Gente
La tortícolis de Torra y el cabello asiático de la Preysler
Quim Torra, esa cosa inexplicable aterrizada ahí, dice que estudia presentar denuncia contra Juan Carlos I porque no puede mirar para otro lado ante la corrupción. Está escarmentado: durante mucho ha sufrido una fortísima tortícolis por mirar para otro lado en el caso de la banda de los Pujol. Lo hizo como los tres monitos: ciego, mudo y sordo. España está llena de gente que lleva tantos años mirando para otro lado que nuestro hoy no quedará reflejado en el Prado como el pasado quedó en «Las Meninas» o «Los fusilamientos», sino en uno de esos frescos egipcios en los que los dioses y los faraones aparecen de perfil, siempre de perfil, como si mirar de frente estuviera castigado con las siete plagas y entierro sin pirámide.
Hasta Susana Díaz, que no vio un ERE ni la pasta pública que se iba en coca, langostinos y puticlubs, exige ahora respuestas ejemplarizantes del Rey contra su padre. La mierda ajena obra el prodigio de no vernos reflejados en el espejo, como los vampiros. O de vernos como Jon Kortajarena. Hay que ver lo limpitos que quedamos con el Ariel de la indignación, esa indignación estilo Pablo Iglesias: levanta tantas cortinas de humo que pasaremos de la mascarilla a la careta antigás.
Isabel Preysler solo se pone de perfil cuando le preguntan por sus fabulosas habilidades sexuales, o sea, el carrete y tal. No las revelará nunca. Alcanzada la vejez y la calvicie sin remedio ni peluquín, uno deja de preocuparse del pelo como de las erecciones y los efectos de los rayos gamma sobre las margaritas, pero siempre me ha sorprendido, entre otras cosas que adornan su mito, el pelazo de la Preysler a sus 69 años, circunstancia que Vargas Llosa debería celebrar haciendo honor al sensual guarismo. El pelo, dicen los expertos, delata la edad: pierde brillo, consistencia y volumen. No sucede tal cosa con ella, la ex de tantos.
Está igual que cuando acompañaba en las giras a Julio Iglesias y repartía bocadillos en el microbús. Un especialista, Eduardo Sánchez, revela el secreto de su melena: el milagro está en su genética, tiene el pelo asiático, «que por naturaleza es grueso y fuerte, un cabello con cuerpo y volumen sin necesidad de hacer nada». Un punto filipino.
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