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Familia

Cómo proteger la piel de toda la familia en invierno: consejos de la esteticista Carmen Navarro

La esteticista explica a LA RAZÓN por qué durante esta época del año la piel se reseca, se vuelve más sensible y qué rutinas conviene reforzar para mantenerla sana desde la infancia hasta la madurez

Madre e hija dándose crema Gustavo Fring

El invierno no solo trae frío y calefacciones al máximo. También supone un reto para la piel de toda la familia. La esteticista Carmen Navarro, con más de cuatro décadas de experiencia en el cuidado cutáneo, explica por qué durante esta época del año la piel se reseca, se vuelve más sensible y qué rutinas conviene reforzar para mantenerla sana desde la infancia hasta la madurez.

Las bajas temperaturas provocan vasoconstricción y una reducción de la microcirculación, lo que impide que la piel reciba suficiente oxígeno y nutrientes. El resultado es una piel “más seca, más apagada y más reactiva”. Según Navarro, esto ocurre en todos los grupos de edad: en los más jóvenes suele traducirse en deshidratación y pequeñas descamaciones; en las pieles maduras, en un mayor deterioro porque su capacidad de regeneración es menor. En los hombres, pese a tener una piel más gruesa, el impacto es el mismo: pierden agua y se sensibilizan con el viento y el frío.

Señales de alerta: tirantez, picor y rojeces

En invierno, la humedad ambiental baja y la piel pierde agua por evaporación. A esto se suma el contraste entre el exterior frío y las calefacciones, que dañan la barrera cutánea. Navarro recomienda vigilar síntomas como tirantez, picor, descamación fina o enrojecimiento, especialmente si el maquillaje deja de asentarse bien o la piel parece “que no aguanta nada”.

La rutina básica que funciona para toda la familia

La experta resume el cuidado diario invernal en tres pasos: limpiar, hidratar y proteger.

  • Limpieza suave, sin geles espumantes ni exfoliantes agresivos. Mejor leches, aceites o bálsamos.

  • Hidratación rica en lípidos, para reforzar la barrera.

  • Protección solar diaria, incluso en días nublados. El UVA atraviesa nubes y cristales, por lo que Navarro recomienda SPF 30 o 50 todo el año.

En casa, un sérum con ácido hialurónico y una crema nutritiva funcionan para todos los miembros de la familia, igual que prestar atención especial a labios y manos, las zonas que más sufren.

Ingredientes aliados del invierno

Ceramidas, escualano, pantenol, niacinamida, alantoína o manteca de karité son algunos de los activos que Navarro destaca por su capacidad para proteger y reparar la barrera cutánea. En pieles muy secas o sensibles, también recomienda urea para atraer agua y fórmulas sin fragancias ni alcohol.

Además, resalta el valor de los factores de crecimiento, capaces de estimular la regeneración y mejorar la tolerancia cutánea, algo clave cuando el frío y los cambios bruscos de temperatura alteran la piel.

Calefacción: el enemigo silencioso

Si el frío reseca, la calefacción “reseca mucho más”. Navarro aconseja humidificadores, ventilación diaria, beber más agua y aplicar cremas nutritivas antes de dormir. También ayudan las brumas hidratantes para reaplicar durante el día.

Las pieles frágiles requieren máxima protección: cremas ricas en lípidos, fórmulas sin perfume ni alcohol y activos calmantes como avena o pantenol. Para los niños, la experta recuerda evitar baños largos con agua caliente y secar la piel sin frotar antes de aplicar un emoliente.

Tres mitos que conviene desterrar

Navarro aprovecha para desmontar algunas ideas muy extendidas:

  • “En invierno no hace falta protector solar”: falso.

  • “La piel grasa no necesita hidratación”: todas las pieles necesitan agua.

  • “Las cremas más espesas hidratan mejor”: depende de la fórmula, no de la textura.

¿Cuándo acudir a un especialista?

Si aparecen eccemas, irritación persistente, descamación intensa o brotes que no remiten, o si los cuidados habituales dejan de funcionar, conviene consultar a un profesional. Según Navarro, “un tratamiento personalizado puede recuperar la piel mucho más rápido”.