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El día que Ponce le negó a Cuevas que estaba con Ana Soria
Cuando llegó a oídos de ella a principios de año que podría existir otra mujer le preguntó al torero, quien le aseguró que no era cierto, según cuenta una de las personas más cercanas a Cuevas
Tomaron caminos separados y sus intereses personales son muy distintos. Paloma Cuevas y sus dos hijas pasan su verano más triste en la finca Cetrina, en la localidad jienense de Navas del Rey, mientras que su ex marido y padre de las niñas, Enrique Ponce, divide su tiempo entre sus encuentros playeros en la costa almeriense con su nuevo amor, la veinteañera Ana Soria, y el entrenamiento en la finca de un íntimo amigo en Albacete de cara a su reaparición en los ruedos, el 1 de agosto, en Osuna, en el que Ana presenciará desde el tendido las faenas de su novio.
A Paloma le cuesta asimilar que el hombre con el que ha compartido su existencia durante más de veinticinco años prodigue a otra mujer mimos y caricias porque, en el fondo, pensaba que su grave crisis matrimonial podía encontrar solución. Cuesta creer que la pareja llevara separada dos años, que el amor hubiera acabado y solamente fueran amigos, que vivieran bajo el mismo techo «por el bien de nuestras hijas», sin hacer vida marital.
Por mucho que Ana repita, como hizo en exclusiva para LA RAZÓN, que «no he roto ningún matrimonio», hay ya quienes dejan entrever que su aparición en la vida del torero propició su separación definitiva de su esposa, quien aún llamaba «mi marido» a Ponce en un mensaje en las redes sociales el pasado mes de mayo. Era un pie de foto en el que la socialité posaba cariñosamente «con el abuelo de mi marido».
Una de las mejores amigas de Cuevas, que prefiere mantener su nombre en el anonimato, muestra su desconcierto al afirmar que «ninguna se esperaba esta ruptura, y menos que surgiera de la nada esa chica almeriense. Enrique llevaba muy en secreto su nueva relación sentimental. Cuando llegó a oídos de Paloma que podría existir otra mujer, le preguntó a su esposo si era cierto lo que se rumoreaba, y él se lo negó totalmente. Estamos hablando de principios de este mismo año. Y si ahora, Ana Soria desvela que lleva junto a Enrique ocho meses, es evidente que Ponce le mintió a su mujer. Me parece una falta de respeto tremenda».
Una mentira tras otra
Y la misma persona añade que «Paloma cree que Ana quiere notoriedad y ha sacado a la luz esta historia. Ella habría seguido con Enrique, aunque la relación no fuera como antes, no sabía de la existencia de esa chica, te repito que su marido le negaba siempre que hubiera entrado en su vida, que era mentira. En su matrimonio había una crisis, es verdad que tenía sus diferencias con él, pero no hasta el punto de que se fuera con otra. Y no confirma que llevaran dos años separados, «si era así, los dos lo ocultaban muy bien. Puede que alguna de sus intimísimas estuviera al tanto de la situación, aunque ha sabido guardar el secreto», confiesa.
Tan solo en «¡Hola!», su revista de cabecera, ha explicado que «estoy serena, porque mi fe me permite estar tranquila. Enrique y yo hemos sido muy felices, han sido muchos años de un amor muy profundo… Este es un momento difícil». Pero deja claro que la futura relación con el torero se basará siempre en el cariño y el respeto.
Paloma Cuevas contesta a mis mensajes de afecto, porque sé lo mal que lo está pasando, con respuestas como esta: «Te tengo gran respeto, pero no voy a hablar, no tengo nada que decir. Tus mensajes me han llegado al alma… Muchísimas gracias, de corazón, por tu cariño, José, un gran abrazo». A Carmen Lomana le abrió su corazón, confesando que la crisis matrimonial comenzó «por las largas ausencias de Enrique por su profesión, que le apasionaba por encima de cualquier otra cosa. Ella le pedía que pasara más tiempo en familia, porque siempre se encontraba ausente en los cumpleaños y fechas señaladas…».
Hoy, en la finca Cetrina, mil hectáreas de campo, cuatrocientos metros cuadrados de casa casi palaciega, la hija del ex torero Victoriano «Valencia» Cuevas y sus dos nietas, ven pasar el tiempo, dejan que transcurra lo mejor posible este verano tan distinto a los anteriores, antes de regresar a Madrid para rehacer sus vidas. La amiga de Paloma me desvela que «a las niñas les cuesta comprender que su padre se bese con otra, se pasee con ella por chiringuitos o se bañen abrazados en la playa.Enrique nunca les habló de Ana, no sabían de la existencia de esa mujer de la que se ha enamorado su progenitor. En su mente infantil la situación les supera». Su madre no ha decidido todavía si pasará vacaciones con ellas fuera de la finca, de la que es dueño su gran y único amor. Hace apenas unos días le contaba a un familiar que «no tengo claro todavía si nos iremos unos días a la playa».
Arropada por sus padres, Victoriano y Paloma, intenta asimilar sin traumas el radical cambio vital que se le ha venido encima. Porque, A.M., una persona de su entorno, nos recuerda que «ellos tenían un pacto para que aún no saliera a la luz que su matrimonio hacía aguas. Si no se solucionaba la situación, en septiembre habrían mandado el comunicado, que han adelantado tras descubrirse la presencia de Ana Soria, en el que harían oficial su ruptura. A Paloma le duele muchísimo que Enrique esté haciendo ostentación de su nueva conquista, tanta foto, tanto mensaje de cariño hacia Ana en un momento tan duro, no vienen a cuento. Ponce debería gestionar mejor las cosas, sobre todo, para hacer el menor daño a Paloma y a las niñas».
Trámites de separación
Según me adelantó Enrique la semana pasada ya han empezado los trámites legales de separación, suponemos que por lo civil, porque la anulación matrimonial se presenta problemática, habida cuenta de las fuertes creencias religiosas de Paloma. Cuentan desde su entorno que «ella no contempla una nulidad…».
Me viene a la memoria otra sonada ruptura, la del también torero Curro Romero y la cantante Concha Márquez Piquer, en la que el diestro quiso la anulación eclesiástica y la hija de la recordada Concha Piquer le puso todo tipo de trabas bajo la premisa de que «lo que ha unido Dios no pueden romperlo los hombres». Ana Soria y Ponce también son muy religiosos, y si su relación se afianza, en unos años desearían casarse por la Iglesia. Pero preveo serios problemas para que lo consigan por la negativa de Cuevas.
En los próximos meses el finiquitado matrimonio procederá a repartirse los bienes como corresponda. La hacienda jienense será para él y el amplio piso del lujoso barrio de Argüelles, situado en el Paseo del Pintor Rosales, para ella. No se conoce qué piensan hacer con el chalet que les están construyendo en la exclusiva urbanización madrileña de La Finca. Lo venderán o se lo quedará el torero, pagando su parte a Paloma. Ya tienen cita en septiembre en un bufete de abogados ubicado cerca del parque del Retiro para agilizar los papeleos de mutuo acuerdo.
«Cuando las niñas empiecen las clases, su madre se vendrá con ellas a la capital de España», nos apunta un familiar de Cuevas. «Vivirán en el piso de Rosales. Seguir en la finca sería una tontería, ese aislamiento no les viene nada bien. Paloma está muy dolida, frustrada…, aunque intente aparentar lo contrario. Pero es una señora y no quiere demostrar síntomas de flaqueza en público ni que se monten escándalos. Por eso le duele demasiado el desarrollo de los últimos acontecimientos, y tantas apariciones públicas de Ana y Enrique. Es una exposición mediática innecesaria».
En fin, que ve su futuro inmediato ligado a su actividad dentro del mundo de la ropa infantil. Tiene tienda propia en el barrio de Salamanca madrileño, los negocios paternos, estudió Administración de Empresas en una universidad norteamericana, las ofertas publicitarias, como la que la convirtió en imagen de unos conocidos bombones, y el cuidado de sus dos hijas. Conociéndola, estoy seguro de que ni se presta a aventuras amorosas ni a aventuras pasajeras. Entiende el amor de una forma distinta y distante a lo anterior, y solo le abrirá las puertas de su corazón si realmente merece la pena.
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