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Podemosplace, la erótica de la coleta

Las últimas filtraciones del caso Dina Bousselham han vuelto a convertir al partido morado en el rosa. No es la primera vez que se habla de esta formación politica en clave couché

Hace tiempo que la erótica de la coleta de Pablo Iglesias trae de cabeza al Congreso. Los propios diputados la observan perplejos porque, que se sepa, los extravagantes adornos que decoran a los machos de tantas especies suelen ir en su contra. La cola del pavo real, por ejemplo. Es magnífica, pero, ¿alguien lo ha visto volar? Su intento resulta patético.

A juzgar por su denso historial, la ornamenta del vicepresidente resulta muy hipnótica, aunque poco útil para escapar ahora que se ve atrapado en su propio juego de seducción. Iglesias clama respeto por su vida privada, pero la llamada pieza DINA del sumario Villarejo le ha convertido en la lechera que llevaba el cántaro al mercado.

Ella sí que estaba contenta con su suerte. Con la leche compraría un canasto de huevos para sacar cien pollos que al estío la rodeasen cantando el pío, pío. Compraría después un cochino, una vaca y un ternero... Enajenada y brincando de esa manera, el cántaro cayó. Y con él saltaron los huevos, los pollos, el lechón… Cantando quebró su ambición, igual que el vicepresidente.

La alumna de Iglesias

A Dina Bousselham, de origen marroquí, la conoció siendo su alumna en la Complutense y la aprobó con matrícula. Fue su asistente en el Parlamento Europeo y militante podemita. Practica el fútbol americano y en ella ha encontrado un hombro sobre el que llorar más de una vez sus congojas amorosas. Ahora Dina está en el epicentro del robo de su propio móvil en 2015, cuyo contenido de alto voltaje dejaría al vicepresidente en una situación más que comprometida.

Después de haber pasado por varias manos, se sabe que en una de sus conversaciones él mismo se califica de «macho alfa», un apelativo idóneo como hilo conductor de este intenso folletín que arranca con la fundación de Podemos, con Tania Sánchez de la mano. Por él abandonó ella su escaño de diputada de Izquierda Unida y por él acabó en el gallinero del Congreso cuando el líder morado empezó a pelar la pava con Irene Montero. Después del mitin político de Vistalegre 2, ambos fueron sorprendidos besándose en un bar. Fue entonces cuando destinó a su ex novia detrás de una columna para tapar, según las crónicas políticas, sus divertidos aspavientos cada vez que tomaba la palabra la mujer que enseguida se convertiría en marquesa de Galapagar.

Pero la venganza se sirve en plato frío y la Dama de la Columna urdió la suya junto a Manuela Carmena e Íñigo Errejón, que fundaron su propio partido. Sus colegas de universidad describen a Iglesias como infatigable seductor y eterno artífice de sueños. «Es capaz de enamorarse una y otra vez con el regocijo de la primera vez», han declarado. Esto lleva a su entorno a continuas confusiones entre la conquista y el simple afecto, tal y como le ocurrió recientemente con su joven asesora Lilith, hija de Jorge Verstrynge. Su círculo se encargó de frenar en seco cualquier rumor.

Unidas Podemos es un partido bien curtido en grandes batallas amorosas donde sexo y política se funden en forma de romance folletinesco. Cada uno va dejando su impronta personal y la imaginación nos lleva a improbables pasadizos que unen los escaños morados del Congreso con el lecho de algún amante. Las crónicas políticas no tienen más remedio que ir dando detalles al respecto, aunque sea difícil ordenar tanto devaneo. Viven días intensos desde que llegaron a la política. Mientras unos actúan, los siguientes esperan agazapados.

José María González Santos, Kichi, y Teresa Rodríguez fraguaron su amor en asambleas ciudadanas, él aún casado y a punto de nacer su segundo retoño, Fidel. En un arrebato de pasión, la diputada andaluza le declaraba hace tres años por Facebook: «Te amo, cariño, y lo grito al mundo entero». Su transparencia amorosa es otra constante en el partido. Sánchez e Iglesias también usaron esta red social para anunciar su ruptura y escogieron el momento preciso en que estaba a punto de iniciarse el escrutinio de las elecciones andaluzas de 2015.

Errejón nos tuvo en vilo

Íñigo Errejón y Rita Maestre, que ya se permiten posar juntos y sonrientes, también nos tuvieron en vilo con sus encuentros y desencuentros durante cinco años. Su relación, aunque discreta, sufrió continuos altibajos debido al fuerte carácter de ambos y terminó definitivamente en la delirante primavera de 2015. Hoy comparten filas en Más País, pero la llama está del todo extinta. Ella enseguida se consoló en brazos de Nacho Murgui, activista y concejal del Ayuntamiento de Madrid. En 2018, se casó con Manuel Guedán, un escritor también afín al partido, en una ceremonia a la que asistió Manuela Carmena.

Por su parte, Errejón, de quien se dice que tiene un imán irresistible para las mujeres, fiel a su personalidad utópica y soñadora, siguió apostando por el amor gracias a la periodista Glòria Mena, una catalana de izquierdas con quien empezó a salir en 2015 cuando cubría las noticias de Podemos para La Sexta. Esta, por cierto, había mantenido un idilio con Alberto Garzón. El entramado es difícil de seguir, pero deja claro que en la izquierda triunfa el amor en todas sus cabriolas: devaneos, flirteos, aventuras o vaivenes. Tal vez por su juventud, en su apetito tan enfebrecido no hay partido que les supere. Unas veces acaba bien, otras mal y en ocasiones simplemente la cosa se desvanece.

El sexo es esencia en el mantenimiento de la especie humana, aunque entre tanta endogamia se echa en falta algo de diversidad, pero siempre hay excepciones. La abogada de Iglesias, Marta Flor, es una de ellas. Un chat con el ex jefe jurídico de Podemos, José Manuel Calvente, ha sacado a la luz una relación íntima con el fiscal anticorrupción Ignacio Stampa. Apartada de la causa por ello, la abogada cierra este capítulo que, seguramente, no será el último.

El móvil robado podría custodiar altas traiciones y episodios aún más tórridos, aunque el vicepresidente ya se ha encargado de desmentir que haya existido una relación íntima con Dina. Al ciudadano no le importan demasiado sus ajetreadas vidas privadas, lo que sí preocupa es la desviación grosera del ejercicio político. El asunto empieza a parecer incómodo, más después de haber visto cómo Iglesias se deleitaba contemplándose a sí mismo como si sus pies le dejasen flotar sobre el suelo.