
Turismo
Así es la ruta que descubre tres atardeceres para conocer la Costa da Morte
Estas tres etapas permiten contemplar el último sol de la Europa continental y conocer mejor la historia y las leyendas de este litoral

En el extremo noroeste de Galicia, la Costa da Morte dibuja acantilados que desafían al Atlántico, playas salvajes, aldeas marineras y un patrimonio cultural que se remonta a la prehistoria.
En esta zona de la comunidad, el atardecer o solpor forma parte de la identidad del territorio. Durante siglos, sus gentes han vivido mirando al sol, integrándolo en creencias, rutas y costumbres que hoy siguen vivas.

El fin del mundo conocido
La ruta comienza en Fisterra, nombre que ya evoca el lugar donde, para los romanos, terminaba la tierra. En la plaza Ara Solis se recuerda la existencia de un antiguo altar dedicado al sol.
En los equinoccios, los primeros rayos iluminan desde aquí la cima del Monte Pindo.

Antes del final del día, merece la pena pasear por la playa de Mar de Fóra y terminar en el cabo Fisterra.
Tierra de naufragios y devociones
El segundo itinerario se adentra en la costa de Camariñas. En el puerto de Camelle todavía es posible visitar la obra del artista alemán Man, que durante años trabajó con piedra, viento y mar. Poco después, un alto en el Cementerio de los Ingleses recuerda el naufragio del barco británico The Serpent en 1890, con 172 vidas perdidas.
El faro de Cabo Vilán, hoy centro de interpretación de naufragios y señales marítimas, resume la relación de la Costa da Morte con el mar y sus riesgos. Muxía añade otra dimensión a la visita, con el Santuario de la Virxe da Barca como su enclave más particular.

La jornada termina en el Cabo Touriñán, punto más occidental de la España peninsular, donde del 24 de marzo al 23 de abril y del 18 de agosto al 19 de septiembre se puede ver la última puesta de sol de Europa.
Petroglifos a la orilla del mar
La tercera etapa pasa por la playa de Langosteira y el Faro de Cee, con vistas a las islas Lobeiras. En Carnota, el Museo Arqueológico Abierto recorre más de diez kilómetros de yacimientos, entre ellos petroglifos prehistóricos que representan el movimiento del sol, la luna y las estrellas.

En Dumbría, el agua del río Xallas cae directamente al mar en la cascada de O Ézaro. El tramo final es una subida al Monte Pindo. En su cima, A Moa, el atardecer ofrece una panorámica completa del litoral, con el sol fundiéndose en el horizonte.
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