clase de costura porque ¿a qué convienen conmigo que si a dicha clase asiste un niño lo políticamente correcto aplaudiría y si va una niña se escandalizaría?

Cada padre, cada madre tiene todo el derecho a elegir educación, así como el nombre que le pone a sus descendientes o lo que sea que concierna a cómo educar, a qué valores transmitir. ¿O es que Cristina Fallarás no está educando a sus hijos según su criterio, según lo que ella cree que es lo correcto?

Miren, y ya con esto acabo, la educación igualitaria a mí me pone de los nervios porque enseguida me retrotrae a esas imágenes de niñas y niños norcoreanos cantando al unísono alabanzas a Kim Yon Il. Y, ahora que caigo ese país, si no me falla la memoria, es una dictadura comunista. Acabáramos. Veo que ya me han pillado. Pues eso.

Gema Lendoiro es periodista, responsable del canal de Familia y Mujer de larazon.es y madre de dos niñas y un niño.