Castillos

Esta increíble fortaleza en una isla de Galicia ejerció como guardián de la ría y hoy sorprende al visitante

Situada frente al Atlántico, pasó de bastión defensivo a refugio de verano de la aristrocracia coruñesa

Vista aérea del Castillo.
Vista aérea del Castillo.Turismo de Galicia

En el margen derecho de la ría de A Coruña, una pequeña isla de apenas dos hectáreas esconde siglos de historia y de memoria. Su silueta de piedra se alza sobre el mar como un vigía dormido que, a pesar del paso del tiempo, no pierde su esencia. El Castillo de Santa Cruz, unido a tierra firme por un estrecho puente de madera, es hoy uno de los rincones más representativos del municipio de Oleiros, y un emblema de la costa coruñesa donde se entrelazan el pasado militar, la vida literaria y la vocación científica.

La historia del castillo se remonta a finales del siglo XVI, cuando las incursiones corsarias amenazaban las rías gallegas. Tras el ataque del pirata Francis Drake a A Coruña en 1589, el Capitán General de Galicia, don Diego das Mariñas, impulsó la construcción de una fortaleza que completase el sistema defensivo de la bahía coruñesa.

Las obras comenzaron en 1594 o 1595, siguiendo los planos del ingeniero militar Pedro Rodríguez Muñiz. Su emplazamiento, en el interior de la ría, respondía a una lógica estratégica: las otras orillas ya estaban defendidas por las fortalezas de San Antón y San Amaro, por lo que se necesitaba un baluarte que protegiera las rutas interiores de ataque.

De aquella primera construcción se sabe que contaba con cuatro piezas de artillería, entre ellas una culebrina de bronce con gran alcance. Según describió en 1607 el canónigo Jerónimo del Hoyo, la fortaleza disponía de defensas suficientes para frenar el avance de cualquier escuadra enemiga.

Pasarela de acceso.
Pasarela de acceso. Turismo de Galicia

Su importancia quedó demostrada en 1639, durante el ataque franco-holandés a A Coruña, cuando el castillo desempeñó un papel clave en el rechazo de la flota al mando del almirante y arzobispo de Burdeos, Henri D’Escobleau de Sourdis.

De baluarte militar a residencia señorial

Con el paso de los siglos, el castillo perdió su valor estratégico. A mediados del XVIII se encontraba ya en un estado de cierto abandono, por lo que el gobernador Maximiliano de la Croix ordenó su reforma, que fue ejecutada entre 1752 y 1792. Se añadieron nuevas baterías, baluartes y pabellones, adaptándolo a los tiempos de paz. Sin embargo, su función defensiva fue languideciendo hasta que, en el siglo XIX, el lugar cambió de manos y de propósito.

Fue entonces cuando el castillo pasó a manos privadas y comenzó su transformación en una finca residencial. José Quiroga, esposo de la escritora Emilia Pardo Bazán, adquirió la propiedad y la incorporó a su patrimonio familiar. Años después, su yerno, el general Cavalcanti, reconstruyó las dependencias y levantó un pazo dentro del recinto amurallado, dándole la apariencia romántica que hoy conserva. La residencia, rodeada de jardines y con vistas a las playas de Santa Cristina, Bastiagueiro y Mera, se convirtió en un refugio veraniego de la aristocracia coruñesa.

Tras la muerte de la condesa y de su familia directa, el castillo fue donado en 1938 al Arma de Caballería, pasando a ser residencia de verano para huérfanos militares. Así se mantuvo hasta finales de los años ochenta, cuando el edificio dejó de cumplir esa función y comenzó una nueva etapa de apertura al público.

Castillo de San Cruz.
Castillo de San Cruz.Wikipedia

El renacer del castillo y su papel actual

Hoy, el Castillo de Santa Cruz es mucho más que un vestigio histórico. Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por su alto valor patrimonial, el recinto acoge desde 2001 la sede del CEIDA (Centro de Extensión Universitaria e Divulgación Ambiental de Galicia), un espacio de referencia en materia de educación ambiental, sostenibilidad y divulgación científica. Este centro, fruto de la colaboración entre la Universidade da Coruña, la Xunta de Galicia y el Concello de Oleiros, mantiene viva la isla como lugar de conocimiento y encuentro.

En la actualidad, sus salas albergan exposiciones, cursos y conferencias, mientras que sus jardines sirven como aula natural para escolares y visitantes. El antiguo foso, las murallas y el pazo restaurado conviven con senderos y miradores que ofrecen una de las vistas más bellas de la ría coruñesa. Pasear por su entorno, especialmente al atardecer, es una experiencia que mezcla historia, mar y silencio.

El entorno del castillo forma parte de uno de los paisajes más reconocibles del norte gallego. Frente a la isla se extienden las playas de Santa Cruz, Bastiagueiro y Canido, y al otro lado de la ría se distingue el perfil de la ciudad de A Coruña, con la Torre de Hércules al fondo. El puente de madera que une la isla con tierra firme es ya una imagen icónica para vecinos y visitantes, un símbolo de conexión entre pasado y presente.

Más allá de su valor arquitectónico, el castillo es también un lugar emocional para los oleirenses, un punto de encuentro y de memoria. En verano, sus alrededores se llenan de vida: familias, deportistas, pescadores y turistas comparten espacio bajo la sombra de los muros centenarios. De noche, iluminado, el castillo parece flotar sobre el mar, recordando la vieja función de vigía que tuvo durante siglos.