
Turismo e historia
Este es el pueblo de Galicia que conserva un increíble mercado del siglo XVIII en su interior
El espacio, marcado por sus calles y empedrados, muestra sus grandes mostradores de piedra en los que se exponían los productos

A vista de pájaro, contemplando un plano de Galicia, la comarca del Deza aparece en su centro, tal vez un pelo desplazada hacia la izquierda, casi imperceptible. Es, a esa misma vista de pájaro, el corazón de Galicia, un lugar que esconde muchos lugares. Alguno de ellos del todo inesperados.
Bien podría ser el caso de Agolada, un pequeño municipio que, a su vez, guarda en su interior otro tereso. Uno que ha sobrevivido al paso del tiempo y de la historia, afianzando su presencia en el imaginario colectivo: Os Pendellos de Agolada, una estructura de piedra y madera que data del siglo XVIII y que se conserva hoy como testimonio del comercio gallego de la época.

Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1985, Os Pendellos es un ejemplo inmejorable de la arquitectura popular que en su día cobijó a tratantes, compradores y vendedores en el auge de su actividad mercantil.
Agolada, un pueblo nacido de su feria
Hoy, tres siglos después, se puede decir que Agolada se asentó y creció en torno a su mercado. Si bien hay constancia de registros de ferias en la zona desde finales de la Edad Media, no sería hasta el siglo XVIII cuando se levantó este entramado de casetas, almacenes y puestos de mampostería, diseñados para ofrecer refugio a comerciantes y clientes.

El espacio, marcado por la estrechez de sus calles y un empedrado que todavía se conserva en algunas zonas, se abre entre grandes mostradores de piedra y bancos que, de corrido, recuerdan el lugar en el que, en otra época, se exponían todos los productos a la venta. Un guiño a un pasado presente que el 12 de cada mes reúne a los mercaderes, aunque en un recinto más moderno.
Os Pendellos de Agolada formaban parte de una red de mercados tradicionales que se extendían por Galicia, con formas similares en poblaciones como Baíñas, Ponte do Porto o Baio. El paso del tiempo y el desgaste, sin embargo, condujo a muchos de ellos hacia la desaparición, dejando tras de sí una pequeña parte de la historia comercial de nuestra tierra.
Desde la década de los 70 se calcula que en Agolada han desaparecido alrededor de una veintena de pendellos. Afortunadamente, en los primeros años del siglo XXI se llevó a cabo un proceso de rehabilitación que permitió recuperar y conservar este conjunto.
De este modo, visitar hoy Os Pendellos es sumergirse en la vida de los antiguos mercados de Galicia. A través de sus pequeñas calles, vecinos y visitantes descubren las distintas áreas de un centro comercial de otra época: la Praza do Mel, el Adro da Capela, las casetas de comerciantes y los almacenes para mercancías.
Y, si uno se fija bien, en sus muros de piedra y en sus soportales que resguardan de la lluvia todavía observará vestigios de otro tiempo, de un lugar en el que el trueque y la compraventa, las reuniones y los encuentros, marcaban el ritmo de otra vida.
Visitas imprescindibles
Pero Agolada es más que sus Pendellos. Atravesada por el río Ulla y su afluente, el Arnego, la localidad cuenta con un entorno natural único en el que destaca el área recreativa de Brocos y los torrentes de Mácara.

A ellos cabe sumarle el Ponte dos Cabalos, una construcción del año 970, y los sobreirais do Arnego, un bosque de alcornoques centenarios que forma parte del paisaje característico de la zona. Desde lo alto del Monte Farelo, a 986 metros de altitud, se puede obtener una vista panorámica de la comarca.
El pazo de Borraxeiros y la iglesia de San Cristovo, que alberga el sepulcro y la estatua orante de Antonio Salgado, primer conde de Borraxeiros, son algunos de sus monumentos con historia; una historia que incluye, también, el tesouro de Agolada, un conjunto de joyas de oro encontradas en 1920 cerca del castro de Goiás y que puede visitarse en el Museo Provincial de Pontevedra.
Os Pendellos, hoy
A pesar del paso del tiempo, Os Pendellos sigue siendo punto de encuentro social y cultural. Cada agosto, el recinto cobra vida con tres días de celebraciones, incluyendo una feria de artesanía, un mercado medieval y el Festival de Bandas de Música.
Además, en la plaza del concello y en los alrededores de Os Pendellos, los visitantes disfrutan de la gastronomía local, marcada por los buenos vinos, la comida y, por supuesto, la hospitalidad de los gallegos. Esa misma cercanía que allá por el siglo XVII hizo de este lugar un punto de encuentro en la provincia.
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