Historia

Lugo

2014, el año del «baby boom»

Amaya Salamanca, Pilar Rubio, Carolina Cerezuela, Vanessa Lorenzo y Eugenia Silva
Amaya Salamanca, Pilar Rubio, Carolina Cerezuela, Vanessa Lorenzo y Eugenia Silvalarazon

Ni puestas de acuerdo: saldremos a parto por mes y deberíamos catalogar tanto natalicio al que abrió marcha la hermosa Sara Carbonero. Trayendo al mundo a Martín, su primer retoño con Casillas. Vamos a por un dichoso suma y sigue donde también está, ya con sus 37 años, la radiante Cristina Valls Taberner, que finalmente dejó de ser la pretendida y cotizada «soltera de oro y brillantes». Espera descendencia igual que otras de similar renombre: Eugenia Silva, ya de siete meses, alumbrará el fruto de su intermitente y no siempre plácida relación con Alfonso de Borbón, hijo cuarentón de la impagable y semirretirada Marisa de Borbón, que sólo se deja ver en París reclamada por Loewe. Eugenia ya convenció las reticencias de su madre María Antonia Hernández-Mancha, hermana de quien fue rampante líder de Alianza Popular.

«Ella es supersticiosa, aunque tradicional, y no le gusta ir comprando la canastilla del por nacer. Colmará mi vida», afirma Silva. Nadie como ella, prestigio de España en las pasarelas internacionales, donde todavía deja impronta personalísima Vanessa Lorenzo, con un embarazo que transformará en papá al barcelonista Carles Puyol. Al jugador le molesta este tipo de publicidad en postura contrapuesta a la de Casillas o Gerard Piqué, siempre dispuesto con Shakira a facilitar vía Twitter lo último de su criatura, incluso sin esconder, como hace el portero merengue, la marca que representa. Y eso me hace recordar los húmedos y calientes veranos palmesanos cuando el Príncipe, las Infantas, Marichalar y Urdangarín pateaban los pantalanes y la cubierta del «Fortuna», con sus bordados polos deportivos de firmas. Que iban más allá de regalarles la prenda. Eran una propaganda andante, los proveedores de gafas también aprovechaban tal ocio relajador, y hasta Breitling suministraba sus últimos modelos a Don Juan Carlos, siempre tan entusiasta de los relojes. Tiempos en que nada se cuestionaba, y menos aún tan evidente exhibicionismo, propiciado porque navegar rebajaba la tensión social, y no fue ni parecía ofensivo. Eran gestos, actitudes o aprovechamientos circunstanciales. Que ambientan más la prueba náutica de una regata creada por Agua Brava durante XXV años, que no es poco. Su impacto decayó y los buenos días perdidos –no sé por qué recuerdo un gran título de Antonio Gala– ya están en la memoria indeleble de quienes compartimos el bautismo marinero del entonces Duque de Lugo, la permanente altivez –que ningún pleito rebaja– de Iñaki Urdangarín, causante de grititos entusiastas en aquel «Náutico» que transformaban en sucursal palaciega, donde todos aspiraban a una sonrisa de Reyes y parentela. Don Juan Carlos se movía a sus anchas y derrochaba optimismo desayunando pan tumaca o butifarra rellena de cabello de ángel.¡Qué tiempo tan feliz!, cantará la Campos con Mary Hopkins, creadora de un tema eurofestivalero hoy convertido en himmo jubiloso de su programa para el «weekend». Cristina Lasvignes dio a luz en noviembre, mientras aún esperan Sol González, del incansable Javier Hidalgo –ya soltero de oro con espolones–, Carolina Cerezuela, el tercero de Carlos Moyá, Pilar Rubio, un niño del enloquecido Sergio Ramos, y la fría Amaia Salamanca, acaso entibiada por hacer padre a Rosauro Baro, y ya no digamos esa Chabelita. Que tiene en gimiente pie de guerra al pantojil clan que la retiene en «Cantora». Ejerce otra forma de ponerse a parir. Curioso.