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Cómo la lactancia del bebé canguro puede ayudar a los bebés prematuros

Un equipo de investigadores australianos busca identificar las moléculas bioactivas presentes en la leche del wallaby, un pequeño canguro, que contribuyen al desarrollo de una cría sana para mejorar el tratamiento de bebés prematuros. La comparación de la lactancia humana con la del canguro ha permitido describir cómo se adapta la leche del wallaby a las necesidades de su cría. La investigación se centra en la búsqueda de las moléculas que favorecen el desarrollo de pulmones, intestino y cerebro, principales órganos con problemas funcionales en los bebés prematuros.

Cómo la lactancia del bebé canguro puede ayudar a los bebés prematuros
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El estudio de la lactancia del wallaby de Tammar, un pequeño canguro de Australia, puede mejorar la salud de los bebés prematuros. Comparar la composición de la leche del marsupial y la humana ha permitido a un equipo de investigadores australianos describir la bioactividad de la leche de la madre canguro y cómo esta se adapta a las distintas fases de desarrollo de la cría

El estudio de la lactancia del wallaby de Tammar, un pequeño canguro de Australia, puede mejorar la salud de los bebés prematuros. Comparar la composición de la leche del marsupial y la humana ha permitido a un equipo de investigadores australianos describir la bioactividad de la leche de la madre canguro y cómo esta se adapta a las distintas fases de desarrollo de la cría. La identificación de las moléculas bioactivas presentes en su leche materna y del momento concreto en que son transmitidas a la cría puede conducir a la implementación de nuevos tratamientos para los bebés prematuros, cuyo organismo se asemeja al de este mamífero, que solamente permanece en el útero de su madre 26 días, una gestación más corta que en la mayoría de familias de canguros.

La investigación, que será presentada por el profesor Kevin Nicholas de la Universidad de Monash (Australia) en el XIV Simposio Internacional de Lactancia Materna organizado por Medela en Londres los días 4 y 5 de abril, parte de la premisa de que, si las crías de canguro, a pesar de su corto periodo de gestación, crecen sanas gracias a la leche materna, ¿por qué los bebé prematuros no? ¿La ausencia de qué factores expone a los bebés prematuros a sufrir enfermedades crónicas que pueden condicionar su correcto desarrollo?

La hipótesis de los investigadores sostiene que esta diferencia en la salud de los recién nacidos es provocada por las variaciones en la composición de cada leche materna y los tiempos de lactancia. En el caso del wallaby, se ha demostrado que la bioactividad de la leche materna cambia a lo largo de los 300 días de lactancia para adaptarse a las necesidades de su cría. Por ello, conocer la composición exacta de la leche de los marsupiales en cada momento puede dar lugar a nuevas estrategias para el cuidado de los bebés en las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN).

Concretamente, la investigación está centrada en identificar qué moléculas en la leche materna del wallaby de Tammar potencian el desarrollo de pulmones, intestino y cerebro, principales órganos que se ven afectados por la interrupción del embarazo en los bebés prematuros. Estudios in vitro han demostrado que, durante los primeros 100 días tras el parto, la leche del wallaby de Tammar tiene claros indicadores que inducen la diferenciación de las células para continuar con la formación de estos órganos fuera del útero. Un ejemplo de esta fuerte bioactividad en la leche marsupial es el crecimiento de los pulmones de los canguros. Tras el nacimiento, los pulmones de la cría no son funcionales, sino que respira a través de la piel durante 2 semanas. La leche materna produce la maduración de los pulmones hasta que están listos para cumplir su función.

Big Data para comparar la lactancia entre especies

La comparativa de ambas lactancias hace pensar que muchas de las moléculas bioactivas que la madre wallaby pasa al recién nacidos a través de la lactancia, llegan al feto humano durante la gestación, a través de la placenta y el líquido amniótico, en las últimas fases del embarazo. Por ello, los bebés prematuros, presentarían un menor desarrollo de sus órganos y funciones vitales, a pesar de los beneficios de recibir el calostro y la leche materna. Para comparar la composición de la leche materna, el equipo de la Universidad de Monash emplea una base de datos de genomas, de ADN.

Con la información recopilada, los investigadores identifican qué genes expresan determinada proteína implicada en el crecimiento de una cría de canguro sano. Después, buscan una secuencia similar de genes en el ADN humano y tratan de determinar en qué momento se producen dichas proteínas: en el útero, en el calostro o en la leche materna. Un proceso meticuloso aún en marcha con el que se espera poder determinar qué necesitan los bebés prematuros para crecer sanos.

La investigación refuerza la importancia del calostro

Los datos a exponer en el congreso promovido por Medela en Londres demuestran también la importancia del calostro para los bebés prematuros. La comparativa entre las dos lactancias desvela que muchos de los factores que inducen el correcto desarrollo del bebé no se encuentran solo en la placenta y el líquido amniótico, sino que también están presentes en el calostro. Así, aunque los bebés prematuros vean interrumpido el tiempo de gestación, el calostro les va a ayudar en esos primeros días.

En base a ello, el profesor Nicholas propone un examen detallado de las propiedades del calostro y sus beneficios para los bebés pretérmino, así como la identificación, en posteriores estudios, de las moléculas concretas que lo componen para mejorar la atención a los recién nacidos en las UCIN, ya sea a través de sacaleches que permitan a la madre extraer el calostro o reforzando la nutrición de los bebés con moléculas bioactivas.

El experto ha insistido además en la importancia de que los profesionales sanitarios den apoyo y asistencia a las madres de los bebés prematuros para hacer efectiva la lactancia. Un momento clave para combatir el mayor riesgo de mortalidad y enfermedades crónicas de los recién nacidos.