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Álvarez de Toledo hace oposición a “El Rubius”

La diputada quiere convertirse en ídolo de masas, aunque está lejos de conseguirlo, desde Youtube, donde acaba de abrir su canal, llamado Catilinarias

Cayetana Álvarez de Toledo y "El Rubius"
Cayetana Álvarez de Toledo y "El Rubius"La RazónLa Razón

Hoy quienes nos seducen, nos convencen o nos entusiasman: son los influencers. Lo sabe Cayetana Álvarez de Toledo, que, en su despecho con el Partido Popular, ha decidido probar suerte en los tentaderos de YouTube, una red social muy apetecible en la que se expondrá a la atenta mirada de sus seguidores. Pero, ¿sabe la diputada a qué brazos se arroja? Hay que halagarle el gusto de haber escogido la cultura latina para dar nombre a su canal, CATilinarias, pero hete aquí la primera confusión. La gente de letras de su generación, que tuvo como asiento las lenguas clásicas, creyó que, en su nuevo oficio de youtuber, la política nos sometería a divertidas contorsiones mentales para descifrar los cuatro discursos en latín que pronunció Cicerón al descubrirse el intento de golpe de Estado del senador Catilina. En lugar de eso, aparece en su despacho solemne, presentándose como diputada rasa y dejando claro que sus intenciones de explorar nuevas posibilidades retóricas van por otros derroteros. Lo de Catilinarias es un simple juego con sus iniciales: CAT. No hay ningún galimatías intelectual detrás. ¿O sí?

Con tono adusto

 

Con su habitual tono adusto, despliega en su recién estrenado canal un estilo famélico, infrecuente en los canales que triunfan de YouTube. Al menos, Cicerón, que podía ser extraordinariamente fiero cuando se lo proponía, poseía cierto gracejo en su discurso. Álvarez de Toledo habla con templanza en las formas, pero de manera descarnada y sin ninguna concesión al salero. La primera de sus CATilinarias es un breve alegato que titula «Los cuarenta y cuatro», y en él muestra su enfado por no haber figurado entre los 44 diputados del grupo popular que pueden ir a los plenos mientras dure la pandemia. El estrado del Congreso no es el canal de YouTube y las exigencias para gustar, despertar entusiasmo o ganar popularidad son aquí mucho más caprichosas. Su berrinche por ser relegada a la cuarta fila de los asientos designados a su partido en el hemiciclo puede alcanzar dimensiones que ni se imagina cuando se la mida en el ranking de audiencia con ElRubius, un influencer con más de 38,5 millones de personas siguiendo su canal cada día. No tiene otro mérito que crear contenidos sobre videojuegos, pero habla el mismo lenguaje –a menudo soez y malsonante– que su público. La diputada sabrá ya que en esta plataforma la competencia pisa fuerte y conoce de sobra sus cualidades para excitar a su audiencia.

Su primera CATilinaria supera las 72.000 visualizaciones, pero si quiere alcanzar las 300.000 de María Teresa Campos cuando recibió a David Broncano en su canal, quizá debería tomar nota de algún detallito. Aquel día la presentadora habló de sexo, de vaginas y el punto G, y terminó perreando con su invitado. Tiene también el ejemplo de Bertín Osborne, que nos enseña a hacer las tareas de casa de manera que nos simplifique la vida; el de Tamara Gorro, que arrasa hablando de cómo se cuida los pies o de su fiesta de cumpleaños (vista 600.000 veces); y el de Lidia Bedman, la mujer influencer de Santiago Abascal que, además de darnos a conocer sus rutinas de belleza, ha conseguido mostrar el lado más fashion del líder de VOX. Si acepta las reglas, cuenta con el poder de la palabra. La única pega es que, en España, la política aún no despierta demasiado interés en esta plataforma. La audiencia es muy dada al espectáculo y enseguida querrá que lave sus trapos sucios en su nuevo canal. Juega a su favor el potencial de persuasión y de intimidad que ofrecen los vídeos de YouTube y que no tienen otras redes sociales. Tampoco el hemiciclo. Con más de mil millones de usuarios en todo el mundo y una tendencia creciente, tanto en número de personas como en horas de consumo, Álvarez de Toledo deberá acostumbrarse a dirigirse a un público, nativo digital, que es antojadizo y huye de los mensajes tradicionales. Ha crecido viendo lo que quiere y donde quiere y sus imposiciones le pueden sonar estrafalarias a la diputada.

Según Burson Masteller, los vídeos más populares en YouTube son aquellos que fusionan entretenimiento e información. Uno de los más vistos en política es el Barack Obama, aún senador, y la humorista Ellen DeGeneres marcándose un baile al son de Beyoncé. ¿Estará dispuesta al menos a rebajar su malhumorada línea argumental? De momento, en su debut no dice más que la política «se puede ejercer de muchas maneras» y ella ha decidido que YouTube será su arma más audaz para defender «una política adulta, digna y de calidad». Pronto sabrá que repartirse el poder en esta red no es sencillo. Son muchos los que llevan años guerreando y la audiencia, implacable, decide a quién sacrifica. Lo peor es que el escarnio es también público.