Gente

Rosa María Mateo o la dificultad de besar con mascarilla

Comparecencia de Rosa María Mateo
La administradora provisional única de RTVE, Rosa María Mateo, antes de comparecer ante la comisión mixta de control parlamentario de la corporación pública, este martes en el Senado.BallesterosEFE

Yo le grito al televisor, sí, pero sé que es inútil: a la campaña pidiendo responsabilidad, algunos jóvenes responden con quedadas para contagiarse, como si en esta histeria de los rebrotes lo que mola de verdad es resucitar la rancia rebeldía del mayo francés o de cualquier otro mayo y levantar adoquines para tirárselos a la razón y la ciencia, mientras Sartre y la Beauvoir se parten la caja. Porque debajo de las piedras no está la playa, sino las tumbas.

Simón niega la llegada de la segunda ola y Sánchez surfea. El epidemiólogo ha aprendido a mentir como un político. También Rosa María Mateo, que fue periodista. Dice ella, inmutable: «No he tenido ninguna relación con el Gobierno más que el saludo correcto». No aclara si es saludo en posición de firmes. Pero comprendo la nula relación: grande es la dificultad de besarse con mascarilla.Miguel Ángel Jiménez, el golfista que hace compatible el swing con el habano y el whisky, ha dicho una frase ideal para las camisetas juveniles: «Voy a estar más tiempo muerto que vivo, hay que disfrutar». No lo ha dicho refiriéndose los jóvenes ni a sus quedadas, sino a sí mismo, pero ahí está. Jiménez es un republicano al que no le gusta «ver al Coletas echando basura al Rey y aprovechando todo eso para tapar sus cosas». A uno de Torrelodones, un rayo le entró por la mano y le salió por los genitales. Un suceso que Iglesias podría utilizar para decir por dónde se pasa él los rayos que le lanza la cloaca mediática.

Ante el intercambio de locuras que vivimos, por todo lo que hay que oír, solo cabe el recurso del humor o darse a la bebida. Aquello que decía Robin Williams, fino observador y bebedor, en los tiempos de la presidencia de Reagan: «Fijaos en que Nancy Reagan jamás bebe agua cuando Ronnie habla». No sé qué beberá Begoña Gómez cuando el presi habla. ¿Acaso una copita de anís del mono?

Mientras, Ana Soria, pura mantequilla para el último tango de Ponce, se ha convertido en acérrima taurina: no se pierde una corrida de su pareja, aunque sigue sin explicarse por qué también le llaman corrida a eso. Si algún día el torero le da puerta (puerta grande) podrá hablar de cuernos en «Sálvame». O así.