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Las siete habitaciones “ropero” de Sara Montiel

La 2 de TVE emitió «Todos los nombres de Sara», un documental dedicado a la artista irrepetible que conquistó a todo un país y a parte del extranjero

Madrid 1957.- Reportaje fotográfico de Sara Montiel recien llegada de Hollywood donde alcanzó un gran éxito.
Madrid 1957.- Reportaje fotográfico de Sara Montiel recien llegada de Hollywood donde alcanzó un gran éxito.larazon

Fue hace tres días en la Segunda de TVE. Resultó eficaz, testimonial, reivindicativo, muy creíble, todo un documento. Se echaba en falta y nada como un canal oficial para testificar lo que Sara fue en nuestro país. «Saritísima» fue un símbolo, y Terenci Moix, siguiendo a Hollywood, inventó ese seudónimo, que se acabó popularizando inclusó más que el nombre propio de la artista. Qué tiempos aquellos en los que María Antonia Fernández soñaba ser estrella, algo improbable desde sus tiempos iniciales en los que realizaba papelitos con Juan de Orduña, quien luego la dirigiría muchos años después en la consagrante «Locura de amor», donde hacia de la «infiel Aldara» y competía con Aurora Bautista. Su belleza, más que sus condiciones, fue el trampolín que la llevó al cuplé y que le permitió actualizar un género que había tenido por reina a la difícil y muy caprichosa Raquel Meller. Esta nunca entendió el triunfo de Sara, y dolida o despechada, decía que «cantaba como un soldado», sin entender que los gustos habían cambiado. Con una sexualidad que en España era inédita pero muy propia de Hollywdood, reinterpretó los intrascendentes cantares y lo hizo siendo mucho más sensual que las anteriores. «Saritísima se» convirtió en «la más», superando a nombres tan acreditados como el de Concha Piquer, que se vio desplazada por la manchega. Aunque ha pasado medio siglo de aquel suceso, se mantiene a juzgar por lo que vimos el jueves.

Sara Montiel, en 1957
Sara Montiel, en 1957larazon

Conocí a Sara y la quise bien y mucho. Dormí una semana en su primera casa mallorquina, en la sierra de Na burguesa. También la acompañé cuando, asustada tras un accidente en las tremendas curvas de esa carretera, decidió junto a Pepe mudarse al centro palmesano. Eligieron un enorme duplex frente al Club Náutico (Sara usaba nada más y nada menos que siete habitaciones como guardarropa) y desde allí siguió girando. Recuerdo una de sus actuaciones en el grandioso «Radio City Hall» neoyorquino, que ella siempre elegía por su aforo enorme, ya que podía albergar casi l.500 butacas. El público aplaudía en pie gritándole «¡brava, brava!». Fue una noche estelar. Su figura ha sido irrepetible. En la Barcelona que la adoraba presenté un homenaje hacia su figura, con una entregada y admiradora Mary Santpere. También estuvieron Paco Morán, Fernando Rodríguez Madero y Pepe Antequera. Resultó apoteósico por el entusiasmado público y las cosas que se dijeron. Aquello fue irrepetible, al igual que ella. Y todavía lo es aunque hayan pasado sesenta años.