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Iglesias quiere que «juego de tronos» acabe como el felpudo de ikea
Solo él es capaz de hacerlo: defender y a la vez atacar a la monarquía. Aparece como presidente-cosa-fina para la defensa y como Iglesias para el ataque. «Anda, dilo tú que tienes más gracia y además, coleta», le anima al subalterno desde la barrera. Es un lujo que se puede permitir un Gobierno con varias almas y multitud de disfraces. Él no es uno, sino trino, como Los Panchos. Y así, lo que empezó con «Juego de Tronos», el vice segundo quiere que acabe como aquel famoso anuncio de Ikea: «Bienvenido a la república independiente de tu casa». Eso ponía en el felpudo, y no era el de la Cantudo. Hay otros felpudos a la venta: «Bienvenido al lado oscuro», «Si me queréis, irse», «Putas visitas», «Plata o plomo»...Y luego están las camisetas de Simón, claro. Pero, ¿lo que quiere el vice lo quiere también el presi? Ah, eso es un misterio imposible de explicar, como el de la Santísima Trinidad. Cosa para la hermenéutica, la parapsicología. Doña Sofía, que anda aparentemente feliz por Mallorca, es muy aficionada a los fenómenos paranormales, ovnis y todo eso. Me lo contó una vez J. J. Benítez, que iba a la Zarzuela a contarle sus historias.
Ahora, en esta encrucijada entre «La escapada» y «Novio a la fuga» (los morados mantendrán que es una fuga hasta el fin de sus días), la Reina Emérita bien podría imaginar o soñar que su esposo ha sido abducido por un ovni: se lo devolverán menos Emérito pero con los huesos mejorados. O así. El lema de India Martínez, digno de figurar en su felpudo, reza «Lucha por tus sueños para que los demás no te impongan los suyos». Pablo e Irene quizá tengan en su mansión de Galapagar un felpudo wonderful que dice «Detrás de esta puerta pasan cosas maravillosas», y nos quieren montar a todos en ese felpudo como si fuera la alfombra mágica de Aladino. Detrás de esa puerta pasan cosas, sí: «Poltergeist». Años atrás, Irene Montero hubiera estado estupenda en el papel de la niña que habla con el televisor. El filósofo Javier Gomá explica que Platón, al ver que la República perfecta es un ideal imposible, aconseja que cada cual funde una república en su interior. O sea, cada uno con su felpudo.
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