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Jorge Javier Vázquez nació con el puño en alto y Fernando Simón, profeta

El presentador le ha confesado a María Teresa Campos en YouTube que, según su madre, "nació gordo y con el puño en alto"

Jorge Javier Vázquez
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Jorge Javier Vázquez le ha confesado a María Teresa Campos en YouTube que, según su madre, «nació gordo y con el puño en alto». Se sabe que todos los bebés nacen rojitos, pero lo de Jorge Javier debió ser de un rojo fortísimo, tirando a púrpura. Lo del puño en alto es una hazaña con la que ni Pablo Iglesias, Irene Montero, Alberto Garzón y Yolanda Díaz podrían soñar. La CUP, Bildu y todos los antisistema y sus mareas palidecen ante el prodigio. Marx y Lenin se agitan en sus tumbas, acomplejados. Aquí y ahora, el belén socialista-comunista cuenta con una nueva figura: la del niño Jorge Javier con el puñito en alto. Junto a él, la virgen laica Irene, deseosa de cambiarle el pañal para ver si por casualidad caga morado. Porque de un niño así puede esperarse cualquier milagro. ¿Dejaba de llorar cuando oía La Internacional?

Así, ya crecido, cuando todos esperábamos en este mar de confusión la luz definitiva sobre la figura del Rey Emérito, Jorge Javier lo define en su blog evangélico-folklórico como «nuestra nueva Pantoja». Y añade: «Rey, sí, pero de las coplillas de las divisas». No aclara si se refiere a «La bien pagá» o «La falsa moneda», pero da igual. Al menos ya tenemos una pista: cuando el Emérito vuelva de los Emiratos, quizá se refugie un rato en «Cantora» para degustar el famoso pollo a la Pantoja mientras Kiko Rivera pincha discos de reguetón.

Si el líder de «Sálvame» nació con el puñito en alto, Fernando Simón lo hizo con el don de la profecía. Pero, por su trayectoria política, se ha transformado en un profeta inverso o a la inversa, o sea, que si por ejemplo dice que todo va bien dentro de lo que cabe, conviene prepararse: se aproxima un terremoto y su tsunami. Hay que intuir lo contrario de lo que dice.

Ahora que los rebrotes ya son secuoyas californianas, el portavoz ha manifestado que la situación «no es tan grave como hacen parecer las cifras», lo que hay que interpretar como una parábola de que ya no estamos en la segunda ola, sino cerca del estado de alarma. Ha dicho que «cuando haya que dar un golpe de timón, se dará». Preparen los botes salvavidas y recen al niño Jorge Javier.