Familia

Padres helicóptero, un fallo en el vínculo de apego

Sobreproteger a los hijos provocará adultos llenos de inseguridad

Padres haciendo los deberes con su hija
Padres haciendo los deberes con su hijalarazon

Cada vez es más común encontrar padres que funcionan como agenda personal de sus hijos, que recriminan a los profesores sus malas notas, que hablan en plural sobre las obligaciones de los hijos, con frases como: “esta semana tenemos un examen” o “nos han puesto muchos deberes”. En definitiva, son padres que en todos los sentidos cargan con la mochila de sus hijos.

Cada vez es más común encontrar padres que funcionan como agenda personal de sus hijos, que recriminan a los profesores sus malas notas, que hablan en plural sobre las obligaciones de los hijos, con frases como: “esta semana tenemos un examen” o “nos han puesto muchos deberes”. En definitiva, son padres que en todos los sentidos cargan con la mochila de sus hijos. Lara Garrido, psicóloga de Grupo Laberinto, nos aporta las claves.

Son los “padres helicóptero”, así denominados por Haim Ginnott (1969) debido a su tendencia a sobrevolar la vida de sus hijos, preparados para emprender el rescate siempre que sea preciso. Estos padres intentan sobreproteger a sus hijos, evitando que tengan que esforzarse demasiado y que vivan cualquier tipo de situación que pueda resultar mínimamente desagradable, eludiendo las experiencias de fracaso o decepción e intentando en todo momento amortiguar los posibles golpes y caídas.

En un caso de estas características encontré en consulta a una madre totalmente exhausta al asumir simultáneamente la responsabilidad de desempeñar su trabajo, cuidar de su familia y lograr el éxito académico de su hija. En el desarrollo de la sesión descubrí que esta madre llevaba años elaborando resúmenes de todas las materias de su hija, estudiante de 3º de la ESO, lo cual concebía como única posibilidad real de que su hija sacara el curso adelante. De este modo, todo el tiempo que pasaban juntas lo invertía en revisar sus tareas y preguntarle la lección. Esta situación, presumiblemente había ocasionado un serio deterioro en las relaciones familiares, generando constantes fricciones y discusiones entre la madre, que se sentía desbordada por las responsabilidades y la hija que se encontraba presionada y atosigada.

La hiperprotección que ejercen los “padres helicóptero” no es en absoluto beneficiosa para los hijos, puesto que no les permite crecer normalmente ni aprender de sus errores. Ejerciendo este estilo de crianza, los padres asfixian y fagocitan a los hijos, los incapacitan para ser personas que el día de mañana asumirán sus decisiones y sus responsabilidades e impiden que puedan experimentar y asimilar la frustración, algo imprescindible para constituirnos como seres humanos.

Podemos relacionar esta hiperpaternidad con un fallo en el apego establecido entre padres e hijos. Así, el apego seguro implica saber reducir el estrés propio y del hijo para lo cual es necesario que el adulto conecte con sus propias emociones, aprenda a identificarlas y sintonice con las emociones del niño.

Las interacciones diarias entre la figura de apego y el niño, favorecen el establecimiento de un círculo de confianza, esencial para que el niño construya su seguridad interna. Para poder ofrecer un apego seguro al niño, los padres deben cubrir tres necesidades básicas en relación a este círculo de confianza: la primera es permitir al niño salir del círculo, es decir, dotarle de libertad y confianza para explorar, vigilarle en este proceso y disfrutar con él de la experiencia. La segunda es facilitar al niño su regreso dentro del círculo, ofreciéndole la seguridad de que cuando necesite protección y apoyo, será bienvenido. Por último, es fundamental proporcionar los cuidados de forma afectuosa, protectora, ayudando al niño a organizar sus sentimientos, lo que se denomina “manos en el círculo”.

El niño que cuenta con un apego seguro, confía en la disponibilidad de su figura de apego y en que cuando se encuentre temeroso o inquieto, podrá recurrir a ella en búsqueda de regulación y sosiego. Esto le permite aceptar los desafíos que implica explorar el exterior y poner a prueba las propias habilidades.

De este modo, en términos de apego podemos entender el funcionamiento de los padres helicóptero como unsíntoma de apego inseguro ansioso-preocupado. En el vínculo establecido por estos padres, se produce un fallo en la primera fase del círculo de confianza, ya que responden con preocupación a los intentos del niño por explorar, inhibiendo estas conductas e intentando mantenerle siempre cerca. Se trata, por tanto, de padres que se encuentran continuamente ansiosos, temerosos de que al niño pueda sucederle algo malo y que anticipan o detectan problemas que en realidad no existen. Hablamos, entonces, de un patrón parental de sobreprotección en el que los padres no son consistentes a la hora de establecer normas y límites como resultado de su propia inseguridad en su labor como cuidadores.

Los adultos que presentan apego ansioso preocupado en la relación con sus hijos, por lo general son personas que a su vez, recibieron este tipo de apego en su infancia, reproduciendo los patrones de crianza de sus progenitores.

La exposición a este tipo de vínculo en la infancia, genera importantes consecuencias a nivel emocional así como en el patrón de relaciones interpersonales del niño. Como resultado del fallo en la exploración, son niños con elevada ansiedad que sienten que el mundo es un lugar peligroso. Es habitual que presenten múltiples focos de preocupación, sentimientos de inseguridad, miedos e incluso fobias en los casos más severos. A menudo, su tendencia a la preocupación excesiva ocasiona problemas de rendimiento y atención en el ámbito escolar debido a que su mente se encuentra ocupada con otros temas.

Debido a la inconsistencia de los padres a la hora de establecer normas y límites, los hijos desarrollan baja tolerancia a la incertidumbre y a la frustración, lo que les lleva a ser inconstantes y abandonar ante la mínima dificultad que encuentran en el camino. Al no aprender a resolver sus propios problemas ni poder aprender de sus errores, desarrollan una atribución externa tanto de sus éxitos como de sus fracasos, al percibir que los eventos externos ocurren de manera independiente a su comportamiento. Por tanto atribuyen lo ocurrido al azar o a la suerte, lo que genera la sensación de falta de control sobre sus vidas.

Por su parte, la falta de experiencias de éxito y superación, ocasiona que los niños desarrollen baja autoestima, por lo que se responsabilizan de la falta de afecto de los demás por ellos, buscan aprobación constante y muestran alta expresividad emocional y preocupación. Así, las personas criadas con este tipo de apego, de adultos sienten la necesidad de ser queridos, buscando relaciones íntimas muy cercanas, pudiendo llegar a desarrollar dependencia emocional.

Resultan evidentes, por tanto las consecuencias nocivas que el apego ansioso preocupado pueden ocasionar en los más pequeños. Para repararlas, será necesario modificar los patrones de crianza inadecuados. A veces los padres lo podrán corregir solos, pero en otras ocasiones, necesitarán la ayuda de un profesional, y hacer una intervención en reparación del apego, para conseguir primero un apego seguro en ellos mismos que les dote de los cimientos necesarios para poder construir después, un apego seguro con sus hijos.

Desde un apego seguro, los niños podrán desarrollar una adecuada autoestima, autocontrol, autonomía, seguridad en sí mismos y la capacidad de establecer relaciones interpersonales satisfactorias y sanas.