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Seguridad alimentaria
La harina del fondo del armario... ¿se puede consumir?
Cualquier receta que incluya harina tardará mucho tiempo en prepararse. Y llevando el ritmo de vida que llevamos, rara vez tenemos el tiempo y la energía para prepararla. Así que es normal que se quede olvidada en las alacenas de la cocina
La harina es un ingrediente esencial en nuestra gastronomía. De hecho, es la piedra angular de muchos de los platos más tradicionales y queridos por los españoles. Sin embargo, la harina también tiene un problema: cualquier plato que incluya harina, tardará mucho tiempo en prepararse. Y llevando el ritmo de vida que llevamos, rara vez tenemos el tiempo y la energía para hacer cualquiera de estas recetas. Por eso, es muy frecuente que los sacos de harina queden olvidados en las alacenas de la cocina durante meses… o incluso años. Pero, ¿puede consumirse la harina después de que haya pasado la fecha escrita en el envase?
¿La harina caduca?
La información que obligatoriamente debe incluir cada producto alimenticio en su etiquetado está regulada por el Reglamento 1169/2011 de la Unión Europea. En general, esta fecha fija la duración mínima de un producto, en la cual se garantiza que mantiene todas sus propiedades organolépticas sin perder calidad ni suponer un riesgo sanitario. El consumo de un producto después de la fecha de caducidad implica un riesgo potencial de intoxicación alimentaria. Sin embargo, si se consume después de la fecha de consumo preferente, simplemente se nos está avisando de que el fabricante ya no puede garantizar que mantiene la misma calidad que al principio. O sea, que el producto sigue siendo seguro y comestible.
En el caso de la harina, la fecha del paquete no es la fecha de caducidad… sino la fecha de consumo preferente. Y en realidad, si almacenamos correctamente la harina, esta puede aguantar mucho más allá de esa fecha de consumo preferente, que suele marcar un plazo de 90 días desde su salida al mercado. Después de estos tres meses de consumo preferente, la harina puede perder calidad. Y eso puede afectar a su textura, a su sabor y a su aroma. Es decir, que la harina envejece o se estropea (si es que ha estado mal conservada).... pero no caduca.
La vida útil de la harina puede ser muy variable en función de su origen, su grado de procesamiento y la forma de conservación (la harina es sensible a olores, humedades, altas temperaturas y a la luz de sol). Así que, independientemente de la fecha que marque el producto, lo que debe anteponerse en el caso de la harina es el sentido común. Si está estropeada... lo sabremos. Porque olerá mal, tendrá un color extraño, se habrá convertido en un bloque duro, contendrá insectos, etc. Ahora bien, aunque sea seguro consumirla... si ha pasado mucho tiempo, lo mejor es olvidarse de ella e ir al supermercado a por otro paquete. Porque preparemos lo que preparemos... la calidad será bastante peor.
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