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Psiquiatría

La soledad del psiquiatra

El Dr. José Luis Carrasco, experto en suicidio y en comportamientos agresivos graves, desde su posición como Director de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Clínico, explica la difícil posición en la que se encuentra el médico-psiquiatra ante situaciones clínicas graves.

La soledad del psiquiatra
La soledad del psiquiatralarazon

El Dr. José Luis Carrasco, experto en suicidio y en comportamientos agresivos graves, desde su posición como Director de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Clínico, explica la dífícil posición en la que se encuentra el médico-psiquiatra ante situaciones clínicas graves.

El Dr. José Luis Carrasco, experto en suicidio y en comportamientos agresivos graves, desde su posición como Director de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Clínico, explica la dífícil posición en la que se encuentra el médico-psiquiatra ante situaciones clínicas graves.

Por una parte, la sociedad nos pide que impidamos el suicidio o cualquier otra conducta en la que el paciente se haga daño a sí mismo. También nos pide que impidamos que una persona con enfermedad mental pueda cometer actos agresivos contra los demás. Los medios de comunicación, ante actos criminales cometidos por personas con supuestos trastornos mentales, acusan con frecuencia a los psiquiatras de no haber sido previamente más intervencionistas. Pero por otra parte, cuando pretendemos ofrecer una medicación eficaz para la situación de riesgo, o cuando proponemos un ingreso hospitalario preventivo del riesgo de suicidio, o cuando se recomienda una opción terapéutica demostradamente eficaz como la Terapia Electroconvulsiva aparecen asociaciones de familiares y colectivos políticos que acusan de estar al servicio de las industrias farmacéuticas o bien de ser unos represores carentes de consideración por los derechos humanos del paciente”. “Si no actuamos se nos acusa. Y si lo hacemos también”.

“Es una situación injusta. Todos quieren que nos hagamos cargo del grave problema clínico pero parecen no confiar en nosotros” afirma José Luis Carrasco. “Ningún médico debería dejar de ingresar a una persona que se está destruyendo a sí misma o a los demás a causa de su enfermedad, aunque sea difícil para nosotros personalmente, pues no hacerlo significa lavarnos las manos y dejarle la carga a las familias. Nuestra ética hipocrática lo especifica muy claramente” “Debemos asistir con corazón y con valentía a quien nos pide ayuda médica”

“Y los que desconfían no son en concreto los familiares de los pacientes, quienes en el momento de la situación clínica grave apoyan e incluso promueven una acción intervencionista por parte del médico psiquiatra”. “Los ataques vienen sobre todo de asociaciones y colectivos que se mueven en lo retórico y en lo ideológico, sin el contacto crudo y directo con el sufrimiento y con la gravedad del paciente”. “Incluso entre nosotros tenemos colegas autodenominados “antipsiquiatras” que asumen posturas anticientíficas y demagógicas de lo que llaman la defensa de los derechos del ciudadano paciente, y cuando se encuentran con un paciente grave en riesgo vital miran para otro lado, lo que suele acabar en desgracia del paciente o de otras personas”

“Es muy fácil y popular hablar de la preferencia por métodos psicológicos sobre los medicamentos y por el acompañamiento continuado de los pacientes frente al ingreso, pero nadie nos da los recursos para ello”. Los médicos psiquiatras estamos junto a los pacientes, compartimos con ellos su sufrimiento y la soledad interior en la que suelen encontrarse. A veces incluso asumimos su defensa frente a los que les han hecho daño porque nadie nunca lo ha hecho”. “Les ofrecemos todo lo que tenemos, nuestra sabiduría científica y nuestro afán por que se sientan mejor, y creemos en la psicoterapia y en la rehabilitación psicosocial más que nadie, porque conocemos todos los aspectos del paciente”. “Por ello es completamente injusto, oportunista e incluso sospechoso el sugerir que los médicos tenemos algún interés en coartar a los pacientes”. “Bien pudiera ser que todos aquellos que no se preocupan lo suficiente del paciente se conviertan, de forma populista, oportunista y engañosa, en los “defensores” de los enfermos mentales”.