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Federica de Grecia, la anticomunista a la que Franco no soportaba

Así son las memorias de esta figura clave en la historia de la Grecia contemporánea

Retrato de Federica de Grecia
Retrato de Federica de Grecialarazon

Cuando viví en Atenas hablé con mucha gente, recorrí museos y casonas, iglesias ortodoxas y la catedral católica donde se celebró uno de los ritos del matrimonio de Don Juan Carlos y Doña Sofía. Comprobé el escaso conocimiento que de su familia real tenían los griegos, especialmente los jóvenes, cuando no lo extendido de lugares comunes y ciertas leyendas y vilipendios, transmitidos sin espíritu crítico. El último rey, Constantino II, acababa de mudarse a la localidad peloponesa de Porto Jeli, pero Tatoi, la relativamente modesta casa donde habían vivido y donde la reina Federica está enterrada, seguía estando en un estado de lamentable semiabandono tras su confiscación, aunque ahora se haya iniciado ya una recuperación del palacio, sus objetos y su entorno. A pesar de que Costas Mitsotakis, primer ministro entre 1990 y 1993, permitió la devolución de algunos enseres de los reyes, Constantino II y sus hermanas recibieron una pírrica indemnización por sus bienes arrebatados. Corrían por la capital griega absurdas historias acerca del papel jugado por la Corona y especialmente por la reina Federica a la que achacaban dispendios excesivos, amor por la pompa, carácter autoritario e impulsar la intromisión de su hijo en la vida política.

Hace días se presentaron en Atenas, con la asistencia del rey Constantino, la reina Doña Sofía y la princesa Irene, tres volúmenes con los diarios de damas de compañía de la reina Federica. Asistió también la reina Ana María, nacida princesa de Dinamarca, título que también ostentan todos los príncipes de Grecia. La obra, coordinada por Costas M. Stamatopoulos, abarca desde 1938 a 1967 en el que esas damas anotaron detalles sobre su vida, incluyendo sus compras, actos sociales, viajes, audiencias o visitas. Se complementa con documentos de los Archivos Generales del Estado e incluye más de 200 fotografías. Desde 2011 se abrió el acceso a esos documentos y, desde que el partido conservador gobierna, se comenzado a desvelar ese pasado. La dinastía llegó de Dinamarca en 1863 con Jorge I, asesinado en 1913. En 2013 pude visitar en el antiguo parlamento la exposición del centenario de esa muerte que llevó a Constantino I al trono, abdicando luego dos veces para acabar muriendo en el exilio. Fue el padre de Alejandro I, Jorge II y Pablo I, el esposo de Federica.

Atenas, año 1940.- La reina Federica de Grecia con sus hijos la princesa Sofía (d), de dos años de edad, y el príncipe heredero Constantino en la cuna. Foto Fiel.
Atenas, año 1940.- La reina Federica de Grecia con sus hijos la princesa Sofía (d), de dos años de edad, y el príncipe heredero Constantino en la cuna. Foto Fiel.larazonEFE/ FIEL

De formación alemana, activa y emprendedora, esta soberana no dejaba indiferente. Yo había leído sus memorias, ‘A Measure of Understanding’, publicadas en 1971, y conocía su figura a través de las obras de Stelio Hourmouzios, John van der Kiste, Miguel de Grecia o la biografía que, en 1959, aún durante su reinado, publicó Inge Santner, así como las dedicadas a sus hijas Sofía e Irene, por Fernando Rayón y Eva Celada. El insustituible libro sobre su familia, de mi amigo Ricardo Mateos, completó la imagen que tenía del arrollador carácter de esa nieta de Guillermo II de Alemania. Su llegada en 1937 a Atenas fue decisiva, y no sólo para su elegante marido Pablo I. Las izquierdas, y hasta Churchill, la criticaban por ser nieta de aquel káiser alemán y debido a que su hermano militó un año en las SS. Ella no era, desde luego, afín al comunismo, al que combatió, pero tampoco al nazismo. No se callaba ante tales ataques y replicaba que era también bisnieta de la reina Victoria de Inglaterra y que su padre, el príncipe Ernesto Augusto de Hannover, duque de Brunswick, hubiera sido el soberano británico de no ser por la Ley Sálica. Asistió al entierro de Kennedy en 1963 y al llegar a España la recibió en Barajas Carmen Polo de Franco. Dicen que el generalísimo la prefería lejos, pero estuvo en Madrid en el bautismo de su nieto Don Felipe en 1968 y Franco la recibió en El Pardo en 1971.

Recuerdo su portada en las revistas Time o Life, o el crucero que organizó en 1954 en el yate Agamennon, reuniendo a media realeza europea -dicen que con ánimo celestinesco, aunque teóricamente para promover el turismo y permitir el reencuentro de príncipes de 25 familias tras la guerra-, allí nació el idilio entre Alejandro de Yugoslavia y María Pía de Saboya que acabaría en boda en 1955. En la campaña del plebiscito que abolió la monarquía, Constantino II prometió alejar a su madre de cualquier intromisión política. Mi hermana, que vivió años en la ciudad india de Chennai, la antigua Madrás, me contaba del recuerdo que aún subsiste allí de las temporadas que Federica y su hija Irene pasaban embebiéndose de las enseñanzas de maestros como el Dr. Mahadevan, al que conoció en Atenas en 1966, aceptando la filosofía del no-dualismo y las ideas de Sri Ramana Maharishi, Jagadguru Chandrasekharendra Saraswati Swamigal o de Su Santidad Sri Sankaracharya de Kanchi.

Reina Sofía acompañada de su madre Federica de Grecia en 1960.
Reina Sofía acompañada de su madre Federica de Grecia en 1960.RPE©RADIALPRESS

Sin embargo, se olvida que su fuerte y decidido carácter facilitó la creación de una enorme red de orfanatos, tras la guerra civil helena de 1946-1949, como destacó Gonda van Steen. Se pasa por alto, injustamente, su actividad a favor de los afectados por catástrofes naturales o en contra de la guerrilla comunista, para lo que no dudaba montarse en burro por caminos de montaña, ayudando a que Grecia se salvara del destino de otros países balcánicos. Atrajo el ‘Plan Marshal’ y relanzó al país en el mapa turístico europeo. Fue el sustento de dos monarcas y firme apoyo de sus hijos en los exilios de Creta, Egipto, Sudáfrica, Inglaterra y luego en España, lugar donde murió en 1981 a consecuencia de una intervención quirúrgica simple realizada con anestesia general. El 6 de febrero se cumplieron 39 años de su muerte. Esperemos que el tiempo y la verdad histórica permitan rehabilitar esta figura clave en la historia de la Grecia contemporánea.