Familia

La pareja cuando los hijos se van de casa

Si no se ha cuidado el matrimonio, la soledad del nido vacío puede pasar factura

La vida son ciclos. Cuando los hijos crecen y se van, toca un reencuentro con nuestra pareja
La vida son ciclos. Cuando los hijos crecen y se van, toca un reencuentro con nuestra parejalarazon

La familia en sí misma es un organismo o sistema que tienes sus ritmos, procesos y fases. Visto así, podemos entender que hay determinados momentos de cambios y adaptación constantes y requiere que todos los miembros de la familia asuman su situación de la forma más armónica posible.

La familia en sí misma es un organismo o sistema que tienes sus ritmos, procesos y fases. Visto así, podemos entender que hay determinados momentos de cambios y adaptación constantes y requiere que todos los miembros de la familia asuman su situación de la forma más armónica posible. En este sentido podemos dividir diferentes hitos de transición y cambio en el crecimiento de una familia, por ejemplo: Constitución de la pareja, nacimiento y crianza, la etapa de los hijos en edad escolar, la adolescencia de los hijos, la salida de los hijos del hogar, la pareja en edad madura y la pareja en la ancianidad. Ángel Fernández Sánchez

Psicólogo de Familia del Grupo Laberinto nos aporta las claves.

Las formas de relacionarse y las dinámicas establecidas en cada una de estas fases, será determinante en la formación de la siguiente. Por ejemplo: Las parejas que dejan “todo” por la crianza de los hijos pueden acusar a éstos de dejarlos solos, cuando en realidad lo que hay es una dificultad en la pareja para reencontrarse, estar solos o aceptar el paso del tiempo. Se puede también no asumir que los hijos están preparados para la emancipación, lo que se traduce en padres con hijos mayores pero muy dependiente de las dinámicas familiares, que conviven aun siendo muy mayores. Por tanto, el hecho de que los hijos logren la salida del hogar, y el modo en que se realiza esta salida, será determinante para superar la etapa correspondiente.

En cualquier caso, una pareja con hijos mayores, se enfrenta en general a lo que los expertos han denominado el síndrome del “nido vacío” que se define a través de la tristeza, vacío, soledad, melancolía, ansiedad o irritabilidad que se experimenta cuando sus hijos se marchan definitivamente de casa. Esto será más o menos grave, en tanto la aceptación de la etapa, las relaciones sanas y la dependencia familiar se haya trabajado previamente.

Estos cambios a nivel individual y familiar suponen en general un reencuentro con uno mismo y con su posición en relación a las nuevas formas de estar en el mundo. A veces estos cambios coinciden con otros (en el tiempo), por ejemplo, puede ser habitual que la salida del hogar de los hijos coincida con la reducción laboral parcial o total (por jubilación) de los padres. La sensación de soledad, angustia o vacío puede estar incrementándose por todas estas circunstancias.

El periodo estival es un momento difícil, ya que se hace evidente esta nueva situación. Los hijos mayores planifican sus vacaciones por su cuenta, los padres se encuentran en una situación nueva donde es posible experimentar esta situación que comentábamos antes. Pero no siempre es así. Algunas personas experimentan en esta nueva etapa una nueva oportunidad de disfrute y ocio, de tiempo y sobre todo de ausencia de responsabilidades en relación a la familia. El tiempo como principal valor para realizar actividades que hasta ahora no se han podido realizar por la responsabilidad de la crianza, el trabajo, etc. La adaptación a esta nueva etapa tiene que ver principalmente con un trabajo personal previo, una relación autónoma con lo hijos y una relación sana y de reencuentro con la pareja. Todos estos factores propician una transición más saludable a esta nueva etapa. En este sentido el periodo vacacional no se vive como un espacio de soledad y melancolía por el paso del tiempo, sino como una nueva etapa distinta donde se pueden realizar otras acciones sin las cargas y responsabilidades que antes se tenían.

En cualquier caso, hay determinados factores a tener en cuenta para asumir esta etapa vacacional de manera más sana y llevadera:

- Asumir el paso del tiempo: Si se da esta situación, implica que algo bien se ha hecho. Los hijos pueden planificar por su cuenta, organizar su vida y desprenderse de la protección que supone el estar con los padres. En este sentido la ausencia de los hijos en este periodo se puede entender como una buena labor parental.

- La pareja y amigos: El compañero/a está pasando por la misma situación que nosotros, por lo que compartir lo que nos pasa, hablar de nuestras emociones, compartir esta experiencia es la mejor manera de sentirnos acompañados en esta etapa. Si se afronta esta etapa solo/a lo mejor es compartir con amigos/a y conocidos. Si esto supone una dificultad, debemos afrontar esta etapa, como una nueva oportunidad de conocer gente que este pasando por los mismos procesos. Viajar en pareja, con amigos o grupos suele ser siempre una buena opción.

- Un espacio para redefinir nuestra posición en el mundo. Es importante ser consciente de las nuevas dinámicas que están por venir. Asumir nuevas posiciones en la familia, pasar a manejar las relaciones con nuestros hijos desde una distancia más cómoda, menos intrusiva, y asumir los nuevos roles que están por venir, por ejemplo, ser abuelo/a (este nuevo rol permite a los padres, ahora abuelos, tener un contacto más libre y placentero con los nietos que lo que tenían con sus propios hijos).

- Un momento para el reencuentro con la pareja: Estos espacios son propicios para retomar la relación conyugal. Es un momento para concluir proyectos o ideas que se tenían que hasta la fecha por la crianza de los hijos no se han podido materializar. Hacer ese viaje siempre soñado, generar esa actividad que siempre se quiso hacer, disfrutar del ocio, del tiempo...

Como cualquier transición y cambio es posible que las primeras veces que uno se enfrenta a esta situación se viva con tristeza, vacío, soledad, melancolía, ansiedad o irritabilidad, pero que con el paso del tiempo, se comience a adaptarse a esta nueva situación y se vean las ventajas que antes comentábamos. No obstante, si no es así, si lo síntomas perduran en el tiempo, si ocurren durante un periodo largo, es aconsejable acudir a profesionales que evalúen la situación y establezcan un tratamiento adecuado.