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Alentejo en la mesa
El privilegio de comer en Quinta do Quetzal
Un restaurante referencia en el Alentejo
En pleno Alentejo, junto a la localidad de Vidigueira y rodeados de suaves colinas con grandes extensiones de viñedos, descubrimos los dominios de una de las más reconocidas bodegas de esta región. No hay duda, un territorio perfecto para un “terroir” sin igual.
Este idílico paisaje, junto al verdor de los viñedos a nuestro alrededor, es el inigualable escenario natural donde se asienta un restaurante ciertamente espectacular. No en vano, fue considerado “Mejor Restaurante del Alentejo en 2018” por la Entidad de Turismo de esta región portuguesa.
Y es que las panorámicas desde este emplazamiento, gracias a sus grandes ventanales, no hacen más que recordar al comensal dónde se encuentra. Alentejo en estado puro, al natural, sin añadidos. Todo un privilegio.
Nada más entrar en esta cuidada “quinta” los ojos tratan de retener lo que vamos descubriendo. Es como si quisieran dedicarle en la memoria un archivo especial para no olvidarlo nunca. El lugar es ciertamente bonito en todos los aspectos, con una serie de construcciones que, en mi opinión, convienen perfectamente con las extensiones de vid que las envuelven.
Llega la hora de comer. Una magnífica selección de vinos de esta acreditada “adega” acompañará unas elaboraciones donde el Alentejo está presente en productos, olores, texturas, presentaciones y sabores. Estas cocinas, comandadas por el chef portugués Joâo Mourato, desprenden amor por la tierra, por lo cercano, por una forma de vida –muy acorde con las tradiciones y con la naturaleza- que afortunadamente no quieren que se pierda.
Tentadores nombres, apenas menciono algunos, como “lagostim do rio”, “empada de coelho”, “raviolis de caça”, “tártaro de beterrada”, “tomatada de pato e ovo”, “borrego assado”, “peixinhos da horta”, “cachaço de porco alentejano”, “arroz de perdiz” o “pasteis de queijo de Serpa” no hacen más que remarcar la importancia de los magníficos productos que estas tierras ofrecen como base de las elaboraciones servidas en estos galardonados fogones.
Todo es idílico. Un entorno único, un producto de altísima calidad, una ubicación envidiable, unas panorámicas inigualables, una variedad en la carta que va cambiando periódicamente acorde a los productos de temporada, un impecable servicio y un acompañamiento con excelentes vinos de esta bodega gracias al didáctico asesoramiento del sumiller Joâo dos Santos. A todo ello, hay que añadir una cercana tienda donde comprar algunas botellas para disfrutar en casa con la familia y una preciosa sala de exposiciones.
Se preguntarán por la razón de tan sugestivo nombre en tierras donde no se ve volar tan exótico pájaro, el quetzal. La respuesta tiene una bonita historia tras de sí. Les pido que se interesen por este original detalle. Sólo avanzo que algo tiene que ver con una cercana ermita dedicada a la devoción de la mexicana Virgen de Guadalupe y con el hecho de que esta ave fuera sagrada en algunas culturas precolombinas mesoamericanas.
Reconozco que, desde hace tiempo, unos amigos, forofos de esto que llaman el buen comer, me aconsejaron repetidamente acercarme. Me hablaron de cómo este magnífico cocinero consigue darle, gracias a una buena técnica y unas gotas de sugerente atrevimiento, una personalidad propia a estos platos sin olvidar las raíces alentejanas.
Sabiendo de dónde procedían esas recomendaciones, estaba seguro que era una apuesta ganadora. Así fue y así resultó.
Sólo queda, desde estos párrafos, hacer pública esta sugerencia. Acérquense a Quinta do Quetzal (www.quintadoquetzal.com). Un ofrecimiento basado en el mejor de los argumentos posibles: la experiencia propia.
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