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El club de las segundas esposas

las rupturas siempre son dolorosas y, a veces, sorprendentes. Es el caso de las protagonistas de este reportaje

Isabel Preysler
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Paloma Cuevas y Enrique Ponce eran públicamente el matrimonio ideal. La pareja perfecta. Aparecían en las revistas, en las fiestas sociales, aparentemente contentos y estables. Guapos, con dos niñas preciosas y patrimonio solvente. Paloma, licenciada en Económicas y Dirección de Empresas, se dedicaba a la familia y a gestionar su casa. Ponce, en su faceta profesional, ha sido y es uno de los mejores. Su trayectoria en el escalafón taurino resulta impecable.

A grandes rasgos, éste era el histórico de esta pareja cuya relación ha saltado por los aires ante la sorpresa pública y también de la mayoría de sus íntimos, que desconocían que el torero se había enamorado de la joven de 22 años Ana Soria.

Otras ruptura igualmente sorprendente fue la protagonizada por Mario Vargas Llosa. La «reina de corazones» volvía a dar la campanada tras el escándalo que supuso los inicios de su romance con el todopoderoso Miguel Boyer, vicepresidente del Gobierno de Felipe González en 1985. Elena Arnedo se enteró el día en que la revista «Tiempo» publicaba en portada la noticia. Cuarenta años después se repetía la historia. Esta vez era Patricia Llosa la que se enteraba por la Prensa de la infidelidad de su marido.

Podía haberlo sabido meses antes, cuando un paparazzi fotografió a la pareja en la terraza de la casa de Enrique Iglesias en Miami durante la primavera de 2015. Nunca llegaron a publicarse al tratarse de un espacio privado. Lo llamativo de este romance fue que el 30 de mayo de ese mismo año el matrimonio

Vargas Llosa llegó a celebrar con todos los hijos y nietos sus bodas de oro (cincuenta años) en el apartamento de Nueva York. Hubo constancia gráfica de esa fiesta y brindis con Dom Perignon a través de las redes sociales familiares y públicas del escritor. Primero fue sorpresa, después incredulidad y, por último, realidad por parte de la esposa y sus íntimos ante el enamoramiento del Nobel a sus 80 años.

Paula Echevarría y David Bustamante también tenían un perfil mediático de pareja feliz y así funcionaban de cara a los medios. Eras los «Brangelina» españoles. Negaban por activa y por pasiva sus desencuentros aunque ya existía un documento de separación fechado en febrero de 2013 y firmado ante notario donde se fijaban los puntos del divorcio, como se publicó en su momento. Paula desmintió que existiera dicho acuerdo y David prefirió no decir nada. Cuatro años después de esa noticia, la actriz, en un photocall, declaraba que «en nuestra casa pasan cosas» y en otra comparecencia ya confirmaba: «No hay vuelta atrás». En este caso, la sorpresa para Bustamante fue la aparición en los medios de Miguel Torres, la nueva ilusión de la joven. Como sucede ahora con Ponce y Soria, las fechas de este nuevo amor no cuadraban con la separación. Bustamante buscó alivio sentimental tiempo después en Yana Olina. Y la lista de desencuentros continúa.

Alejandro Sanz se casó con Jaydy Michel, que tomó la iniciativa de la separación cuando supo que su marido mantenía una relación con Valeria Rivera, con la que tenía un hijo. Fue el propio cantante el que comunicó a los medios la noticia tiempo después y era entonces cuando la ruptura con Jaydy tuvo sentido.

A continuación llegó Raquel Perera, que era su asistente personal. El roce hace el cariño, se casaron y tuvieron dos hijos. También formaban un matrimonio aparentemente estable. Así lo creían amigos y la propia Raquel, que desconocía la existencia de Rachel Valdés. La artista cubana se convirtió en la pareja estable del cantante y por ahora la relación se mantiene.

Gemma Ruiz Cuadrado se casó con Álvarez Cascos cuando era una veinteañera y fue la infidelidad del político con la galerista María Porto, de la que también se ha separado, la que supuso el fin del matrimonio. Gemma se casó después con Juan Díaz. Pero una de las separaciones más dolorosas expresadas públicamente por la abandonada ha sido la de Mireia Varela, pareja del diputado de Esquerra Republicana Gabriel Rufián, con el que tuvo un hijo. Su ruptura fue documentada a través de Instagram con unos mensajes dramáticos en los que la filóloga transmitía su dolor. Rufián se había enamorado de Marta Pagola, jefa de Prensa del PNV, con la que se casó este año.

Todos estos casos forman parte de ese listado de mujeres y hombres con perfil público que se encontraron de la noche a la mañana con una situación difícil a la hora de administrar sus sentimientos y ahora los Ponce/Cuevas repiten la historia. Unos encuentran la nueva ilusión a cambio de la desilusión de sus parejas.