
Naturaleza
Una de las dunas rampantes más grandes de Europa está en Galicia y se eleva 150 metros sobre el mar
Esta joya geológica avanza envuelta en silencio y viento, trepando por la ladera de un monte que desafía la fuerza del Atlántico

En la Costa da Morte, en A Coruña, hay muchas leyendas relacionadas con el mar, con las noches de tormenta que se cobran vidas y despachan almas. Pero también hay relatos que hablan de belleza, de la obra de Dios, de arenas y de dunas, como la de Monte Branco, un conjunto que se alza imponente sobre el Atlántico; una especie de quimera de arena blanca, que corona el monte homónimo en Camariñas, llegando a superar los 150 metros de altura.
La acumulación secular de arenas por la fuerza del viento ha cubierto por completo la ladera del cerro, formando una montaña arenosa única. Según el Instituto Geológico y Minero de España, este “sistema dunar” destaca precisamente por su duna de Monte Branco, con esos 150 metros de altura, “una de las dunas rampantes más altas de Europa”. De hecho, en el ranking continental ocupa el tercer puesto.
El entorno de la duna acentúa su espectacularidad. Situada en la ensenada de Trece, Monte Branco enlaza la tierra con el mar en un paisaje casi virgen. Desde la cresta se domina la Playa do Trece y la Punta Boi, con su célebre Cementerio de los Ingleses, un emplazamiento dramático nacido de un naufragio decimonónico. La panorámica descrita por los guías del Camino de los Faros es “completamente virgen, lejos del mundanal ruido, con el sonido del mar golpeando sin cesar”.
Así, caminantes y visitantes que sortean helechos y bolos llegan hasta el mirador de Punta de Veo para contemplar Monte Branco de lejos, reconociendo en sus formas el implacable trabajo del viento.
Descripción geológica y morfológica
Monte Branco es un cerro granítico costero cuya vertiente oeste ha sido literalmente invadida por la arena. Se trata de una duna rampante, es decir, una masa de arena que asciende por las laderas del monte hasta cubrir por completo su perfil.
Según el Inventario Español de Lugares de Interés Geológico, este conjunto dunar es un depósito litoral característico de las costas gallegas. A diferencia de una duna móvil de playa, la de Monte Branco está parcialmente estabilizada por la vegetación, pero aún conserva su carácter dinámico.
El color blanquecino de la duna contrasta con los brezos y helechos de su base, dando nombre (blanco) al monte. La propia formación geológica exige precaución. Los responsables del sendero advierten que es el “punto más sensible medioambientalmente” de la ruta costera: los excursionistas deben caminar en fila, sin salirse del sendero trazado ni pisar los “tapices vegetales que han llevado años formarse”. Con ello se busca evitar daños irreversibles en los fragilísimos dominios de arena y plantas pioneras que fijan el médano.
Historia natural y evolución
La duna de Monte Branco es el resultado de siglos de empuje eólico. Cada ráfaga de viento arrastró arenas desde la playa de Trece hacia arriba, superando incluso el perfil rocoso del monte. Aunque no existe una datación precisa de su origen, los procesos son milenarios: para hacerse una idea, la duna homónima de Ponteceso tardó más de 7.000 años en formarse.
En cualquier caso, el paisaje actual es fruto de un largo pulso natural. El moldeo del viento continúa hoy en día, suavizando sus formas en ocasiones y, en mares de tormenta, recolocando grandes cantidades de sedimento.
Valor ecológico y paisajístico
El valor natural de Monte Branco trasciende su tamaño. Esta duna costera está ubicada en un área de alta conservación: gran parte de la costa de Camariñas forma parte de la Red Natura 2000, con enclaves como el cabo Vilán declarados LIC y ZEPA.
Sobre el médano crece la caramiña (Corema album), un arbusto efímero de hojas aciculares que en el verano produce bayas blancas como perlas. De hecho, las laderas de Monte Branco albergan la mayor reserva de caramiñas del noroeste peninsular. Este endemismo le dio nombre al ayuntamiento (Camariñas) y hoy está declarado en peligro de extinción.
Junto a la caramiña, sobreviven otras plantas adaptadas a la arena y el viento: pequeñas gramíneas y zorros colleras, que fijan el suelo. La combinación de roca y duna crea microhábitats muy diversos en poco espacio. Se pueden observar además insectos y reptiles litorales, y es frecuente la presencia de aves costeras (correlimos, chorlitos, fochas) en las zonas húmedas cercanas.
Estado de conservación y amenazas
A pesar de su fragilidad, la duna goza de cierta protección legal (quedó incluida en planes de conservación y rutas señalizadas). Sin embargo, es un ecosistema delicado. El plan ambiental del Camino de los Faros ya contempla caminos alternativos para no atravesarla, indicando que es preciso "evitar la posible erosión" de sus arenas por el tránsito humano. En la práctica, se invita a los visitantes a caminar en fila y sin salirse del sendero, salvando las “tapas vegetales” que tanto costaron en formarse.
Estudios recientes advierten que las dunas costeras gallegas están siendo degradadas por actuaciones turísticas: adecuaciones de playas, paseos marítimos, aparcamientos e incluso extracción de arena para obra han empezado a dañar las poblaciones vegetales y la estructura del médano.
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