
Tradiciones
Así es la historia de la "Rianxeira": la Virgen de Guadalupe de Rianxo
Nacida en el siglo XVIII con la llegada de la imagen desde Extremadura, su fiesta alcanzó un impulso definitivo en 1854, cuando la villa atribuyó a la Virgen la protección ante una epidemia de cólera

En la ría de Arousa, Rianxo vive cada año las Fiestas de la Virgen de Guadalupe, patrona y protectora de los marineros de la villa. A la religiosidad de antaño se une hoy la proyección popular de una fiesta en la que tradición, fe y reencuentro social se dan la mano.
La devoción a la Virgen de Guadalupe hunde sus orígenes en la Edad Media, cuando su culto, irradiado desde el monasterio cacereño del mismo nombre, se extendió por toda la península.
Documentos del siglo XV dan cuenta de milagros atribuidos a la Virgen en localidades gallegas como Compostela, Muros, Fisterra o Vilagarcía. En tierras rianxeiras, la primera referencia contrastada data de 1660, vinculada a la fundación de la Capilla de San Pedro de Vilas y al cruceiro de Taragoña, donde se conserva aún una talla pétrea de la Virgen.

La llegada de la “Moreniña” a Rianxo
El culto en Rianxo se consolidó a partir de 1773, año en el que llegó a la villa la actual imagen de la Virgen, realizada en cartón piedra por fray Xosé de Santiago, un religioso rianxeiro del monasterio extremeño de Guadalupe. La talla fue recibida con fervor popular y rápidamente se convirtió en el núcleo de una devoción que no dejó de crecer.
Se cuenta que en aquel tiempo, las gentes del lugar acudían en masa a venerarla, convencidas de los milagros que obraba. Tanto fue así que en 1774 ya se le habían colocado corona y cetro, mientras que en los años siguientes vecinos y romeros contribuyeron con donativos y trabajos voluntarios para ampliar y mejorar su santuario.
En esa época también se estableció la Confraría de Nosa Señora de Guadalupe, encargada de conservar y promover el culto. Pese a las dificultades económicas y los altibajos sufridos durante el siglo XIX (incluido el abandono y la ruina del santuario original), la fuerza popular mantuvo viva la devoción.
El revulsivo definitivo llegó en 1854, cuando la epidemia de cólera apenas afectó a Rianxo y sus habitantes lo interpretaron como una muestra de protección de la Virgen.

La gran fiesta del mar
Desde entonces, la devoción adquirió una dimensión festiva. Cada segundo domingo de septiembre, la imagen es llevada en procesión desde su capilla hasta las aguas de la ría de Arousa, donde embarca en un velero engalanado.
Decenas de barcos, adornados con banderas y guirnaldas, la acompañan en una procesión marítima que se ha convertido en el signo más genuino de la fiesta.
El momento de mayor emotividad llega cuando la Virgen alcanza el Paseo da Ribeira. Allí, el pueblo entona al unísono el mítico canto popular “A Rianxeira”, una copla nacida en Buenos Aires hace medio siglo, fruto de la nostalgia de los emigrantes.
Las estrofas, que comparan a la Virgen con una pescantina descalza que camina por la arena, se han convertido en himno identitario de la villa, y también, de toda Galicia y su diáspora. La canción se repite cada medianoche durante las fiestas y, de manera especial, en su cierre, cuando miles de voces la corean entre orquestas y bengalas en la Praza de Castelao.

La capilla de la Virgen
El actual santuario de la Virgen de Guadalupe se sitúa en la Praza de Castelao, centro neurálgico de Rianxo. Se trata de un templo de origen gótico marinero fundado en 1671, que desde 1854 custodia la imagen de la Moreniña. A lo largo de los siglos sufrió reformas, ampliaciones y periodos de deterioro, pero el esfuerzo conjunto del clero y la vecindad permitió su conservación.
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