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La ruina de Delphine Boël: Su padre adoptivo la deshereda y Alberto II la rechaza

Delphine Böel
Delphine Böellarazon

¿Dinero o amor? Tras la convulsión que ha supuesto el reconocimiento a la fuerza de Delphine Boël como la hija biológica del monarca emérito Alberto II, la sociedad belga se pregunta las verdaderas motivaciones para esta batalla judicial de seis años y medio y las miradas se dirigen también hacia Jacques Boël, el hombre que reconoció a Delphine como su hija, a pesar de saber la verdad .y que ahora, preso de la furia, la ha desheredado.

Después de conocerse la noticia, el letrado de Delphine, Marc Uyttendaele ,aseguró en una entrevista a la cadena RTL que su clienta tan sólo buscaba un “reconocimiento” ya que la fortuna de Jacques Boël es mucho más importante que la del monarca emérito. Según ha explicado la escultora de 51 años, el marido de su madre ( ahora divorciados) la reconoció como hija en aras de mantener las apariencias, pero nunca la trató como tal. La presencia de Alberto II era habitual en la familia ya que el idilio adultero duró casi dos décadas, pero para Delphine era tan sólo una allegado de sus padres, habituados a codearse con la alta sociedad belga a la que pertenecían y siguen perteneciendo. La escultora conoció la verdad por boca de su madre con 15 años y, antes los incesantes rumores de su entorno y el rechazo de Alberto II a divorciarse de su esposa Paola, la familia acabó mudándose a Londres. La noticia salió a la luz pública en 1999 a través de una biografía no autorizada sobre la entonces reina. En su discurso de Navidad de ese año, el monarca reconoció que u matrimonio había pasado momentos difíciles, lo que se interpretó como un reconocimiento velado al affaire con la baronesa Sibylle de Sélys Longchamps, aunque no a la paternidad de Delphine.

Al menos tres millones de euros de herencia

Según una reforma de la ley belga del año 2018, a los hijos les corresponde la mitad de la herencia. En este caso, esta cantidad debería ser repartida entre los tres hijos legítimos del monarca nacidos de su matrimonio con Paola. ¿Cuánto irá a parar a Delphine? Resulta difícil de calcular, ya que existen versiones discrepantes. El soberano reconoce un capital privado de 12, 4 millones de euros, una villa en el sur de Francia, un yate y una casa en Roma heredada de la familia de Paola. De esta forma a Delphine le corresponderían al menos 3 millones de euros, aunque según los cálculos del experto Thierry Debels la cifra podría ser mucho mayor ya que la fortuna del rey emérito podría alcanzar los 300 millones de euros si se contabilizar la opaca fortuna proveniente del Congo, en uno de los capítulos más negros de la historia belga. Delphine no tendría acceso a las propiedades del Estado ( el palacio real, una parte del castillo de Laeken y el castillo de Belvédère dónde viven actualmente Alberto II y Paola) ni a otros bienes inmuebles que forman parte de la figura conocida como “donación real” y se heredan de monarca a monarca como forma de no repartir la fortuna.

Jacques Boël, sin embargo, es uno de los herederos de Gustave Boël, el fundador de un imperio siderúrgico en el país. Actualmente el grupo Boël es un conglomerado financiero de 600 millones de euros, la decimosexta fortuna del país. A esto se debería añadir la riqueza personal de Jaques cuya cuantía no se conoce. Como pista, su ex mujer vive en una propiedad de ocho héctareas en Saint-Etienne ( sur del país)

Para que Alberto II pudiera hacerse las pruebas de paternidad, primero fue necesario probar que el padre legal de Delphine no era el biológico. Aunque el tribunal de primera instancia dictaminó que Jacques podría seguir siendo considerado su padre legal ,debido a la relación durante tantos años, la corte de apelación dictaminó lo contrario. De esta forma, Delphine pasó de tener a dos padres a no tener ninguno. A pesar del reconocimiento público de Alberto II, la decisión sobre la paternidad debe ahora ser refrendada de manera oficial por parte de la justicia belga. Sobre el papel, Delphine sigue siendo doblemente huérfana. Tanto desde el punto de vista sentimental como material.

Uno de los aspectos más oscuros de la historia sigue siendo la relación entre Alberto II y Jacques Boël y como los dos han manejado esta delicada situación durante estos años. En el comunicado del soberano, éste parece justificar sus reticencias a reconocer a Delphine como una muestra de respeto a la figura de su padre legal. “Más de cuarenta años después, la señora Delphine Boël ha decidido terminar su vínculo afectivo con su padre y cambiar de familia. Y eso a través de un proceso largo, doloroso y que se ha revelado como judicialmente contradictorio", asegura un texto que no revela contrición ni culpa sino tan sólo rencor hacía su hija biológica. El monarca también asegura que durante estos años nunca se involucró en la educación de Delphine como forma de dar su puesto a Jacques Boël.