Ángel Nieto: una vida entre dos mujeres

Conocí bastante bien a Ángel Nieto. Solía llamarme cuando regresaba de la casa de su primera mujer, Pepi Aguilar, madre de sus hijos Gelete y Pablo, situada en Las Lomas (Boadilla del Monte), para tomar una copa o cenar, antes de regresar al chalet en Fuente del Berro en el que vivía desde hacía décadas con Belinda Alonso, la bella modelo y madre del menor de sus hijos, Hugo. Yo, vivía a mitad de camino entre ambas mujeres y quizás por eso, solía acordarse de mí en ese trayecto.

No me sorprendía la sintonía que parecía existir en su entorno familiar. El carácter de Ángel, un hombre esencialmente bueno y su amor por su familia, conseguían limar cualquier aspereza entre sus dos mujeres. Aún así, me maravillaba ese constante ir y venir, de la casa de Pepi, a quién seguía queriendo, y el hogar que había formado con Belinda, con quién nunca se casó pese ser la mujer a la que más amó. La única de todas sus aventuras y conquistas, por la que no dudó en romper lo que más le importaba al motociclista: la familia.

Me reconocía que ambas eran imprescindibles en su vida y parecía, que cada una de ellas, aceptaba que Ángel no podía renunciar al importante papel que, cada una de ellas, desempeñaban en su vida. Pepi era la madre de su dos hijos mayores y también esa amiga cómplice y leal que vivió a su lado sus duros comienzos hasta convertirse en el español con más hitos a su espalda de la historia del motociclismo español: 12 + 1 Campeonatos del Mundo.

También me contó que el momento más duro de su vida fue cuando supo que había sido fotografiado por un paparazzi con Belinda en uno de sus encuentros y que, aquel día, supo que tenía que tomar la decisión más dura de su vida: separarse de Pepi y sus dos hijos, para vivir aquel enamoramiento que le hacía sentirse “como un caballo de carreras” junto a la bellísima modelo de ojos azules.

Aun así, nunca cortó el lazo ni se divorció legalmente de Pepi. Ella siempre fue algo más que la madre de sus hijos mayores, continuadores de la estirpe aunque no consiguieran ser tan afortunados como pilotos. Aún así, por sus venas corría gasolina tan pura como por la del mítico Ángel Nieto. Gelete y Pablo compartían con él esa pasión por el ruido de un tubo de escape, igual que le ocurría con su sobrino, Fonsi Nieto.

Ángel era el nexo de unión entre ambas mujeres, entre dos familias y en su ausencia, la brecha entre todos ellos, se ha hecho insondable. Los hijos de Pepi apenas mantienen contacto con Hugo, el hijo que nació del amor con Belinda. Los motivos que les alejan son económicos y morales, ya que los dos mayores siguen luchando por demostrar que su padre falleció por la imprudencia de la turista alemana que le arroyó, mientras que Belinda, para cobrar con premura la cuantiosa indemnización por su muerte, que asciende a 900.000 euros, ha reconocido que Ángel tuvo parte de culpa, al no llevar abrochado el casco.

Por otro lado está el reparto de la cuantiosa herencia del piloto. En juego, una fortuna valorada en 20 millones de euros, entre propiedades inmobiliarias y boyantes empresas dedicadas al sector del motor, que ya ha sido repartida, a partes iguales, entre sus herederos: sus tres hijos.

Sin poder vender la joya de la corona, la finca que posee en Ibiza y cuyo espectacular jardín construyó con sus propias manos, la misma de la que salió el 26 de julio a bordo de un quad para nunca volver, la posibilidad de hacer líquido su patrimonio se retrasa.

A pesar de que, el pasado jueves 26, día que se celebró un homenaje a su progenitor en Ibiza, los tres hermanos acudieran al acto público y posaran juntos ante los medios, la fractura entre ellos es evidente cuando se cumplen tres años de la muerte de Ángel Nieto.