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El príncipe Andrés deja la vida pública

No consigue desligarse del «caso Epstein» y sucumbe a la presión mediática. «He causado un gran trastorno a mi familia y a las organizaciones benéficas que tengo el orgullo de apoyar»

FILE PHOTO: Royal Ascot
El príncipe Andrés, el pasado 20 de junioToby MelvilleReuters

La que sigue es la crónica de una decisión anunciada. Después de meses de escándalos, el príncipe Andrés decidió ayer bien entrada la tarde dar un paso atrás, un gesto que le venía reclamando el pueblo británico desde hace meses. En concreto, desde que se hizo pública su relación con el magnate Jeffrey Epstein, condenado por tráfico sexual de menores. El duque de York deja (por un tiempo) sus funciones como miembro de la corona británica, según sus palabras, «para no trastornar el trabajo de mi familia ni la incontestable labor de muchas organizaciones benéficas que tengo el orgullo de apoyar». Así reza el escueto comunicado que emitió, un texto en el que volvió a desmarcarse de las actividades delictivas de Epstein, que fue encontrado muerto en su celda el pasado mes de agosto.

Con su fallecimiento se cerró el caso en los juzgados, pero nunca ha dejado de estar en las calles. Aunque el escándalo saltó hace meses, puede que el día más difícil para el que se dice es el hijo favorito de Isabel II fuera el pasado sábado. Con la entrevista sin restricciones que concedió a la BBC se lo jugaba todo a una carta. Y perdió. Sus respuestas no convencieron y sus coartadas han quedado desmontadas estos días por la prensa del Reino Unido. Todo el país entonaba a coro un mismo clamor: pedían un paso atrás del duque de York. El príncipe Andrés solo ha aguantado el escarnio mediático cuatro días.

Dicen que la idea de dar la cara y someterse al escrutinio público fue de su mujer, Sarah Ferguson. También se ha publicado que la entrevista llevaba gestándose más de un año, mucho antes del suicidio de Epstein. Así, resulta difícil de entender cómo un guión que llevaba meses preparado hiciese aguas de una manera tan evidente. Le faltó rotundidad y, sobre todo, pruebas en los asuntos clave. Puede que el más importante fuese su «relación» con Virginia Giuffre, quien le acusó de haber mantenido relaciones sexuales con ella siendo menor. «Nunca había visto a esa joven», dijo, a pesar de que una fotografía que retrata al duque de York cogiendo de la cintura a la denunciante saltó a la opinión pública hace meses. Aún sorprendió más sus razones para explicar que no pudo participar en las orgía con menores que Epstein organizó el 10 de marzo de 2001. «Estaba llevando a mi hija Beatriz a una fiesta infantil a Pizza Express en Woking», contó. Dice que lo recordaba porque para él «no es habitual acudir a este tipo de locales».

«Yo no sudo»

El capítulo de respuestas rocambolescas no termina ahí. «Yo no sudo», dijo para desmontar la versión de Virginia Giuffre. En su día, ésta dijo que el hijo de Isabel II apareció «muy sudoroso» una de las tres veces en las que compartieron cama. Justificó que su incapacidad para sudar proviene de «una condición médica particular» que contrajo en el transcurso de la Guerra de las Malvinas.

«Continúo lamentando mi equivocada asociación con Jeffrey Epstein. Su suicidio ha dejado muchas preguntas sin responder, en particular para sus víctimas. Empatizo profundamente con todos los que se hayan visto afectados y quieran cerrar esa etapa. Solo puedo esperar que algún día sean capaces de rehacer sus vidas. Por supuesto, colaboraré con las fuerzas de seguridad en sus investigaciones si así lo requieren». Esa es la versión que expuso por escrito en su comunicado en lo relativo a su relación con el magnate. Por contra, el sábado no se mostró tan firme en su condena a la conducta de Epstein. «No lamento mi amistad con él», llegó a decir. «Fue deprimente que no reconociera el alcance de su relación con este hombre despreciable», denunciaron los críticos.