
Psicología
Ansiedad social en niños: mucho más que simple timidez
Tratarla a tiempo es esencial para que puedan disfrutar de una infancia plena, desarrollar confianza en sí mismos y relacionarse con su entorno de forma saludable

La timidez es un rasgo de personalidad que no siempre representa un problema. Sin embargo, cuando la timidez se convierte en un miedo intenso y persistente a interactuar con otros, podríamos estar frente a un caso de ansiedad social infantil.
La psicóloga especializada en infancia y adolescencia, Mariana Capurro, explica que la ansiedad social en niños se manifiesta como un temor profundo a situaciones en las que pueden sentirse juzgados o evaluados por otras personas. Este problema afecta entre el 3% y el 7% de los niños, siendo más frecuente en niñas.
¿Qué es la ansiedad social en la infancia?
La ansiedad social se considera un trastorno cuando interfiere de forma significativa en la vida diaria del niño, limitando su capacidad para relacionarse o realizar actividades cotidianas. Según Capurro, este trastorno implica un miedo constante a pasar vergüenza o ser ridiculizado en público.
Diferencias entre timidez y ansiedad social en niños
Identificar la diferencia entre un niño tímido y uno con ansiedad social es clave para ofrecerle la ayuda adecuada. Un niño tímido puede sentirse nervioso inicialmente, pero se adapta con el tiempo. En cambio, un niño con ansiedad social muestra un miedo extremo y persistente ante cualquier situación social.
Algunos signos de alerta incluyen:
Llanto, bloqueos o esconderse detrás de los padres.
Quejas frecuentes de dolores de cabeza o estómago antes de eventos sociales.
Evitar sistemáticamente actividades como cumpleaños, colegio o juegos en grupo.
Para que se considere ansiedad social, estos síntomas deben durar al menos seis meses y aparecer siempre en situaciones similares.
Consecuencias de la ansiedad social no tratada
La ansiedad social en la infancia puede afectar gravemente el desarrollo emocional, social y académico del niño o adolescente. Evitar la escuela o actividades extracurriculares limita su aprendizaje y relaciones. Si no se trata, la ansiedad social puede derivar en depresión, otros trastornos de ansiedad y baja autoestima en el futuro.
Para ayudar a un niño con ansiedad social, la empatía y la comprensión son fundamentales. Obligarles a enfrentarse a sus miedos de forma brusca puede ser contraproducente. Mariana Capurro recomienda:
Exposición gradual: Animarles a participar poco a poco en actividades sociales, sin forzar.
Técnicas de comunicación: Usar juegos de rol para practicar habilidades sociales.
Educación emocional: Enseñarles a reconocer y gestionar sus emociones y practicar técnicas de relajación.
Apoyo profesional: Acudir a un psicólogo infantil especializado para trabajar la ansiedad y prevenir problemas futuros.
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