Casa Real

Las cintas secretas de Don Juan Carlos

La viuda de Vilallonga explica en exclusiva a LA RAZÓN que escuchó las más de 72 horas de grabaciones con las confesiones del Rey Emérito

El 30 de agosto se cumplirán trece años del fallecimiento de José Luis de Vilallonga, aristócrata, escritor e íntimo amigo del Rey Emérito. Y con su muerte desaparecieron veintinueve cintas con más de setenta horas de grabaciones de conversaciones distendidas con Don Juan Carlos. Una parte de esas confidencias se plasmaron en una biografía que llegó a vender en España más de trescientos mil ejemplares. Pero, ¿qué ocurrió con el resto?

Distintas fuentes nos conducen a una misteriosa caja fuerte de un banco suizo o a que las guarda la que fuera una de las esposas de José Luis, Sylianne. Estén donde estén, las cintas permanecen ocultas porque de salir a la luz el escándalo sería mayúsculo ya que el padre de Felipe VI, dicen fuentes palaciegas, «se fue demasiado de la lengua y contó episodios a su amigo que pueden perjudicar, y mucho, a terceros, a personajes importantes de la sociedad española e internacional».

La viuda del aristócrata, la periodista y escritora Begoña Aranguren, confiesa a LA RAZÓN que «tuve ocasión de escuchar todas las grabaciones y, desde luego, hay episodios que nunca se harán públicos porque son muy polémicos. José Luis era un caballero y supo callar buena parte de esas confidencias entre amigos para no perjudicar al entonces monarca, puesto que éste no se callaba nada y contestaba a todo. En este sentido, creo que fue demasiado imprudente... Menos mal que José Luis fue más sensato».

–¿Tan comprometido es ese material?

–Mucho. Hay confidencias que fueron «off the record», y que luego, el que era entonces jefe de la Casa de Su Majestad el Rey de España, Sabino Fernández Campo, se encargó de hacer una criba para evitar que se conocieran determinados episodios conflictivos. He escuchado todas las cintas y se cuentan cosas muy polémicas, que es mejor que permanezcan en el más absoluto de los silencios. Se escuchan nombres de personas que es recomendable callar. Soy juancarlista y me los quedo para mí. Jamás le haría daño al Rey Emérito. ¿Dónde están ahora los juancarlistas, cómo han permitido el atropello al que han sometido al padre del Rey? Es una vergüenza ver cómo ha salido de España, como si fuera un forajido. Se le ha juzgado antes de que lo haga la Justicia.

–¿Muchos deberían echarse a temblar si el contenido de las cintas se conociera?

–Sin duda. Pero considero que muchas cosas de las que hablaron no se deben hacer públicas porque son demasiado íntimas

–¿Aparecen los nombres de sus amigas «entrañables»?

–Solo puedo decirle que en las grabaciones se habla de todo.

–Pero, ¿le reconoció las infidelidades a la reina Sofía?

–Pues claro. No ve que eran muy amigos... Eran conversaciones entre dos amigos de verdad y no eludieron ni un solo tema. Así de enfadado estaba Sabino Fernández Campo, y por eso hizo la criba.

–¿Se aborda en esa larga charla el asunto de las comisiones?

–El Rey veía en José Luis una persona de total confianza y hablaron de todo.

–Y aquí llega la imprudencia de Don Juan Carlos...

–Lo fue mucho. Todo lo que le ha pasado es por su imprudencia supina... No se puede hablar tan libremente de tu intimidad, aunque lo hagas con un íntimo amigo.

–Sylianne, la primera esposa de Vilallonga, ha manifestado que las cintas las tiene ella a buen recaudo.

–No lo sé, es posible, porque José Luis estuvo viviendo los últimos meses de su vida en una casa cercana a la de ella, costeada por su hermana María Antonia y no por su ex mujer, como ella dice. Y puede que le cogiera las cintas. Aunque yo me inclino más en que alguien de la confianza de mi marido las tenga guardadas en un banco. Me inclinó mucho más por esta posibilidad, porque me sorprendería muchísimo que José Luis le hubiera confiado esas grabaciones a Sylianne. Es una mentirosa compulsiva... Le faltó tiempo para sentarse en un plató de televisión, días después de la muerte de mi marido.

–Usted no asistió a su entierro. Estaban separados y prefirió mantenerse al margen...

–Ya tenía la maleta hecha pero preferí no ir para que no se montara un circo innecesario, que es lo que alguna buscaba... Y no lo consiguió.

Sobre su eterna «lucha» con Sylianne, Aranguren afirma que «esa señora no para de meterse conmigo para ver si la contesto y la llevan a un plató de televisión. Y no le voy a conceder ese placer... Mire, yo he tenido dos cheques en blanco para hablar en dos programas y no he ido. Pero, bueno, no tengo el menor interés en entrar en una pugna dialéctica con esa señora, que fue un mal tan grande para José Luis. Mi marido me decía que Sylianne era tan ingenua que confundía el cuento de «Caperucita Roja» con un relato erótico. Imagínese... Es una mujer que me causa indiferencia y aburrimiento. Nada más.

- Le concedieron un Premio Ondas por su programa “Epílogo”. Son charlas que se emiten después de la muerte de cada personaje. ¿Le gustaría entrevistar ahora al emérito?

- Indudablemente, claro que sí. Aunque tal y como están las cosas lo veo como algo imposible.

Una boda gestada en un plató

El amor entre Begoña y José Luis se gestó cuando la periodista entrevistó al aristócrata para su programa “Epílogo”, una charla destinada a emitirse tras la muerte del entrevistado.

La pareja se enamoró y se casaron el 6 de octubre de 1999 en la localidad segoviana de La Granja. El tenía 79 años y la novia 50. Fue una ceremonia civil con más fotógrafos que invitados. La celebración nupcial acabó en una posada del municipio de Torrecaballeros.

Aquel matrimonio apenas duró dos años, y la ruptura estuvo rodeada de una gran polémica. Terminaron lanzándose serios reproches, y Vilallonga llegó a decir que “una mujer de cincuenta años no se casa con un señor de ochenta buscando sexo salvaje, sino por dinero”, a lo que Aranguren respondió con un rotundo “de ese hombre se sabe lo que debe y no lo que tiene”. Hoy, Begoña aún presume de ser la viuda oficial, quizá para restregárselo a una Sylianne que, inexplicablemente, sigue usando el apellido Vilallonga.