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Ribera del Duero
Bodegas La Horra lanza su primera añada certificada como ecológica
Bodegas La Horra siempre ha trabajado con criterios ecológicos, pero esta es la
primera cosecha de Corimbo que ha sido certificada oficialmente como
ecológica
Bodegas La Horra presenta la nueva añada de Corimbo 2020, una cosecha marcada por una especial frescura e identidad de viñedo, que se transmite en unos vinos que representan fielmente al paisaje y a la tinta fina en esta zona de la Ribera del Duero burgalesa que enamoró a Bodegas RODA cuando se decidió a apostar por la Ribera.
Aunque desde aquel primer Corimbo 2009 con el que se estrenara la bodega, Bodegas La Horra se ha mantenido firme en su filosofía de mantener un suelo vivo y poco intervenido, con prácticas ecológicas en sus viñedos, este 2020 es la primera añada certificada oficialmente e identificada como tal en su etiqueta. “Hemos trabajado en Ribera del Duero desde el inicio como ecológico: sin herbicidas, sin productos de síntesis química, ni en abonados ni en tratamientos… pero han de pasar tres años, desde que te inscribes en el Consejo Regulador de Agricultura Ecológica, para que el viñedo pase de ser convencional a ‘eco’. Y esta es la primera añada en la que podemos señalarlo en etiqueta”, explica Agustín Santolaya, director general de Bodegas La Horra.
Corimbo 2020 recoge así la riqueza de unos suelos en simbiosis con la Naturaleza, que son la base para que la fruta de su tinta fina se desarrolle en todo su esplendor. Refleja una Ribera más frutal y elegante, donde la crianza en barrica durante 14 meses acompaña, pero no enmascara. Un vino de frescura inusitada, creado en una añada marcada por el confinamiento, que hizo que aflorara el lado más libre y salvaje de la viña, provocando así un diálogo intenso y primario entre la viña, el territorio y el viticultor.
La añada climática 2020 dio comienzo sin apenas heladas, contando con un invierno suave y sin nevadas. La primavera fue también relativamente suave y el verano fue más fresco de lo habitual, exceptuando el mes de julio, que registró temperaturas por encima de la media. Un año sin duda lluvioso (466 mm) que permitió una muy buena brotación y un adelanto de la floración. El viento y la lluvia durante el cuajado produjo algo de corrimiento en los racimos de algunos viñedos, pero lo más problemático fue la gestión de enfermedades, con incidencia alta de acariosis y enfermedades fúngicas. Durante todo el ciclo, a causa de las restricciones provocadas por la covid, la viña estuvo sola, sin interacciones externas, salvo las de la propia naturaleza y las del viticultor. La vendimia se inició temprano y hubo que hacer un parón, ya que en plena cosecha llovió muy abundantemente.
Calificada por el Consejo Regulador como Excelente, los vinos de la añada 2020 son más frescos y ligeros que sus hermanos del 2019, con un perfil especialmente frutal, transmitiendo muy claramente el paisaje y la vid.
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