Día Internacional de la Mujer

“Está genial echarle la culpa a los demás de nuestra situación, nos quita un gran peso. Pero eso no nos va a hacer avanzar”

Entrevista a Ana Porras, empresaria, por el día Internacional de la Mujer

Ana Porras es madre de 3 hijos y empresaria
Ana Porras es madre de 3 hijos y empresarialarazon

Ana Porras Guerrero es una mujer de 42 años, casada y madre de tres hijos y que tiene dos empresas: Yo soy mujer, un espacio dedicado a poner en valor acciones que hacen mujeres del entorno de su ciudad, Málaga y Cenas con Chispitas y Business & Brunch, empresa que se dedica a organizar eventos. No secundará la huelga.

Ana Porras Guerrero es una mujer de 42 años, casada y madre de tres hijos y que tiene dos empresas: Yo soy mujer, un espacio dedicado a poner en valor acciones que hacen mujeres del entorno de su ciudad, Málaga y Cenas con Chispitas y Business & Brunch, empresa que se dedica a organizar eventos.

-¿Va a hacer huelga el 8 de marzo?

-Pues la verdad es que no lo he contemplado ni como una opción. Mi empresa soy yo, y si ese día no dedico las 11 o 12 horas que le dedico a diario, seré yo la que tenga que sacar al día siguiente ese trabajo adelante. Pero no es sólo ese el motivo, si pensase que sirve para algo me sumaría de alguna forma. Pero no creo en la necesidad de hacer esta huelga. Hace 40 años podía tener sentido reivindicar nuestros derechos de esa forma, y con manifestaciones, pero hoy me parece que es totalmente innecesario y que no lleva a nada. Hay otras vías mucho más efectivas. Creo que cada una, desde nuestro pequeño ámbito de actuación, tenemos el enorme poder de ir cambiando las cosas.

Por otra parte, los puntos que detallan en el manifiesto me parece mezclar churras con merinas, es un “vamos a protestar por todo”. Tampoco entiendo por qué se apoderan ciertas mujeres de ciertas ideologías del feminismo. Sólo ellas pueden defenderlo y tiene que ser a su manera y con sus formas. Formas que, por cierto, me horrorizan. A mí no me representan. La que crea en el manifiesto de principio a fin que vaya a la huelga y a las manifestaciones, tienen todo mi respeto. En esta vida hay que ser coherente. Aunque por lo que percibo a mi alrededor hay mujeres que van a salir a la calle sin ni siquiera haberlo leído. Cada vez analizamos y reflexionamos menos y nos dejamos más llevar por la masa.

Cada día sustituyo el por qué hago las cosas por el para qué las hago. Si te planteas la vida así pierdes mucho menos el tiempo en cosas que no te aportan. Ese día seguiré trabajando como todos, y como todos seguiré apostando por dar visibilidad a las mujeres desde mi pequeña parcela y en mi entorno. Mujeres de las que merece la pena conocer sus historias y que tienen algo que aportar, que pueden servirnos de modelos a otras para continuar en nuestro camino. Las mujeres pocas veces tenemos ese afán de protagonismo o de ponernos de ejemplo de nada, la mayoría de las veces nos quitamos méritos. Seguiré trabajando para que entre nosotras mismas aprendamos a respetar las decisiones de las demás y las distintas formas que hay de vivir el ser mujer en toda su dimensión.

-¿Se considera usted feminista?

Feminista sí, hembrista no. Creo que hay una gran parte que vive el feminismo desde el victimismo, la queja y el odio y se han apropiado del título de feministas cuando lo que están haciendo es lo mismo que ha hecho y hace el machismo, están cayendo en los mismos errores. Creo en la mujer y en que debemos tener las mismas oportunidades que han tenido ellos, somos muy valiosas para la sociedad y hay que apostar por poner en valor nuestro talento. Pero hay un feminismo mal entendido que va a eso de “quítate tú para ponerme yo”. En ese camino se han convertido ellas en todo eso que critican de los hombres. No podemos masculinizarnos y tampoco debemos permitir que se hable de nuestros problemas o las particularidades que nos enfrentamos como mujeres sólo en foros femeninos. Los hombres tienen que estar a nuestro lado y darnos la mano. En esto tenemos que estar juntos. Pero mientras no los incluyamos va a ser complicado.

Antes era muy partidaria de las asociaciones empresariales de mujeres, de los foros femeninos, pero cada vez huyo más. ¿Qué pasaría si en la actualidad ellos hiciesen asociaciones en los que se nos vetase el acceso a las mujeres sólo por el hecho de serlo? ¿Qué pasaría si organizasen foros sólo para hombres? Nos echaríamos encima, los tacharíamos de machistas, de sectarios, y sin embargo nosotras lo hacemos.

Hablamos de los problemas a los que nos enfrentamos en jornadas en las que solo estamos nosotras, y nosotras ya estamos convencidas, a los que hay que concienciarlos es a ellos. Y hay otras vías que no pasan por acciones excluyentes. Es igual que las campañas contra los malos tratos. Las dirigen a nosotras. Ninguna mujer quiere que la maltraten. ¡Que empleen esos recursos en concienciarlos a ellos!

-¿Qué sensación tiene con el nuevo feminismo, el de nueva ola o el que ahora mismo tiene más visibilidad? ¿Está de acuerdo con él?

-Me parece que ha llegado el momento de plantarse y replantearlo todo. Ya no estamos en el año 1970 ni en 1908. Ya hemos visto lo que hemos conseguido, lo que nos falta por conseguir y deberíamos también ser críticas con las cosas en las que nos hemos equivocado. No podemos seguir ancladas en reivindicaciones de hace años que ya no tienen sentido, ni en el planteamiento que hay de que si esas ya no tienen sentido vamos a inventarnos otras.

Con los años y mi experiencia me he vuelto cada vez más práctica, será porque cada vez tengo menos tiempo y me gusta que sea provechoso en lo que lo empleo. Por eso creo que en vez de perder el tiempo en cosas absurdas deberíamos centrarnos en lo realmente importante.

También me he dado cuenta de que en esta vida todo comienza por ser coherente y reconocer tu responsabilidad. Está genial echarle la culpa a los demás de nuestra situación, nos quita un gran peso. Pero eso no nos va a hacer avanzar. Hay problemas reales que tenemos la mayoría de las mujeres y que no se están abordando, son problemas que afectan a toda la sociedad. Personalmente me aburren las campañas sobre juguetes sexistas o el empeño por usar el lenguaje según la ideología de género. Digo esto porque veo que se destinan unos fondos y unos recursos absurdos que se podían estar empleando para otras cosas. Si te sientes excluida porque en el colegio hay un cartel en el que pone “Reunión de padres”, el problema lo tienes tú. Mírate la autoestima y los complejos.

Hace poco alguien quería venderme que hiciera un reportaje sobre un plan de urbanismo que se había hecho desde la perspectiva de género...De verdad que en lo que pensé es en cuánto dinero se habrían gastado en eso y lo absurdo que me parecía.

Vamos a preocuparnos de que cada vez tenemos menos hijos y que eso terminará por acabar con el sistema de bienestar social que tenemos ahora mismo. Vamos a preocuparnos, si queremos que la mujer pueda trabajar, en hacer que los horarios de los colegios públicos sean más amplios y todo el mundo pueda tener acceso al comedor y a las actividades extraescolares. Vamos a emplear ese dinero que se gasta en proyectos que se han puesto de moda y que llevan el cartel del “género” en construir guarderías públicas y dotarlas de medios.

Me sorprende cuando la gente pide que el hombre tenga el mismo periodo de baja por paternidad que tiene la mujer. Es un tema que da para mucho y podría extenderme, pero sólo hay que mirar que biológicamente somos totalmente distintos, y emocionalmente también. Intentemos crear medidas para facilitar que la mujer que sea madre y así lo quiera, pueda dedicarse durante más tiempo a la crianza de su hijos, en vez de poner parches que lo único que hacen es perjudicar especialmente a los pequeños empresarios y de nuevo a toda la sociedad.

Me gustaría que se empleasen más recursos en impartir inteligencia emocional en los centros educativos. Al final, el éxito o la felicidad en la vida no se alcanza por tener más o menos conocimientos sobre algo, sino en desarrollar una capacidad de análisis, espíritu crítico y una actitud proactiva. La diferencia en la vida la marca en cómo gestionas las emociones y a eso no nos enseñan. Ahora que se habla tanto de la co-educación en los centros educativos en la mayoría de los casos se limitan a explicarles a los niños la importancia del reparto equitativo de tareas en el hogar, y es algo mucho más profundo que eso lo que habría que tratar. Las mujeres tenemos muchísimo que aportar a la sociedad en muchos sentidos, y a veces se nos olvida todo lo maravilloso que tenemos por el hecho de ser mujeres y desvaloramos los dones que la naturaleza nos ha dado.

Todo esto lo digo poniendo como contexto la situación que se vive en nuestro país, en otros países en los que la situación de la mujer es más precaria hacen falta otras medidas. Allí posiblemente sí que hace falta lanzarse a las calles y a las barricadas.

-¿Ha sentido muchas veces el machismo en su trabajo o vida cotidiana?

-Fui madre antes que trabajadora en una plantilla con una media de edad de 25 años en la que nadie tenía hijos. En ese momento sentí la falta de empatía tanto por parte de mis compañeros como de mis compañeras. Evidentemente, el machismo es una realidad que no podemos obviar. Pero todo está en cómo tú lo quieras ver. Tú eliges, la barrera está, pero o te dedicas a darte golpes contra ella o la saltas. Es cuestión de actitud. He sentido más machismo cuando trabajaba por cuenta ajena que ahora que trabajo para mí. Entre autónomos y empresarios siempre me han tratado de tú a tú.

Hay una tendencia actualmente curiosa en los trabajos. Si tú dices que tienes que ir al ginecólogo porque estás embarazada, te miran mal. Si es el hombre el que dice que va a acompañar a su mujer al ginecólogo, que le van a hacer una ecografía, todo el mundo le alaba el gesto. Y eso pasa con más temas que afectan a la maternidad o la paternidad con respecto a la laboral. En mi vida personal también lo he vivido, y muchas veces por parte de otras mujeres. Hubo un momento en el que me ofuscaba y llenaba de rabia, ahora sigo mi camino de frente e intento no mirar a los lados, que no me afecte. Hagas lo que hagas no puedes gustar a todo el mundo, así que ya solo busco gustarme a mí misma y a los que de verdad me quieren hacerlos más felices, e irme a dormir cada noche con la conciencia tranquila. Allá cada cual con sus limitaciones y creencias. Ya te digo que más que de pancartas soy de acciones pequeñas pero que tengan resultado.

Creo que hay una realidad que pocas veces se pone sobre la mesa de manera explícita cuando hablamos de la incorporación de la mujer al mundo laboral, y es que la gran diferencia la marca la maternidad. Una mujer que no es madre o que no tiene personas a su cargo, puede competir en las mismas condiciones que un hombre. Cuando una mujer es madre, para empezar, cambia por completo su orden de prioridades. No es que seas menos responsable en el trabajo, pero sí te encuentras con limitaciones por ejemplo para hacer algo que está muy de moda y lamentablemente bien visto en nuestro país: el calentar la silla.

Desde mi punto de vista la maternidad es un plus. Cuando tienes personas que dependen de ti te vuelves mucho más organizada, más efectiva, y además aprendes a darle importancia a lo que realmente lo tiene. Sé que es generalizar, pero es al menos lo que he vivido en mi entorno.

Es igualmente cierto que queda genial decir que los hombres tienen que compartir con nosotras el cuidado de los hijos y ser co-responsables .Y así debería ser, pero la realidad está ahí, y salvo contadas excepciones el cuidado de los hijos sigue recayendo mayoritariamente en la madre, muchas veces porque no nos queda más remedio si no queremos vivir en una lucha continua y en otras casos porque nos sale así y lo elegimos.

He visto una y otra vez cómo las mujeres cuando tienen hijos se vuelven más eficientes en su trabajo, rentabilizan mejor el tiempo, e intentan hacer todo lo posible para volver a casa y estar con sus hijos. Ellos, sin embargo, cuando son padres –estoy generalizando y recalco que no todos son así– se apuntan a la liguilla de fútbol local, al circuito de pádel o pasan más horas que nunca en el trabajo, alargando la jornada artificialmente. Posiblemente a la mayoría de nosotras tampoco nos apetece llegar a casa después de una jornada de trabajo y ponernos con los baños, deberes y las cenas, pero entendemos que es cuestión de coherencia. Cuando tomas la decisión de tener hijos sabes que ganarás en un sentido pero que también vas a tener que renunciar a otras cosas.

Antes la mujer estaba educada para ser madre, esposa y desatender sus deseos, de hecho no les estaba permitido en muchos casos tenerlos. Las que tenemos ya entre cuarenta y cincuenta y tantos nos hemos criado y educado en otras necesidades, también tenemos aficiones, queremos tiempo para nosotras, tener nuestro propio espacio, pero entre la obligación y nuestro ocio, al final nos decantamos por la responsabilidad.

Nosotras hemos avanzado intentando llegar a todo a una velocidad a la que ellos ni se han acercado. Nosotras hemos salido de casa y ellos no han entrado en el hogar, y no hablo solo de las tareas domésticas. Cuando decía antes que creo que deberíamos replantearnos todo en torno a la igualdad y a los pasos que hemos dado y cómo los hemos dado, es principalmente porque creo que hay algo que no estamos haciendo bien. En los institutos hay más casos de violencia de género que nunca y la mayoría de los adolescentes tienen unas carencias emocionales brutales. Nos está pasando factura cómo estamos haciendo las cosas y yo personalmente no sé cuál es la solución. Si lo pienso entro en bucle y no salgo de ahí. Siempre se ha dicho que el colegio está para formar académicamente y la familia para educar, pero es que muchas familias no están educando, aunque no sean conscientes de ello.

Yo, por mi parte, si no hubiese sido porque tenía a mis padres que han sido y son con mis hijos mis pies y mis manos, en muchísimas ocasiones no hubiese podido hacer una cuarta parte de lo que he hecho nivel profesional. Hay sueldos que te permiten tener a una persona externa que te eche una mano, pero la mayoría, no. Y aún así hay cosas de la educación de los hijos que no se pueden delegar. Así que te tienes que buscar la vida o pedir una reducción de jornada, que la mayoría ni se lo puede permitir porque nos hemos metido en una forma de vida en la que en una casa normalmente son necesarios los dos sueldos. Tenemos más necesidades que nunca, más bienestar material que nunca, y sin embargo cada vez vivimos en una sociedad más infeliz.

-¿Cree usted que existe la brecha salarial?

-He leído mucho sobre el tema porque en mi vida no he conocido a ninguna mujer que la haya padecido directamente y es una pregunta que me he hecho a mí misma. Me relaciono y entrevisto a muchas mujeres y ninguna me habla de la brecha salarial cuando nos referimos a los problemas a los que nos enfrentamos las mujeres. Pero a lo mejor es por el entorno en el que me muevo.

Está claro que si hacemos una media global ellos ganan más que nosotras, simplemente porque todavía están en los puestos más altos. Posiblemente sigan existiendo empresas que paguen menos a la mujer que al hombre en un mismo puesto, si existe esa reclamación será porque existe en cierta medida esa realidad. Pero vuelvo a lo que decía antes, hablo y entrevisto a muchas mujeres y ninguna me habla de la brecha salarial, me hablan de otros problemas con los que se enfrentan en su día a día y que requieren de una solución inmediata.

-¿Y el techo de cristal?

-Y el suelo pegajoso y el techo de cemento, del que le oí hablar hace poco a Nuria Chinchilla. Creo que igual que nos siguen poniendo impedimentos para llegar a determinados puestos, porque consideran que tenemos ciertas ataduras, cada vez somos más nosotras las que no queremos llegar a ciertos cargos en determinados momentos de nuestra vida. Ya sabemos lo que supone, ya sabemos que la superwoman no existe, y cada vez somos más conscientes de todo lo que dejamos atrás y todo lo que metemos en la mochila cada vez que decidimos dar un paso más en nuestro ascenso profesional. ¿Estamos dispuestas a seguir cargando esa mochila con el planteamiento que hay actualmente de lo que supone?, creo que muchas veces no. Acceder a determinadas responsabilidades supone pagar un precio muy alto la mayoría de las veces, pero tanto para mujeres como para los hombres. Repito, toda decisión conlleva una renuncia. Es cuestión de hacer una valoración personal y sopesar qué renuncia nos cuesta menos sobrellevar.

Las mujeres deberíamos empezar a vivir con menos ansiedad determinados conflictos en los que nos metemos. La vida está formada por etapas, y a lo mejor con treinta y tantos años y tres niños pequeños es muy complicado viajar continuamente o salir a las 8 de la mañana de casa y volver a las 11 de la noche, pero los hijos crecen y las circunstancias cambian. Una mujer con 50 años antes era una mujer mayor, actualmente está en una de las etapas más plenas de su vida. Tiene más tiempo para ella, sabe mejor lo que quiere y afronta la vida con otra experiencia. Las mujeres no deberíamos dejar de formarnos nunca y la sociedad debería aprender a valorar todo lo que puede aportar una mujer de esa edad a la empresa.

-¿Qué le parece que exista una cuota femenina para los consejos de administración?

-Nunca he sido muy amiga de las cuotas ni de la discriminación positiva. Quizás sea una idealista, pero creo mucho en la meritocracia. Es lo que debería primar. Las cuotas han sido necesarias en determinados momentos de la historia reciente para abrirnos puertas, pero quiero pensar que tanto en política como en los consejos de administración los que deberían estar ahí son personas que se lo han ganado, que lo merecen, que no lo marca el ser hombre o mujer. Evidentemente, las mujeres tenemos que estar. Cualquier empresa un poco inteligente tiene que ver que en el 80 por ciento de la decisión de consumo en el hogar lo tiene la mujer, no pueden dejar fuera nuestro punto de vista ni nuestra forma de hacer. Iría en su contra.

El gobierno debería fomentar medidas para retener el talento femenino en el ámbito empresarial. La maternidad debería dejar de suponer un problema para la empresa en la medida de que la disminución en la tasa de nacimientos se está convirtiendo en un problema grave para toda la sociedad.

-Es madre de niños y niñas. ¿Qué aspectos ha cuidado para educarlos en igualdad?

-Creo que más que en Igualdad como la entendemos, estoy intentando darles argumentos para enseñarles a elegir libremente cuando tengan que tomar decisiones en su vida como personas libres. A mí me educaron diciéndome que podía ser como un hombre, y en este camino me he dado cuenta que ni soy un hombre ni quiero serlo. No somos iguales, cada uno tiene cosas que aportar a la sociedad desde su género y sólo así sumamos, comprendiendo, respetando y valorando nuestras diferencias y la complementariedad.

Mis hijos, el niño y las dos niñas, están educados igual. Las niñas se llevan sólo 17 meses de diferencia y una sueña con ser una gran ejecutiva y a día de hoy dice que no quiere tener hijos, y la otra quiere tener familia numerosa y ser profesora de guardería. Las dos han visto el mismo ejemplo y reciben la misma educación. No soy una madre súper protectora, intento que desde pequeños hayan sabido enfrentarse y solucionar los problemas a los que se enfrentan. Si tienen un examen los que tienen que estudiar son ellos, no yo, y si no hacen los deberes tendrán que enfrentarse al día siguiente a su profesor o profesora y explicarles por qué no los han hecho. Creo que hay una gran parte de la población que está intentando compensar la falta de tiempo que dedicamos a los hijos con una protección desmedida que da como resultados hijos excesivamente dependientes y emocionalmente débiles. A veces me pregunto qué hijos estamos dejando a este mundo. Nos encanta culpar a la sociedad y a los políticos de todo, pero tanto lo sociedad como la clase política sólo son un reflejo de nosotros mismos.

Si lo que me preguntas es sobre el reparto de tareas domésticas, al igual que yo cuando tenía su edad, incluso ahora mismo, se quejan y protestan cuando tienen que echar una mano en casa, y lo hacen en igual medida los tres. No los educo como hombres y mujeres, sino como tres personas totalmente distintas, cada uno con sus particularidades. Entre ellos no tienen nada que ver.