Palma de Mallorca

Isidoro Bruna «Vivimos en una sociedad muy hedonista: nadie está concienciado para proteger la maternidad»

Entrevista con Isidoro Bruna, director médico de HM Fertility Centers

Isidoro Bruna «Vivimos en una sociedad muy hedonista: nadie está concienciado para proteger la maternidad»
Isidoro Bruna «Vivimos en una sociedad muy hedonista: nadie está concienciado para proteger la maternidad»larazon

Cada año miles de parejas ven frustrado su deseo de ser padres. El aumento de la edad materna y paterna unido a un estilo de vida menos saludable, están entre las primeras causas de infertilidad de las parejas españolas. Los tratamientos de FIV suponen, en la mayoría de los casos, una solución eficaz. Isidoro Bruna es el director Médico de HM Fertility Centers desde 2014. Co-Director del Master de Reproducción Humana de la Universidad Complutense de Madrid (desde el curso 2014-15) y director científico de Fertility Center (Grupo Juaneda. Palma de Mallorca).

-¿Cómo andamos actualmente de datos en fertilidad en España? Las cifras no parecen ser muy halagüeñas ni esperanzadoras.

-Aunque es muy difícil la valoración de la epidemiología de la infertilidad, entre otras cosas porque no todo aquél que no tiene hijos es porque no puede, el libro blanco socio-sanitario de la Sociedad Española de Fertilidad aproxima que entre un 15% a un 20% de las parejas españolas presentan un problema de disfunción reproductiva, es decir una de cada 5 ó 6 parejas, de las cuales 8 de cada 10 nunca llegan a iniciar un tratamiento de fertilidad o no perseveran en él. Los datos objetivos del último Registro Nacional del Ministerio de Sanidad sobre actividad de Reproducción Asistida, señalan que en España se realizaron en el 2015 un total de 156.865 ciclos de reproducción asistidaen España (116.688 de FIV-ICSI y 40.177 de inseminación artificial) y que el 7,91% de los niños que nacen en España lo son gracias a la reproducción asistida. La parte positiva es que estos datos han convertido a España en el primer país de Europa con mayor actividad en reproducción asistida y el tercero en el mundo. La medicina reproductiva española está considerada como una de las más prestigiosas a nivel internacional.

-Este asunto habría que verlo, enfocarlo, también desde un punto de vista social: queremos ser madres a la edad en la que hace 100 años éramos abuelas. ¿Egoísmo?, ¿falta de oportunidades?, ¿avances médicos que nos hacen relajarnos?...¿una sociedad con un estilo de vida que no nos deja ser madres si queremos primero triunfar laboralmente? ¿Usted qué piensa, doctor?

-Tan verdad como que vivimos en una sociedad muy hedonista es que en España nadie está concienciado para proteger la maternidad. Ni las administraciones, ni las empresas. Es cierto que en los últimos 15 años existe una proporción creciente de mujeres que voluntariamente no desean ser madres. Pero aquellas que lo desean, que siguen siendo la inmensa mayoría, nunca encuentran el momento idóneo. La mujer sigue estando muy discriminada respecto al varón en asuntos laborales. De manera velada, la maternidad lastra el desarrollo profesional de muchas mujeres o incluso puede llegar a ser un obstáculo para su contratación laboral. Por otra parte, se sigue percibiendo un desconocimiento muy manifiesto por parte de las mujeres sobre su capacidad de poder quedarse embarazadas a medida que van cumpliendo años y olvidan que un estado físico impecable no es sinónimo de una buena reserva funcional ovárica.

-A grandes rasgos, ¿Cuáles son las causas de la infertilidad en España tanto en hombres como en mujeres?

El principal problema de salud reproductiva en la España actual, muy por encima del resto que voy a apuntar, es el retraso voluntario de la maternidad.Muchas mujeres buscan su primer embarazo pasados los 30 años, a menudo a los 35, e incluso, por encima de los 40. La capacidad de una mujer para poder concebir es óptima hasta los 31 años. A los 35 su potencial fértil se reduce a la mitad del que tenía a los 20 años y, a partir de los 40, las posibilidades de embarazo espontáneo son inferiores a un 6%. Hace solo 20 años, los especialistas en reproducción tratábamos esencialmente patologías ginecológicas que incidían en el ámbito de la fertilidad (anovulaciones, endometriosis, obstrucciones tubáricas...). Hoy, con el retraso de las mujeres a la hora de buscar su primer hijo, nos hemos convertido en “luchadores contra la fisiología femenina”. Por otro lado, el sedentarismo, la obesidad, el hábito tabáquico y los llamados “disruptores endocrinos” (polución, pesticidas organofosforados, conservantes alimentarios...) están disminuyendo los parámetros espermáticos de volumen, movilidad y morfología, contribuyendo a que el factor masculino se esté incrementando en todo los países industrializados.

-¿Qué líneas no traspasa usted médicamente hablando?

-El desarrollo vertiginoso de la medicina de la reproducción en los últimos 30 años, unido a la irrupción imparable de la genética molecular, han conducido a que hoy podamos disponer de recursos científicos inimaginables. Pero como decía mi maestro el Prof. Laín Entralgo “todo acto médico es una acto ético”. Por ello he manifestado en múltiples ocasiones que no todo lo que es científicamente posible es moralmente aceptable. Aunque dentro de poco pueda ser factible, nunca los profesionales deberíamos contribuir a engendrar “un bebé de diseño”. Y existen otras líneas rojas que, aunque no estén recogidas por la ley española, nunca se deberían traspasar. Por ejemplo colaborar en el embarazo de una mujer por encima de los 50 años. En nuestros HM Fertility Centers, a todas las mujeres por encima de los 42 años les realizamos como premisa obligatoria, previa a cualquier tratamiento de reproducción asistida, un chequeo médico que verifique que un posible embarazo no supone un grave riesgo para la salud de una mujer.

-Vamos con los políticos. ¿Les decimos algo?

-Hace años que los políticos saben que el descenso de la natalidad en España nos está conduciendo al suicidio demográfico. Desde hace 15 años estamos muy por debajo de la tasa de reemplazo generacional, lo que conduce a la muerte del estado de bienestar tal y como lo concebimos hoy en día. A partir del 2025-2030 será imposible que la población laboral pueda cargar con los costes de las clases pasivas (parados, jubilados, incapacidades temporales...) El problema es que el horizonte de los políticos solo alcanza, como mucho, 4 años y que cualquier medida que se tomara en la actualidad para favorecer la maternidad, no vería su beneficio hasta dentro de 50 ó 60 años, es decir, hasta que hayan pasado un par de generaciones.

-La ciencia puede hacer muchas cosas pero ¿hasta dónde debemos poner la ética? ¿tener hijos es un derecho?

-Aunque todos los días se nos olvida, somos vertebrados superiores, mamíferos del orden de los primates y del género homo. Es decir, en nuestro cerebro reptiliano está impresa la necesidad de extender nuestros genes y de perpetuar la especie... El propio consejo ejecutivo de la OMS, en la Conferencia del El Cairo en 2003, introduce los derechos reproductivos en su definición de salud reproductiva. Ahora bien, la salud reproductiva nunca puede considerarse un valor superior al de la “salud en general”. Cualquier proceso que pueda poner en peligro la salud global de un ser humano, tiene que evitarse. El deporte es estupendo, pero si tienes una cardiopatía, a lo mejor correr ya no es tan saludable. Al final, el concepto de ética es asimilable al del “sentido común”. Y, sobre todo, siempre hay que pensar en el futuro del ser humano que quieres traer al mundo.

-¿Qué opina de las mujeres que tienen hijos a los sesenta años porque “tienen derecho a ser madres”?

-Voy a serle muy expeditivo: si ese “derecho” se enfrentara a la realidad de la patología obstétrica y neonatal que conlleva un embarazo a esas edades (crecimiento intrauterino retrasado, preeclampsia grave, partos inmaduros o prematuros, bebés que pasan meses en una UCI con grave riesgo de secuelas serias...), en cuestión de minutos se desinflaría el deseo... Ninguna sociedad científica en el mundo aprueba la búsqueda de un embarazo en edades extremas. Y no se trata de conculcar derechos, sino de evitar peligros serios para la salud.