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Tamara Falcó: “Te quiero, papi”

Su hija, la diseñadora tamara falcó, ha heredado de su padre el amor y los conocimientos por el campo

Carlos y Tamara Falcó
Carlos y Tamara FalcóInstagram

"Papi, que sepas que te quiero y eres el mejor padre que jamás podría desear»; premonitorias palabras de Tamara, que casi no ha podido decírselas en vida a su padre. Afirmar que adoraba a su padre es una obviedad para un padre y una hija, por muy mediáticos que fueran los dos. En las últimas conversaciones con la diseñadora, cada vez que sacábamos el tema de la relación con su progenitor, que podría verse afectada por tener alguna tirantez con su cuarta esposa, Esther Doña, ella era tajante y siempre dejaba claro que era su padre, que le quería por encima de todo y respetaba su decisión: «Yo la relación la tengo con mi padre y, si quedo para comer, quedamos los dos». Tamara, la tercera hija del marqués, siempre ha estado ahí, igual que el marqués para ella. Cuando Carlos Falcó se separó de su tercera esposa, Fátima de la Cierva, mientras que ella se quedaba en el Palacio de El Rincón hasta organizar otra vivienda, él se alojó con Tamara, que en esas fechas vivía independizada en un piso en Madrid. Cuando Tamara descubrió con tanta fuerza una vocación religiosa que nunca antes había experimentado, a pesar de tener una tía monja en El Vaticano, su padre quiso obsequiarle con un regalo que de todos sus hijos, Manolo, Sandra, Aldara y Duarte, sabían que solo ella podría apreciar. La restauración de la pequeña capilla de la finca de Casa Vacas, la misma donde se casaron en 1980 sus padres Isabel Preysler y Carlos Falcó. Un lugar con muchas raíces para Tamara, ahí descubrió gracias a su padre el amor por el campo. Separados sus progenitores y con nuevos matrimonios ambos, Preysler con Miguel Boyer y Falcó con Fátima de la Cierva, Tamara seguía acudiendo a las fincas del marqués y lo hacía acompañada de su hermana Ana Boyer. Los Falcó Preysler, en contra de lo que se pudiera pensar, han sido muy de compartir y de seguir en contacto. Especialmente las hermanas, Ana y Tamara, iban al palacio de El Rincón en Aldea del Fresno que durante un tiempo gestionó Tamara, una iniciativa que su padre apoyaba, igual que las de sus hermanastros, Sandra, que es marquesa de Miravel, gestionando la producción de las fincas familiares y Manuel, encargado de las finanzas y que es el que, si nada lo impide, heredará el título principal del padre, el de Marqués de Castel Moncayo con Grandeza de España.

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