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La sexualidad después de toda una vida juntos

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Los que suman entre 25 y 50 años de casados y siguen queriéndose y respetándose “no como el primer día, sino mejor que el primer día”, al contrario de lo que nos pudiera parecer, tienen en los aciertos y los errores un ingrediente positivo de compatibilidad emocional para el matrimonio, donde el no haber sido siempre perfectos y el haber estado equivocándose y acertando ha sido todo un aprendizaje que les ha llevado a entenderse cada vez mejor.

Todas las parejas al principio, por mucho que crean que se conocen y se quieren, son como dos becarios en prácticas haciendo lo que pueden con lo que saben y lo que se quieren en compañía de sus defectos, todavía sin un pasado y con mucho futuro por delante. Los defectos de cada uno puede parecer que limitan la futura compatibilidad y felicidad de los dos. La perfección puede parecernos el aval necesario para alcanzar el bienestar corporal y espiritual y, sin embargo, la experiencia nos dice que el amor y la perfección no significa haber alcanzado ya la “compatibilidad 100% en pareja”. La compatibilidad en pareja es una carrera de fondo ya que no es: “un amor a primera vista” o un sentirnos a gusto porque “todo funciona a la perfección”.

Los que suman entre 25 y 50 años de casados y siguen queriéndose y respetándose “no como el primer día, sino mejor que el primer día”, al contrario de lo que nos pudiera parecer, tienen en los aciertos y los errores un ingrediente positivo de compatibilidad emocional para el matrimonio, donde el no haber sido siempre perfectos y el haber estado equivocándose y acertando ha sido todo un aprendizaje que les ha llevado a entenderse cada vez mejor.

De los aciertos y errores matrimoniales se puede hacer toda una pedagogía, ya que gracias a ellos todos podemos aprender y evolucionar pasando: “de ser una pareja que solo vive de sí misma, a ser una pareja que se consolida aprende y se entiende mutuamente”. El proceso de aprender de tus propios aciertos y errores, porque tus errores no te condenan, sino que te maduran y te enseñan a minimizar errores y a alcanzar mejores aciertos, es lo que te hace ser realmente compatible con quien compartes la vida”.

Muchas parejas rompen sus matrimonios después de años de vida en común por “incompatibilidad de caracteres”. Llegado a ese punto de su vida en común, los que no pudieron, no quisieron o no supieron ver en sus mutuos errores un posible aprendizaje para hacer de esa incompatibilidad emocional una posible “compatibilidad integral y mutua”, sus vidas terminan haciéndose incompatibles. Hay también otro tipo de parejas que llevando muchos años casados corren el riesgo de confundir “compatibilidad de caracteres” con “comodidad de caracteres”, y la realidad es que con el paso del tiempo se han ido vaciando emocional y afectivamente, por un “pudor mal entendido o por falta de un diálogo sincero”, que les fue llevando a dejar de trabajar juntos por una “compatibilidad integral” desde hace mucho tiempo.

Hablar de “compatibilidad emocional sin hablar de compatibilidad sexual” sería querer hacer un bizcocho sin usar azúcar.

Las parejas que llevando más de 30 años casados, el tema de “la compatibilidad sexual” han decidido de manera subliminalmente convertirlo en “un tema tabú” para evitar que sea “un tema conflictivo”, han terminado convirtiéndolo en “el Talón de Aquiles” de su “compatibilidad emocional”, aunque socialmente sean parejas felizmente casadas desde hace muchos años. Realmente “la compatibilidad sexual” en cualquier etapa de la vida matrimonial no debiera ser nunca un mito sino una de las fases del acoplamiento conyugal más importantes de cualquier pareja. Es una emoción que se vive de manera personal, subjetiva y se proyecta sobre el otro de una manera tan real como la vida misma y quien se atreva a decir lo contrario es que ya se le ha olvidado o todavía no lo conoce de verdad”.

La compatibilidad sexual:

No es fruto de la casualidad sino que se adquiere a través del aprendizaje de sumas y errores en la práctica mutua de la sexualidad desde el respeto y el amor entre los dos. Se perfecciona con el tiempo y el buen uso emocional de la sexualidad y se empobrece o se pierde con la falta de interés y/o un uso inadecuado de la sexualidad por parte de los dos. La actividad sexual es ilógica abandonarla con los años, ya que no solo está diseñada para tener hijos, sino también para comunicar afectos, sentimientos y pensamientos de manera íntima y este motivo es suficiente razón seria e importante como para que con los años está comunicación haya que seguir tomándosela muy en serio por parte de los dos.

El tópico de que las mujeres hablan demasiado y los hombres cada vez hablan menos, podemos neutralizarlo si hablamos de “compatibilidad emocional y sexual” en la edad de oro. “Mi mujer y yo nos entendemos más allá de nuestras palabras, simplemente nos hemos hecho 100% compatibles tanto en el sofá como en la cama”. A partir de determinada edad “la compatibilidad sexual” necesita en cada relación sexual de un buen rato de diálogo agradable lleno de cercanía corporal, paz, ternura, cariño y admiración como los ingredientes básicos para alimentar la compatibilidad emocional en la edad de oro.

La compatibilidad emocional y sexual se siente, se vive y se alcanza sobre la sensualidad de quienes se eligieron. No es automática. No es la solución más cómoda. No es fruto de una relación estética. No es solo fruto de una relación empática. Si lleváis más de 25 años casados, tus hijos ya no dependen de ti, y tienes o podrías ya tener nietos. ¿Nos atreveríamos a hacernos algunas preguntas sobre que es lo que nos une? ¿Es nuestro talante o carisma algo que nos atrae? ¿Es nuestra forma de querernos, comprendernos, desearnos, consolarnos? ¿Es tu /mi forma de pedirme/te perdón? ¿Es tu/mi forma de perdonarme/te? ¿Sabemos cuál es el motivo/s más trascendente que el simple paso del tiempo, la rutina o la comodidad nos hace creer que somos compatibles al 100%? ¿Conocemos cuál es la pieza o piezas que hace de nuestra compatibilidad el equilibrio perfecto para que sigamos juntos?

Sara Pérez-Tomé es psicóloga y premio de La Razón Familia a la mejor terapeuta familiar