
Mitos y leyendas
Así es la leyenda de la puerta tapiada de Castrelos: celos, milagros y la aparición de Dios
Una misteriosa puerta sellada recuerda este episodio legendario del folclore gallego

En el barrio vigués de Castrelos se encuentra la iglesia de Santa María, una joya del románico tardío construida a comienzos del siglo XIV. De una sola nave y ábside semicircular, con tres portadas ornamentadas con rosetas y motivos geométricos, este templo guarda un secreto a la vista de todos: su puerta sur está tapiada. Pero no por capricho arquitectónico, sino por una vieja leyenda que mezcla amor, obsesión y una intervención divina.
Cuenta la tradición oral que, hace siglos, vivía en Castrelos un herrero conocido por su dedicación al trabajo y su vida solitaria. Había dejado pasar su juventud sin fijarse en ninguna mujer, hasta que un día, ya entrada la madurez, se enamoró perdidamente de una joven que pasó por delante de su fragua. Deslumbrado por su belleza, intentó conquistarla con halagos y una joya carísima, fruto de sus ahorros. Pero la joven, profundamente religiosa, lo rechazó.
Consumido por la desesperación, el herrero secuestró a la muchacha y la encerró en su casa. Ella, resignada pero fiel a su fe, le pidió como único deseo poder asistir a misa. El herrero, aún cegado por su obsesión, aceptó, pues la iglesia se encontraba justo frente a su herrería.
Los domingos, la joven cruzaba la plaza para asistir al oficio, mientras él trabajaba, vigilante. Hasta que un día, una meiga se le apareció al herrero y le contó que pronto moriría y su joven cautiva encontraría el amor verdadero con otro hombre. Dominado por los celos y el odio, el herrero tomó un hierro al rojo vivo y corrió hacia la iglesia decidido a desfigurar el rostro de la joven mientras oraba.

Pero cuando intentó entrar por la puerta sur del templo, algo extraordinario sucedió. Una fuerza invisible, divina, selló de inmediato el acceso con un muro de piedra, impidiéndole pasar. La joven quedó a salvo, y la puerta tapiada permanece hasta hoy como testigo silente de aquel acto milagroso.
La iglesia, que antaño perteneció a la Orden de Malta, puede visitarse desde el parque de Castrelos, tomando dirección hacia Sárdoma y Moledo.
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