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Ribera del Duero

Bodegas Portia: un viaje por el arte a través del vino (o viceversa)

A esta reportera se le quedan cortas las palabras. La recomendación es visitar y ver con los propios ojos lo que verbalmente queda dicho a través de estas líneas.

Bodegas Portia
Bodegas PortiaLa Razón

La descontextualización de espacios insólitos como lugares expositivos es algo que se ha venido haciendo a lo largo del presente siglo para facilitar al espectador la contemplación del arte. Hay quienes no van a museos o a galerías por desidia, por olvido y hasta incluso por desinformación o porque no se presentan las opciones de forma atractiva. Concebimos la cultura como el conjunto de elementos y características propias de una determinada comunidad humana. Incluye aspectos como las costumbres, las tradiciones, las normas y el modo de un grupo de comunicarse y de construir una sociedad.

De aquí podemos colegir que cultura es todo, pero en este caso solo queremos centrarnos en la cultura del vino como conjunto de conocimientos, costumbres, modos de vida, expresiones artísticas, científicas e industriales, vinculadas al mundo del jugo de uva fermentada en sus múltiples facetas, desarrolladas a lo largo de la historia de la humanidad y también como una forma de arte; es ahí donde se juntan ambas cosas, y, por tanto, lo que dio iniciativa a una experta galerista como María Porto para ser el brazo ejecutor de la exposición que hoy nos ocupa como precursora que siempre ha sido en sacar el arte de los lugares habituales. Para ello nos conduce en un recorrido a través de la obra del gran José Manuel Ciria en distintas épocas, a lo largo de un espacio tan potente que había que seleccionar de forma estricta. En un entorno espectacular, como lo es el edificio de Bodegas Portia, un espacio diseñado por el afamado y prestigioso estudio de arquitectura Foster & Partners -diseño arquitectónico brillante, formidable, excepcional, símbolo de vanguardia y futuro, en el corazón de Ribera del Duero, de muy fácil acceso desde el km. 170 de la N-1-, el montaje en la bodega fue proyectado para jugar al máximo con los espacios disponibles. En la primera visita a la propia bodega se cubicó el volumen, la extensión, y se calcularon las fechas.

Las enormes dimensiones de Portia dejaron a todos boquiabiertos y a Ciria tan excitado como ilusionado. María Porto, durante sus noches de insomnio, imaginaba lo faraónico del proyecto. No es de extrañar que el apetito de ambos creciera exponencialmente ante la visión de aquellos recintos. La planta hexagonal de la entrada, con dos obras a cada lado de los seis ventanales, la nave de botellas donde se prepararon unos caballetes metálicos para sustentar los ocho tondos de 250 cm. de diámetro e iluminación desde el suelo, y la inmensa nave de barricas donde fueron colgados desde el techo exentos de una sola pared catorce obras de 250 x 250 cm. Las pinturas gigantes que no caben en ninguna parte se entremezclan ora con toneles, ora con los botelleros, estas últimas adoptando una forma redonda descomunal, formato que rara vez nos encontramos. Pero a esta reportera se le quedan cortas las palabras. La recomendación es visitar y ver con los propios ojos lo que verbalmente queda dicho a través de estas líneas.