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Las tres bases que fundamentan la Pedagogía Montessori

El Instituto Internacional Montessori Canela, lo explica

Las tres bases que fundamentan la Pedagogía Montessori
Las tres bases que fundamentan la Pedagogía Montessorilarazon

El Instituto Montessori Canela Internacional es una institución cuyo fin principal es garantizar la correcta formación del profesorado y profesionales vinculados tanto formal como no formal y acompañamiento a familias. Forman parte de la Organización Montessori Internacional y trabajan en red con diferentes proyectos educativos alrededor del mundo.

El Instituto Montessori Canela Internacional es una institución cuyo fin principal es garantizar la correcta formación del profesorado y profesionales de la educación vinculados tanto formal como no formal y acompañamiento a familias. Forman parte de la Organización Montessori Internacional y trabajan en red con diferentes proyectos educativos alrededor del mundo. Al frente de dicho organismo se encuentra Marco Zagal quién explica de manera sencilla 3 bases de dicha pedagogía que cada día gana más adeptos por su eficacia.

Es una educación que promueve una participación activa del estudiante en el proceso de aprendizaje.

‘Promovemos una mayor participación de niños y jóvenes en las distintas dinámicas cotidianas, estamos favoreciendo en ellos el hecho de aprender a tomar decisiones y hacerse responsables de ellas, aprenden a ser autónomos’, explican. ‘Este hecho -continúa- Zagal- puede tener enormes repercusiones en su vida emocional: un niño al que desde pequeño se le invita a tomar decisiones sobre qué hacer y cómo hacerlo, desarrollará un mayor conocimiento de sus habilidades e intereses por lo que le gusta. Será más tolerante y seguro de sí mismo. Se trata de desarrollar la voluntad, puesto que la libre elección de trabajo en Montessori te invita a hacer aquello en lo que te sientes más cómodo y también acompañamos a emprender nuevos desafíos en aquellos aspectos o temas que sientes que no te agradan tanto’- explica el experto.

Ver el error como parte del proceso de toma de decisiones también es un valor añadido a su desarrollo: ‘Equivocarse en el proceso de construcción del conocimiento es esencial para encontrar soluciones creativas, por muy difícil que parezca el problema’, sostiene el director del Instituto.

Una educación que promueve la cooperación como principal competencia social

La principal capacidad que favorecieron los sistemas educativos en el siglo XX, y muchos aún lo siguen haciendo, es la competición: sólo basta ver cada año cómo cientos de colegios buscan estar en las mejores posiciones del ranking que miden la cantidad de aprendizaje de un estudiante’ -se lamenta el experto. ‘Buscar de forma permanente y casi obsesiva ser mejor que el resto nos muestra que una de las consecuencias sociales ha sido el egoísmo’.

‘En la enseñanza tradicional lo importante es el resultado, no el camino -añade Zagal- y, bajo esta premisa, muchos proyectos someten a sus estudiantes a un nivel de estrés injustificado e innecesario’.

Para el experto ‘es un sistema que impulsa a miles de niños y jóvenes a buscar la recompensa en algo externo e implícitamente les está mostrando que la satisfacción no es algo interno, sino que depende de los estímulos externos que recibes por tus logros, por tanto se genera una dependencia al refuerzo o premio externo y, a su vez, cuando tienes éxito desde lo externo, la satisfacción es momentánea e inmediatamente vuelve a aparecer una sensación de vacío que hay que volver a llenar’, argumenta.

¿Qué consecuencias tiene esto? ‘Nos alejan de un verdadero y profundo sentido de la felicidad. Desde distintas vertientes espirituales y científicas vemos que este sentimiento es un estado interno, es saber estar en el presente. Afortunadamente este acercamiento entre espiritualidad y ciencia nos está abriendo nuevos caminos de autoconocimiento y desarrollo personal, necesarios de poner en práctica no sólo en la escuela, sino que, en el trabajo, al interior de la familia y en la vida cotidiana’, sostiene Zagal.

‘A pesar que actualmente contamos con condiciones de vida en cuanto a alimentación, salud e infraestructura mejores que en ninguna otra época de la humanidad, la depresión y el estrés (estrechamente ligadas a la ausencia de un sentido de ser feliz, de disfrutar del ahora) van camino a convertirse en los principales problemas de salud pública del planeta’ -argumenta el experto.

La escuela no está ajena a esta problemática, ‘basta ver indicadores de suicidios en secundaria y universidad para comprender la urgente necesidad de ver la escuela como un espacio que va más allá del conocimiento requerido para la sociedad del siglo XXI y que centre especial atención a un aprendizaje con sentido, con disfrute, con desafío’- afirma.

Según el proyecto de DeSeCo de la OCDE, la globalización y la modernización están creando un mundo cada vez más diverso e interconectado. Para comprender y funcionar bien en este mundo, los individuos necesitan dominar las tecnologías cambiantes y comprender enormes cantidades de información disponible. También enfrentan desafíos colectivos como sociedades, –tales como el balance entre el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental, y la prosperidad con la equidad social. En estos contextos las competencias que los individuos necesitan satisfacer para alcanzar sus metas se han ido haciendo más complejas, requiriendo de un mayor dominio de ciertas destrezas definidas estrechamente.

El desarrollo sostenible y la cohesión social dependen críticamente de las competencias de toda nuestra población.’ La importancia de que los sistemas educativos en el siglo XXI, aporten seres con una capacidad de pensar en el bien común ya no como un acto solidario, sino como una necesidad para el mantenimiento de la vida en la tierra, debe centrar los esfuerzos en todos los niveles’ -opina el director del Instituto Montessori Canela.

Una educación que aporte a la felicidad del ser humano.

Un paso importante es aportar a la felicidad de niños y jóvenes comprendiendo que la sala de clases es un espacio que va mucho más allá de la transmisión de contenidos. ‘Aproximadamente el 40% del tiempo que un niño está despierto, lo pasa en la escuela, así que lo mínimo que deberíamos esperar, sobre todo a la luz de las investigaciones sobre cómo aprende el cerebro y el valor del afecto para el aprendizaje, es que el aula responda mínimamente a las necesidades de afecto, seguridad, protección, alimentación, bienestar físico y mental durante la jornada escolar’ -reclama el experto.

En Montessori Canela lo tienen claro: ‘Si buscamos dentro de los distintos sistemas educativos que promueven una enseñanza centrada en el ser humano, llegamos fácilmente a Montessori. Ahora bien, también hay que señalar que existen escuelas Montessori que dan un valor, al igual que muchas escuelas tradicionales, a los resultados académicos y otros proyectos tradicionales que, a pesar de no tener ambientes de trabajo Montessori, son incluso más respetuosas del desarrollo del niño que escuelas que se hacen llamar así’- concluyen.