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Alessandro Lecquio “solo llora y llora” por la pérdida de su hijo

Un hombre que se ha mostrado fuerte y positivo ante la enfermedad de su hijo, se venía abajo tras conocerse la fatídica noticia de la muerte de su hijo Álex

Roto de dolor y sin consuelo, así han podido escuchar a Alessandro Lecquio los pocos que han hablado con él. Lecquio, un hombre que se ha mostrado fuerte y positivo ante la enfermedad de su hijo, se venía abajo ante las llamadas que ha recibido tras conocerse la fatídica noticia de la muerte de su hijo. Quienes han estado a su lado durante estos dos años de lucha aseguran que nunca le han visto así y afirman que les ha partido el alma y que ni el reencuentro con su hija pequeña y su mujer han logrado calmar su pena.

Alessandro Lecquio por las calles de Barcelona14/05/2020Barcelona
Alessandro Lecquio por las calles de Barcelona14/05/2020BarcelonaGSLVGTRES

Alessandro se pasó un mes en Barcelona y, aunque se fue con esperanzas de una posible operación, todo se complicó y los últimos 15 días han sido especialmente complicados por el empeoramiento de la salud de su hijo. Alessandro Lecquio había decidido vivir la enfermedad de su hijo Alex en silencio. Desde que le diagnosticaron el cáncer en 2018, el que un día fue polemista por excelencia, ha sido extremadamente reservado a la hora de dar detalles sobre la evolución del estado de salud de su hijo. Ha sabido mantener el tipo frente a la prensa y también entre sus compañeros de trabajo. Cumplió el deseo del joven Alex y evitó pronunciarse. Y aunque Lecquio ha aprendido a convivir con la incertidumbre, el dolor y la duda, todo este sufrimiento le ha pasado factura.

Está claro, Alex y su madre, Ana Obregón, han sido los que se han soportado directamente el peso de la enfermedad pero Alessandro nunca les ha dejado solos. Ha invertido sus vacaciones en viajar a EEUU para acompañarles durante los tratamientos y ha pedido días cuando ha habido que recoger resultados o realizar pruebas determinantes. Sin embargo, siempre ha querido cumplir con sus obligaciones que, según él mismo ha reconocido, han sido vitales para continuar con su vida y atender a su nueva familia.

Sólo hubo un momento en el que el colaborador bajó la guardia y rompió su silencio. Fue en el que Alex parecería haberse estabilizado y ahí su padre desveló, con el orgullo propio de un vencedor, detalles que hasta entonces había callado. Y esta relajación estaba justificada, por el respiro que del que está maldita enfermedad les estaban permitiendo vivir. Muchos compañeros recuerdan a Alessandro orgulloso por la reaparición del joven ante la prensa ya recuperado tras llegar de EEUU. Y no era para menos porque la lucha había sido dura.

Alex había vuelto con fuerza y tenía ganas de trabajar porque había heredado de sus progenitores las dotes para las relaciones públicas y un don de gentes que le merecedor del cariño de todo el mundo. Alessandro sacaba su faceta más paternal y presumía orgulloso de hijo. Pero un momento tan terrible como el de despedir a un hijo hasta a un caballero, como es El Conde Lecquio, baja la guardia para llorar. Y es que a un hijo es a lo que más se quiere.