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Dolores Redondo: “No puedes ser escritor si no tienes empatía hacia lo de los demás”

Además del éxito literario, su inquietante trilogía del Baztán se ha llevado a las pantallas, donde también ha triunfado

Dolores Redondo
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Si Dolores Redondo no existiera habría que inventarla. Y no solo porque sea una de nuestras escritoras de novela negra más exitosas –en poco más de seis años ha vendido millones de libros–, sino porque es una mujer sencilla y encantadora a la que tan espectacular reconocimiento no ha cambiado en absoluto. La autora de la trilogía del Baztán, de su aclamadísima precuela (“La cara norte del corazón”) y de la premiadísima “Todo esto te daré”, sigue siendo la misma mujer tranquila, observadora y empática. Tal vez el secreto de su éxito sea esa normalidad tan poco frecuente combinada con su innegable talento. Eso y no eludir la cara norte de la vida…

–¿Todos sus personajes e historias son de cara norte?

–Todas las novelas que he escrito lo son. La que estoy escribiendo ahora y las que vengan después lo serán. En todas los personajes se ven sometidos a una presión extrema y tienen dos opciones: ir por el caminito del medio o por la cara norte. Todas deciden ir por la cara norte. Esto es un viacrucis para ellos, pero también un modo de reforzarse, aprender y exorcizar sus demonios. Por experiencia personal, creo que si te dejas fantasmas del pasado sin exorcismo, vuelven cada vez más fuertes y haciendo más daño. Así que mejor hacer un exorcismo bueno, clavarles una estaca en el corazón y matarlos bien matados. Para hacer eso hay que mirarles a la cara.

–¿Siempre tuvo claro que haría una precuela de la trilogía del Baztán?

–Hubiera sido imposible escribir una novela como «La cara norte del corazón» si no la hubiera tenido calculada desde antes, porque solo me limito a recoger sedal lanzado en las anteriores novelas. En todas fui dejando pistas, caminos abiertos que me he limitado a completar. Era un deseo desde 2005 escribir sobre Nueva Orleáns. Incluso antes de que Amaia Salazar (protagonista de la trilogía) apareciera en mi vida, estaba Nueva Orleáns como deuda con lo que había pasado allí con el Katrina y los días posteriores…Porque una cosa fue el huracán y los daños y las pérdidas tremendas, incluidas las peores, las de vidas; pero lo que ocurrió además fue político, social, racista y clasista, porque los que se quedaron allí abandonados, eran muy pobres, ancianos y en su mayoría negros.

–Teníamos ganas de conocer a Amaia Salazar desde el principio…

–Pues aquí tiene 25 años. Es una joven que ni siquiera sabe que es brillante y que se pega la mitad de su vida, como la mayoría de las mujeres, ignorando lo maravillosa que es. Y Amaia sí que es extraordinaria, pero tiene 25 años punkis, como fueron los míos. Se parece bastante a mí cuando tenía su edad. Es muy fuerte, segura,capaz... Pero le faltan habilidades burocráticas. No sabe moverse en los despachos ni buscar alianzas y es capaz de matarse por su razón. Y eso a veces es un estorbo. Para mí lo fue en su momento y lo es para Amaia hasta que encuentra a Dupree, que la reconoce inmediatamente como esa aguja en el pajar, afilada, brillante, muy inaccesible y difícil de encontrar. Seguramente la reconoce porque él también es otra aguja como ella. Ambos tienen pasados difíciles aunque muy distintos que les han hecho explorar la cara norte y a ser capaces de convertir en arma sus miedos, y poder perseguir y capturar a un demonio.

–Dicen que no hay peor demonio que el que se esconde en el interior de la gente normal…

–El asesino de esta historia está basado en un tipo real. Lo descubrí hace años y lo tenía ahí aparcado porque me parecía muy sórdido precisamente por ser un tipo normal pero terrorífico , que había estado 18 años escondido a plena vista sin que la justicia pudiera capturarle, porque pasaba desapercibido.

–Hay otros demonios en “La cara norte del corazón”: la propia gente viviendo en un entorno infernal que usted describe hasta la extenuación.

–Era importante para mí que el lector fuese consciente de la miseria que se vivió en Nueva Orleáns. Del horror que sentía la gente por verse abandonada, por eso las descripciones son especialmente inquisitivas en cuanto a olores, presencias. Los diques del río Mississipi rotos, los cadáveres en el agua infestada por caimanes, ratas y culebras, la gente caminando entre aguas fecales que inundaban la ciudad y que en el sitio donde menos cubrían llegaban a la rodilla…

–En sus historias pesa mucho el pasado. ¿Le han preguntado alguna vez si tuvo una infancia infeliz?

–Hasta el punto de que una vez estaba con mi madre en una sala de espera y le dije: «mamá, por favor, ponte de pie». Y luego «esta es mi madre y nunca ha intentado matarme. Como mucho tirarme una chancla que nunca me daba cuando peleaba conmigo y mis cuatro hermanos mientras mi padre estaba en la mar». Es verdad que ha habido momentos muy dolorosos en mi vida, pero también en las vidas de las personas que quiero. Creo que es propio de un autor ser capaz de ponerse en la piel de otro. No puedes ser escritor si no eres capaz de tener esa empatía hacia lo de los demás.

–Y después de tantísimo éxito literario y cinematográfico -lleva dos películas de la trilogía con un éxito descomunal y en abril llega la tercera, para la que se augura lo mismo-, ¿no le preguntan si es millonaria?

–Hace poco me lo preguntaron y contesté: «no, no, si yo no soy millonaria. Será Rosalía, que canta la de “Millonaria” ". Yo es que era muy pobre antes. Entonces, hasta ser millonaria, me falta mucho, porque no estaba ni en cero, o sea que tengo que completar.