
Naturaleza
Estas son las mejores piscinas naturales de Galicia para darse un baño este verano
De pozas de río entre carballos a charcas marinas al borde del Atlántico: diez rincones únicos para disfrutar de la naturaleza

Galicia, más allá de su costa infinita y de sus valles, esconde verdaderos paraísos en los que darse un baño rodeado de naturaleza. Desde pozas de río cristalinas entre bosques hasta charcas marinas de agua turquesa formadas por las mareas, la comunidad ofrece rincones difíciles de iguales en los que refrescarse este verano.
A continuación, se exploran algunas de las mejores piscinas naturales gallegas, unas muy populares, otras casi secretas.
Pozas de Melón (Ourense)
En el municipio ourensano de Melón, el río Cerves dibuja una sucesión de pozas y pequeñas cascadas entre rocas graníticas. Son aguas frías, cristalinas, envueltas por el verde de la vegetación ribereña. La ruta hasta ellas, entre sombras de carballos y helechos, es ya una promesa de frescor. Muy frecuentadas en verano, siguen conservando su encanto.

Pozas de Mougás (Oia, Pontevedra)
En el corazón de la Serra da Groba, un regato de montaña cae en cascada formando charcas transparentes y profundas. Desde las rocas se divisa el océano a lo lejos, pero el sonido dominante es el del agua dulce deslizándose por la piedra. A pesar de su belleza, el acceso no es del todo sencillo, lo que ayuda a preservar su aire íntimo.
Fervenza do Toxa (Silleda, Pontevedra)
La gran señora de las cascadas gallegas, con más de 30 metros de altura, se abre paso entre robles, abedules y castaños. Al pie de la fervenza, una poza de aguas oscuras recoge la fuerza del salto. Bañarse allí, con la bruma en el rostro y el eco de la caída resonando en los árboles, es casi un acto de liturgia.
Pozas del río Pedras (A Pobra do Caramiñal, A Coruña)
La sierra del Barbanza esconde una joya fluvial donde el río Pedras ha esculpido charcas escalonadas entre granito rosado. A medida que se asciende por la ladera, las pozas ganan altura y ofrecen vistas sobre la ría de Arousa. Algunas requieren más esfuerzo, pero el premio es un baño tranquilo en plena montaña.

Pozo de Corme (A Coruña, Costa da Morte)
En la punta do Roncudo, junto al pueblo marinero de Corme, el mar ha horadado las rocas creando un charco natural de agua salada y cristalina. Sólo accesible en marea baja y con mar en calma, el Pozo de Corme es un capricho del océano: un jacuzzi atlántico donde nadar rodeado de percebes, espuma y viento.
Poza da Moura (Moaña, Pontevedra)
Cuentan las leyendas que aquí se ahogó una joven moura por amor. La realidad es más serena: un pequeño pozo verde esmeralda, bajo un puente de madera, rodeado de bosque. Desde lo alto del monte Domaio se divisa la ría de Vigo, pero en esta poza lo que se impone es el murmullo del río Miñouba y la paz del entorno.
Pozas del río Barosa (Barro, Pontevedra)
A pocos minutos de Caldas de Reis, el río Barosa forma una cascada escalonada con molinos antiguos a su alrededor. Las pozas, ideales para chapotear tras una caminata, están enmarcadas por vegetación exuberante y pasarelas de madera. Un lugar perfecto para pasar el día, con merendero, sombra y agua corriente.

Pozas de A Noveira (Mazaricos, A Coruña)
El río Xallas se encajona aquí formando una cadena de cuatro pequeñas cascadas y pozas de aguas frescas y claras. El granito brilla con tonos rojizos bajo el sol, y el silencio solo lo rompe el agua al caer. Menos conocidas que su vecina, la fervenza do Ézaro, estas pozas ofrecen una experiencia más íntima y recogida.
Fervenza de Augacaída (Pantón, Lugo)
En el corazón de la Ribeira Sacra, esta cascada de más de 40 metros desciende entre bosques de cuento. Al pie, una poza de aguas frías y profundas ofrece uno de los baños más espectaculares de Galicia. El acceso no es fácil, pero la recompensa es total.
Piscinas naturales de As Furnas (Porto do Son, A Coruña)
Entre pizarra negra y espuma blanca, el mar crea pozas que, en marea baja, se convierten en piscinas naturales. En la playa de As Furnas, el mar se deja domar en charcas de agua turquesa protegidas del oleaje. Escenario de películas y leyendas, es un lugar perfecto para ver el atardecer sumergido en agua salada.
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