Historia

El enigma de Couto Mixto: una tierra olvidada en la encrucijada entre Galicia y Portugal

El Tratado de Zamora de 1143 dio origen a un microestado gallego que fue independiente durante 700 años

Delfín Modesto Brandon, último juez del Couto Mixto.
Delfín Modesto Brandon, último juez del Couto Mixto.Turismo de Galicia

Sucedió en Galicia camino ya de los mil años. El 5 de octubre de 1143 dos Alfonsos -el I de Portugal y el VII de León- firmaron el Tratado de Zamora dando origen al nacimiento del Reino de Portugal. Un reparto que dejó al margen un pedacito de tierra, un espacio fuera de la ley demasiado intrascendente como para seguir peleando por él, pero con el suficiente tamaño como para que naciese algo más.

Una república en plena Edad Media, al sur de la actual Ourense; tres pueblos que configuraron el primer territorio democrático de Europa, y que perduraría más de 700 años: Santiago de Rubiás, Rubiás -en el actual municipio de Calvos de Randín-, y Meaus -hoy en día, concello de Baltar-. Los tres al norte de la sierra de Larouco, en la cuenca intermedia del río Salas, afluente del Limia que hace de frontera entre el sur de la provincia y Portugal.

Su extensión no superaba los 30 kilómetros cuadrados, la mitad de San Marino, por ejemplo. Suficiente, sin embargo, para organizarse como una república federal en la que existían dos grandes figuras: los tres hombres de acuerdo y el juez. Los primeros representaban a cada una de las capitales, mientras que el segundo se elegía democráticamente.

De este modo, sus pobladores disfrutaban de cierta autonomía, regida por sus propias leyes y costumbres. La agricultura y la ganadería eran las principales actividades económicas, mientras que su ubicación remota en las montañas proporcionaba un refugio tranquilo y aislado que facilitaba también, por qué no decirlo, el contrabando, ya que una parte del país estaba exenta de control fiscal y de aduanas.

Mapa del Couto Mixto.
Mapa del Couto Mixto. Wikipedia

Los ciudadanos del Couto tenían su propia nacionalidad, aunque también podían decidir, si lo deseaban, ser parte de España o de Portugal.

Pese a su independencia, durante siglos el Couto Mixto fue objeto de disputas territoriales entre España y Portugal. Ambos países reclamaban la soberanía sobre el territorio debido a esa ubicación estratégica en la frontera. Un choque que se intensificó, a lo largo de los siglos, en momentos de tensión entre las dos coronas.

La disputa territorial entre España y Portugal llegó a su fin con la firma del Tratado de Lisboa en 1864. Este tratado estableció la frontera definitiva entre ambos países y dividió el Couto Mixto entre España y Portugal. De este modo, el Couto dejó de existir como una entidad territorial autónoma y sus tierras se integraron en los territorios circundantes de las dos naciones.

Hoy en día, poco queda del Couto Mixto más allá de algunas ruinas y monumentos dispersos. Sin embargo, su legado perdura en la memoria de aquellos que reconocen su importancia histórica y cultural. Un lugar donde las fronteras eran difusas y en el que la convivencia entre diferentes identidades culturales resultaba posible.

Un pequeño territorio en la encrucijada entre Galicia y Portugal, que sigue siendo un recordatorio vívido de cómo las fronteras pueden ser más que líneas en un mapa, permitiendo a la historia dejar huella casi sin quererlo.